James Ellroy ladra y muerde en Barcelona: «El presente me importa una mierda. Siempre he vivido en el pasado»

El escritor estadounidense recoge esta tarde el Premio Carvalho del festival BCNegra

James Ellroy, fotografiado en Barcelona INÉS BAUCELLS
David Morán

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«Si esperabais un discurso reflexivo, profundo y políticamente correcto sobre la cuestión del estado en mi país, un discurso lleno de lágrimas por los pueblos oprimidos del mundo, os habéis equivocado de persona». A James Ellroy (Los Ángeles, 1948), ya se sabe, no le inquieta lo más mínimo proyectarse como el más peligroso y amenazante representante de las letras estadounidenses, así que era de esperar que, en su regreso a Barcelona para recoger el Premio Carvalho, el autor de «La Dalia Negra» exhibiera su mejor repertorio de frases punzantes, titulares hiperbólicos y salidas de tono que nunca se sabe si son bromas a medias o, si por el contrario, rezuman seriedad. «Prefiero este premio antes que el Nobel. ¿Ishiguro? Malo. ¿Ellroy? Arriba», suelta ante el desconcierto general de los periodistas. Eso sí: los dos millones de dólares «libres de impuestos» del Nobel, apunta, no le habrían venido nada mal.

«He sido un perro feroz que ha estado atado a una estaca en una habitación oscura y fría durante dos años, y ahora el perro ha quedado libre. Estoy más que dispuesto a perseguir a todo el mundo y morder a todos los gatos que se presenten», dice al poco de entrar en la sala que el Ayuntamiento ha habilitado para que el escritor ofrezca una conferencia de prensa antes de la entrega del premio. Nunca ha oído hablar de Vázquez Montalbán («el único Montalbán que conozco es Ricardo, el actor mexicano», confiesa), pero ha rescatado su mejor americana y su más vistosa pajarita para dejarse agasajar por el festival BCNegra y, ya puestos, reivindicarse una vez más como el mayor genio que ha dado la literatura negrocriminal. «He escrito 19 libros y todos obras maestras. Soy el rey de la ficción negra», subraya.

La visita de Ellroy coincide también con la reedición de «Mis rincones oscuros», libro publicado originalmente en 1996 en el que relataba las pesquisas para resolver la muerte de su madre, asesinada en 1958, y con el que aireó una adolescencia entregada al pillaje, los vicios al por mayor y el vouyerismo militante. Un periodo de «formación» en el que el autor de «L. A. Confidential» sigue encontrando prácticamente todas las respuestas a cualquier pregunta. «No me importa una mierda el presente. Siempre he vivido en el pasado. No siento ningún obligación moral de hacer comentarios sobre el ahora. Para mí la historia y el pasado es un lenguaje en sí mismo, y no tiene nada que ver con el presente», explica.

El verdadero Ellroy

A ese pasado viajará una vez más dentro de unos meses cuando aparezca la continuación de «Perfidia», segunda entrega del segundo «Cuarteto de Los Ángeles», y nuevo barrido a ese catálogo de obsesiones en el que no puede faltar la sombra de su madre. «En la nueva novela hay un personaje basado en mi madre, una enfermera que trabaja durante la Segunda Guerra Mundial. Para conocer al verdadero James Ellroy siempre hay que bucear en mis obras de ficción», explica.

Quizá por eso expresa su más profundo desprecio por aquellos autores presuntamente serios que aprovechan sus momentos de asueto para escribir obras de ficción criminal. «Los autores literarios que escriben novela negra en su tiempo libre no valen una mierda ni como literarios ni como de novela negra, ya que haciendo eso dan por hecho que la literatura negra es de segundo nivel, y en mi opinión es la literatura negra la que es de primera clase», sopesa.

Autor de estilo telegráfico y cortante, Ellroy presume de una gran habilidad a la hora de manejar el lenguaje y los giros lingüísticos por lo que, asegura, cada traducción de una de sus novelas es un acto de fé. De fé «y de confianza». «Rezo para que todo salga bien. En francés, por ejemplo, sí que en alguna ocasión me las he hecho leer. En castellano, lo dejo en manos de Random House, y el resultado siempre ha sido excelente. No puedo decir lo mismo de mi anterior editorial», subraya.

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