Emmanuel Carrère: «El periodismo es una forma de literatura»

El autor francés publica «Conviene tener un sitio adonde ir», una antología de crónicas, reportajes y ensayos

El escritor francés, Emmanuel Carrère, ayer en La Pedrera de Barcelona EFE
David Morán

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Fue Jean-Claude Romand, el impostor homicida que asesinó a toda su familia después de fingir durante 18 años que era un investigador de la OMS, quien le abrió las puertas de la no ficción y volteó una carrera literaria que, hasta entonces, había discurrido por los márgenes de la novela más o menos canónica. Con «El adversario», decíamos, la carrera de Emmanuel Carrère (París, 1957) cambió de división y, si apuramos mucho, casi también de deporte, pero aquella implosión factual y memorialística de la que surgirían más tarde títulos como «Una novela rusa» o «Limonov» no llegó de la nada: antes de eso, el autor francés ya había ido dejando un rastro de migajas en artículos, reportajes, crónicas y ensayos publicados en «Le Monde des livres», «Marie-Claire», «Paris-Match», y «Le Nouvel Observateur», entre otros.

Trabajos periodísticos desparramados entre 1990 y 2015 y recopilados ahora bajo el título de «Conviene tener un sitio adonde ir» (Anagrama) con los que, siempre a una distancia más que prudencial de la ficción, Carrère se cuela en el Foro Económico Mundial de Davos y en el campamento de refugiados de Calais; persigue las sombras de Ceaucescu y Drácula en Rumanía; reflexiona sobre las carreras literarias de Balzac y Daniel Defoe; fracasa estrepitosamente a la hora de entrevistar a Catherine Deneuve; o inyecta un plus de profundidad a la crónica de sucesos.

Un menú rico y variado con el que el autor de «Vidas ajenas» sigue abonando la idea de que toda literatura, independientemente del formato en el que llegue servida, comparte «un principio de incertidumbre ante la complejidad de la vida». «En toda literatura hay puntos comunes entre ficción y no ficción. Lo que a mí me gusta es decir que hago narraciones», relativiza Carrère, para quien las cualidades literarias de los textos no vienen dadas por el formato sino por el contenido. «Estoy convencido de que el periodismo es una forma de literatura, pero no todo el periodismo es necesariamente literatura, igual que tampoco todas las novelas lo son», subraya.

En su caso, los textos recogidos en «Conviene tener un sitio adonde ir» dejan poco lugar a dudas: ahí están, sin ir más lejos, un primer esbozo de lo que sería «El adversario», publicado en «Le Nouvel Observateur» en julio de 1996, o la reivindicación de Philip K. Dick como «el Dostoievski de nuestro tiempo» en una versión abreviada y concisa de «Yo estoy vivo y vosotros estáis muertos», su biografía del autor de «¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?». Dos ejemplos de periodismo de autor que Carrère alterna con esos reportajes más extensos que, asegura, son «una escuela para alejarse de uno mismo», y para los que sigue siempre el mismo esquema: un mínimo de dos semanas sobre el terreno para «escuchar a todo el mundo» e intentar «ser honesto» con el material conseguido. «No siempre lo conseguimos, pero buscar la honestidad es un mínimo sindical que deberíamos tener los periodistas», apunta un autor que, ante la idea de realizar un reportaje sobre la Cataluña actual, no sabría muy bien por dónde comenzar. «Desde fuera vemos como si hubiera dos bandos pero, honestamente, no hay ninguno que me sea el más próximo. No tengo una opinión al respecto que me sea propia», apunta.

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