El escritor estadounidense Don DeLillo, en una imagen de archivo
El escritor estadounidense Don DeLillo, en una imagen de archivo - GONZALO CRUZ

Don DeLillo: «No soy demasiado viejo para escribir otra gran novela»

El autor estadounidense, de visita en España para presentar su último libro, «Cero K», habla con ABC sobre su obra, su carrera, la cultura americana y los riesgos de la tecnología

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Cuenta la leyenda que Don DeLillo (Nueva York, 1936) odia las entrevistas y que cada vez que se le menciona algo no relacionado con su obra pone cara de pocos amigos, esa que tantas veces debió sacar en sus años de infancia y juventud en el Bronx. Pero para eso están las leyendas, para desterrarlas y dejar que el tupido velo de la realidad, a veces más hermosa que la fantasía, se imponga con naturalidad y sosiego.

Son las tres y media de una tarde en la que el calor cae a plomo en Madrid. El termómetro marca fuera 35 grados, pero el escritor estadounidense acude a su cita con ABC en un conocido hotel madrileño con cazadora, camisa y camiseta interior.

Parece resguardar su débil garganta del aire acondicionado, que tantos estragos hace en esta época del año. Es afable, parsimonioso en sus movimientos y en sus ojos, vidriosos y oscuros, parece quedar grabado todo lo que acontece a su alrededor, y que después usa como «material» en sus novelas. La última, «Cero K», de la que Seix Barral acaba de sacar su segunda edición, aborda un tema espinoso: la vida después de la muerte, con la criogenia como telón de fondo.

- «Cero K» es una historia que mira de frente a la muerte, pero con la vista puesta en el más allá. ¿Por qué?

- Es difícil explicar de dónde viene una idea. Lo único que sé es que, finalmente, confío en esa idea y la sigo hasta donde me lleve. Pero, ¿dónde empieza? No estoy seguro de que sea algo que pueda explicar. De alguna manera, me interesó la idea de la vida después de la muerte, que no es espiritual, no es la vida después de la muerte que las religiones defienden; es una vida después de la muerte científica, es física, el cuerpo sobrevive, y finalmente también lo hace la mente y la identidad del individuo. Esa es la esperanza de quienes creen en la criogenia.

- ¿Y usted cree en ello?

- No lo sé, pero me interesa, tan simple como eso.

- ¿Qué puede decirme de sus motivaciones, de su inspiración? ¿Dónde la encontró?

- La encontré a través de los personajes. Una vez que tengo una idea para un personaje, él o ella se desarrollan de forma natural. Y sucede cuando comienzo a escribir, frase tras frase, página tras página; empiezo a comprender a esa gente mejor, me dicen quiénes son. Es muy importante que el lenguaje se acople a esos personajes, al tipo de historia que estoy tratando de contar.

- Las motivaciones de dos de los personajes principales, Ross y su pareja, Artis, para criogenizarse son muy distintas. Artis se está muriendo, pero Ross lo hace… por amor, ¿no es así?

- Sí, lo es, es amor, y también el hecho de que la va a perder.

- Es algo muy romántico para una situación así y, si me lo permite, también para el tipo de escritor que usted es.

«Los personajes no tienen una vida real, pero al final de la novela viven en la mente del escritor y quizás en la del lector»

- Sí, lo entiendo, pero el poder que siempre ha tenido, el dinero que lleva toda la vida acumulando, empieza a tener menos efecto en él. Y, de hecho, ha llegado a creer en la criogenia, cree que dentro de unos años volverán a tener conciencia y podrán retomar sus vidas durante, quizás, cien años.

- O para siempre.

- Sí, o para siempre. Eso es lo que la gente que está muy interesada en la criogenia cree. Él es un hombre de riesgo, así es como ha conseguido todo su dinero.

- Absolutamente, toda su vida ha sido un riesgo.

