Horacio Castellanos Moya: «Un hombre que carga un arma es un hombre que tiene miedo»

El autor, una de las voces más potentes de latinoamerica, ha creado un universo literario marcado por la violencia que vivió en El Salvador

Horacio Castellanos Moya durante la entrevista con ABC Alberto Fanego
Bruno Pardo Porto

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Horacio Castellanos Moya es un trotamundos que siempre escribe sobre El Salvador. Aunque nació en Tegucigalpa en 1957, sus raíces están allí, en un pasado marcado por la guerra y la violencia. Ese es el barniz de sus novelas, la constante que se repite una y otra vez: el mundo hostil, las heridas que no cicatrizan. Así se ha convertido en una de las voces más poderosas de su generación. En « Moronga » (Literatura Random House) el autor recupera sus temas, pero cambia el escenario. La historia transcurre en Estados Unidos –el país, por cierto, donde Moya reside desde hace más de una década–, aunque sus protagonistas son incapaces de huir de su origen salvadoreño.

Ha dicho en más de una ocasión que escribe desde la rabia, pero da la sensación de que este libro es producto del desencanto.

Eso lo dije cuando publiqué «El asco». En realidad, como escritor escribo desde muchas emociones y en este libro el pesimismo es muy fuerte. El pesimismo en cuanto a la capacidad de los personajes de superar su pasado. Un pasado marcado por la violencia, la guerra civil, las persecuciones… No se ve que haya manera de que lo superen. Aunque hagan intentos.

¿Lo siente así como experiencia propia, como que su pasado en El Salvador siempre permanece?

Como he vivido en varios lugares, y he tenido que enfrentar distintas situaciones para sobrevivir, podría decir que ese pasado está ahí. Ese pasado está ahí pero no me agobia como agobia a mis personajes.Y o repetiría a Proust para explicarlo: no es el mismo hombre el que escribe que el que está aquí sentado hablando.

Entonces, ¿se desdobla para escribir?

Yo me meto en ese pasado y ese pasado pesa mucho cuando estoy escribiendo. Tengo que identificarme con ello, meterme y hurgar y sacar lo que está ahí. Pero en mi vida cotidiana a veces no me queda ni tiempo para pensar en ello.

Da la sensación de que los personajes de «Moronga» no pertenecen a ningún lugar.

Tiene que ver con un fenómeno importante: la fusión entre el latinoamericano que viene hacia Estados Unidos con un mundo propio de ideas y valores y que debe integrarse con la nueva realidad. Esta integración no es plácida, está llena de fricciones. En el caso de los dos protagonistas llena de grandes fricciones. No están a gusto donde están pero tampoco están a gusto en su lugar de origen.

Siendo un trotamundos, ¿usted se siente así también?

Sí. Y además creo que el hecho de que mi literatura esté relacionada de una u otra forma, sin importar dónde suceda, con el mundo de El Salvador es un esfuerzo mío como autor por tener un agarradero con mis raíces. Es un fenómeno de la contemporaneidad: el sentido de identidad se diluye porque el mundo se ha hecho bien pequeño.

Además del desarraigo, parece que la otra gran idea del libro es el determinismo, todo eso que pesa en nosotros y que no hemos elegido. Lo resume muy bien uno de los personajes: «Todo en la vida sucede». ¿Lo cree así?

Es una idea que está detrás del libro. A los personajes les sucede todo. No existe esa idea racional de que nosotros somos los dueños de nuestra vida y que la vivimos tal y como queremos.

Aunque lo creen así, no dejan de sentirse culpables por lo que son, por el producto de sus circunstancias.

Es que una idea no modifica una emoción. Uno puede creer que la vida sucede, sí, pero la culpa que siente no se modifica. Ahí vemos la disociación entre lo que es la mente y lo que son las emociones. Los seres humanos siempre vamos peleando con eso.

El protagonista siempre lleva el arma en el tobillo… ¿Por qué esa obsesión?

El arma simboliza el miedo. Un hombre que carga un arma es un hombre que tiene miedo.

¿Cree que Estados Unidos es un país miedoso?

No podría decir el miedo sea el único el motivo por el que tengan armas, pero en buena medida sí. Si tienes tres fusiles en tu casa porque crees que van a robarte es que tienes miedo.

El protagonista usa las series como una suerte de anestésico... ¿Pasa así en la realidad?

Las series de televisión son un anestésico para él. Es su forma de huir de su consciencia. Y eso es un símbolo de nuestros tiempos. La gente vive obsesionada y ansiosa con cada nueva temporada. En eso, José Zeledón es un personaje muy contemporáneo.

¿Y cómo ve usted este mundo contemporáneo?

Tengo mis peros. Diría que hay una exacerbamiento del narcisismo en la población a partir del desarrollo tecnológico en las redes sociales. Todo el mundo se quiere ver, todo el mundo quiere decir algo, todo el mundo quiere ser el más listo, todo el mundo quiere aparentar algo. Es un mundo de apariencias. Es otro mundo. Se están dando cambios en el ser humano de una dimensión que no podemos valorar. El nuevo ser humano: sin vida privada, sin mundo interior, sin sentido del misterio, sin preocupación por lo que significa ser humano. Un tipo que pasa conectado las 24 horas a todo. Es el ser humano que vendrá y que yo ya no veré.

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