Feria del Libro de Madrid: la batalla de las casetas

La edición de este año, que abrirá sus puertas el próximo 25 de mayo, llega con polémica por la pérdida de espacio que han sufrido algunos editores

El año pasado, la Feria del Libro de Madrid facturó 8,8 millones de euros, un 8% más que en la edición de 2016 ABC
Inés Martín Rodrigo

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El año pasado, la Feria del Libro de Madrid cerró sus puertas en el parque del Retiro con una facturación de 8,8 millones de euros, un 8% más que en la edición de 2016. Los organizadores del encuentro literario por excelencia de nuestro país, con permiso de Sant Jordi, se muestran optimistas de cara a la cita de este año, que será inaugurada el próximo 25 de mayo y permanecerá abierta hasta el 10 de junio. Sin embargo, las expectativas «excelentes» de la dirección de la Feria se han visto ensombrecidas, en las semanas previas a su apertura, por una polémica que enfrenta a libreros y editores: la pérdida de espacio.

En esta edición, por motivos de seguridad y organizativos, ha sido eliminada la isleta de la entrada de la calle de O’Donnell , lo que equivale a unas cincuenta casetas menos. Esa supresión de espacio supone que, este año, la Feria se queda en 1.237 metros lineales. Pero la dirección recibió 1.400 metros en solicitudes, por lo que se encontró con un problema de tamaño que tuvo que solucionar. Y, para ello, tomó dos decisiones: excluir a los especialistas en facsímiles (el año pasado ya quedaron fuera las empresas de autoedición) y reducir a tres metros (en 2017 tenían cuatro) las casetas de los editores con menos de 700 ejemplares en distribución. Esta última medida se traduce en que unas 40 o 50 editoriales dejarán de exhibir un buen número de títulos.

Además, por primera vez en cinco años el precio de las casetas ha subido un 5%. Este aumento, según la dirección, se debe a la mejora de la estructura de los 363 expositores y a la fibra óptica, que el año pasado se facturó al margen. Como consecuencia, el gremio de editores dio un golpe en la mesa de la comisión organizativa y dejó solos a libreros y distribuidores.

Enfrentamiento

Es la última escenificación de un enfrentamiento que viene de largo y que nada bueno ha traído  (ni traerá) al sector. «Este clima de confrontación con nuestros aliados naturales, que son los libreros, es innecesario. Podemos conseguir que el Ayuntamiento nos eche del Retiro, y ahí perderíamos todos», asegura Diego Moreno , editor de Nórdica . «A nosotros no nos ha afectado la bajada, pero mi discurso sería el mismo si hubiéramos perdido espacio. Es un gremio que lo está pasando mal. El librero tiene un margen muy pequeño (un 25%) en la Feria; nosotros lo tenemos mucho mayor (un 90%). ¿Qué quieren los editores? Estamos locos. Quien realmente se alegra de esto es Amazon ».

Es cierto que es imposible vender más con menos espacio. Pero no menos verdad es que cada año aumenta el número de editores que quiere ir a la Feria, que pone sólo dos condiciones para participar: haber editado 140 títulos y estar «agremiado». Sin embargo, hay quien defiende que existen «fórmulas alternativas» a la de quitar metros a las editoriales. Es el caso de Ramiro Domínguez , responsable de Sílex Ediciones , que cifra el daño económico en un 8 o un 10%: «Hay un montón de casetas de organismos oficiales. Tienen un espacio grandísimo y no lo necesitan para seguir viviendo; nosotros sí. Siempre salimos perjudicados los editores. Las mejores posiciones son para los libreros. Es muy difícil luchar contra ellos. Siempre he sido partidario del encuentro, pero tienen que tomarse medidas para que los mermados no seamos los pequeños editores».

Seguridad

Según Fernando Valverde , del gremio de libreros , «el parque llevaba tiempo presionándonos para quitar esas casetas por razones de seguridad» y reconoce que también ha influido todo lo que este año ha pasado. «Hay una dirección nueva en el parque y es muy susceptible. Los protocolos se han endurecido para tramitar los permisos y estamos con un poco de retraso en el montaje por eso». El librero es consciente de que hay gente que ha entendido bien la pérdida de espacio «y otros se lo han tomado peor», pero defiende que «las librerías no pueden ceder espacio porque son las que están perdiendo unidades en el sector».

Manuel Gil , director de la Feria , entiende «que todo el mundo quiera cuatro metros», pero también defiende que una de las funciones de la dirección es llevar a cabo «una cierta curaduría». «Cuando observamos la demanda de inscripciones, tenemos que hacer unos cálculos de espacio. Todos los organismos oficiales tienen casetas de tres metros, y además pagan más. Una librería, normalmente, presenta 4.000 títulos y es el único eslabón de la cadena de valor del libro que cuando vende en la Feria pierde margen».

Con respecto a la supresión de la ya famosa isleta, el director de la Feria asegura que fue una decisión adoptada «después de escuchar las quejas de editores que caían ahí» y observar que «no se acerca gente porque no tiene sombra». Gil, que confirma la creación de un grupo de reflexión al que están llamados libreros y editores para «repensar la Feria» cuando acabe esta edición, termina mandando un mensaje tranquilizador: «Mantenemos una relación cordial y sincera con el Ayuntamiento . Llevamos cincuenta años en el Retiro y allí seguiremos. La Feria está en el ADN de la ciudad, siempre en el Retiro».

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