- Y este es el último riesgo: entregar su vida, en parte a la mujer que quiere, pero también en parte a la ciencia, en la que empieza a creer. Está comprando con dinero su propia manera de hacer las cosas y es llevado a la muerte de forma ilegal. Por supuesto, es algo voluntario, pero la ley no lo ve de ese modo.

- El acto de escribir una novela tiene algo en común con la criogenia, porque un libro ayuda a preservar la esencia de su autor. Por ejemplo, abres El Quijote y está Cervantes; abres «Cero K» y está DeLillo.

- Los personajes no tienen una vida real, pero al final de la novela viven realmente en la mente del escritor y quizás en la del lector. Y, al final, si la novela sobrevive, los personajes continúan con sus vidas, como usted sugiere.

- Bueno, yo me refería más a la pervivencia del propio autor.

«Soy un escritor que depende del lenguaje, que trata de crear algo que el lector encuentre convincente»

- Pero es mi vida, y puede suceder que usted termine una de mis novelas y, al día siguiente, lea en un periódico que he muerto en Nueva York en un accidente de taxi, así que… Pero usted tiene cartas de amigos, e-mails de amigos, y es lo mismo, hay un rastro de su vida cuando mueren.

- Así que usted cree más en la supervivencia de los personajes que en la del escritor.

- Creo que la supervivencia de los personajes le da una vida más larga a la novela. Por supuesto, hay escritores muy famosos cuyos libros permanecerán y volverán a publicarse año tras año, pero tienen que ser leídos, tienen que vender.

- En su caso, ¿escribe para ser recordado?

- No me importa. Si mis libros pasan a ser invisibles cuando muera… realmente es lo que espero que suceda, porque es algo que le ha pasado a todo tipo de escritores todo el tiempo.

- Incluso a los buenos escritores.

- Sí, a muy buenos escritores, absolutamente.

- En su obra, el lenguaje es fundamental.

- Bueno, el lenguaje es lo primero. Soy un escritor que depende del lenguaje, que trata de crear algo que el lector encuentre convincente, tan simple como eso. No comparo el lenguaje con los personajes, forman parte de lo mismo. Por supuesto, en muchas novelas hay diálogos, pero el diálogo pertenece al personaje más que al escritor. La narrativa, la prosa, no se desarrolla a partir de los personajes, sino del escritor y de la situación.

- Creció en el Bronx, era el mayor de los tres hijos de un matrimonio de inmigrantes italianos.

«Escribir ficción puede ayudar al autor a entender el mundo que le rodea»

- Sí, tenía una hermana y un hermano, y yo era el mayor.

- Y, viniendo de donde venía, ¿alguna vez llegó a pensar, a imaginar siquiera, que llegaría a publicar una novela?

- No, me llevó mucho tiempo llegar a entenderlo. Tarde mucho tiempo en escribir mi primera novela, y lo hice muy lentamente.

- «Americana», en 1971.

- Exacto, «Americana». Tardé cuatro años en escribirla. Encontré un editor, de forma muy afortunada, y ese fue el inicio de mi buena suerte. Y sigo teniendo buena suerte. Escribí muy rápido en los 70, muchos libros, y después crecí, me convertí en un escritor más maduro y empecé a escribir más lentamente, y pensando más.

- ¿Se considera un escritor con suerte?

- Sí, así es. Tengo suerte de estar sentado aquí esta tarde, bebiendo agua y viendo libros en la pared [ríe].

- Imagino que sus padres se pasarían la vida tratando de entender América.

«Los años de la Gran Novela Americana fueron los de Hemingway, Faulkner y Steinbeck»

- Bueno, eran muy jóvenes cuando llegaron y, poco a poco, sí. Hablaban inglés con poco acento y encontraron lo que iban buscando, probablemente una vida mejor y una buena vida para sus hijos.

- ¿Es eso lo que usted intenta con sus libros, entender América?

- Bueno, en cierto sentido, ya que escribo sobre lo que me rodea, lo absorbo, de un modo u otro, si lo considero un material que puedo usar en mis novelas. Escribir ficción puede ayudar al autor a entender el mundo que le rodea.

- ¿Usted ha llegado a entender su país?

- Es una cultura muy difícil de comprender. No sé cómo entender una nación entera, es muy difícil y hay mucha variedad, especialmente en un país como Estados Unidos. Pero es lo que es, y es lo que intentamos comprender.

- Quizás ese sea el secreto de la Gran Novela Americana.

- Bueno, creo que siguen hablando de ello, pero no estoy seguro de que lo hagan del modo que se solía hacer en la época de Hemingway, Faulkner o Steinbeck. Esos fueron los días de la Gran Novela Americana.

- Hablando de Hemingway, ¿qué piensa al publicar en la misma editorial que él? ¿Cómo se siente al ver su nombre junto al suyo?

«El asesinato de Kennedy es el punto determinante del siglo XX para América»

- Me parece una fantasía, es increíble. Un día, hace muchos años, a principios de los 60, me crucé con Hemingway en una calle de Manhattan, en la 34 con la Quinta. Sabía adónde iba, porque su editorial, Scribner, estaba allí. Esto sucedió hace más de 50 años y ahora mi editorial es la de Hemingway. Así que es una fantasía completa, no puede ser cierto [ríe].

- Una vez dijo que el asesinato de Kennedy hizo que se convirtiera en escritor.

- En el sentido de que determinó el tema de mi obra. Mis primeros libros trataban sobre cómo vivir en tiempos peligrosos, porque después del asesinato de Kennedy pasaron muchas otras cosas: más asesinatos, intentos de asesinatos, disturbios… Creo que es el punto determinante del siglo XX para América.

- ¿Qué piensa de las críticas, de las reseñas? ¿Las lee?

- Sólo si quien las escribe es inteligente.

- Así que no le importan.

- No, realmente no.

- «Submundo» (1997) es, hasta hoy, su gran obra. ¿Cree que habrá otra igual?

«El futuro de la novela dependerá de los experimentos de los jóvenes escritores»

- Es algo en lo que no pienso. Si lo hago, será el libro el que me lo diga, mientras lo esté escribiendo. Mucha gente dirá que soy demasiado viejo para escribir un libro como ese, pero…

- ¿Usted cree que es demasiado viejo para volver a escribir un libro así?

- No. Los últimos libros que he escrito son bastante más cortos que «Submundo», pero quién sabe…

- ¿Le asusta envejecer?

- No pienso en ello, de verdad que no.

- ¿Y qué me dice de la muerte?

- ¿Me voy a morir? ¿Es eso lo que me está diciendo? [ríe]

- No, no, no. Bueno, se va a morir igual que yo me voy a morir.

- No gasto tiempo pensando en eso.

- Escribe sus novelas en una máquina de escribir, no tiene e-mail y tampoco móvil.

- Sabe más de mí que yo mismo [ríe]. Todo eso es cierto.

- En «Cero K» dice que la tecnología personal es una «droga títere».

- Y creo que es cierto, pero no creo que tenga que defenderlo. Simplemente es una manera de decir lo que es.

«Sólo pienso en cómo afectará la tecnología a los individuos, porque está claro que afecta»

- Pero, después de leer la novela, está claro que conoce ese mundo.

- La tecnología forma parte de la vida de la gente que conozco. Acumulo ideas viendo a esa gente, viendo su frustración, viendo cómo aprenden cosas de forma inmediata.

- Cosas que se olvidan de forma inmediata, también.

- Sí. No estoy en contra de ello, admiro la tecnología moderna enormemente, es increíble, milagrosa, pero mi único pensamiento es cómo afectará a los individuos, a la gente, y no sé la respuesta, pero estoy seguro de que afecta.

- Hablando del futuro, estoy segura de que la gente seguirá escribiendo novelas pero, ¿cómo serán? ¿Cómo será la novela del futuro?

- El futuro de la novela dependerá de los experimentos de los jóvenes escritores, de cómo ellos, quizás, cambien su naturaleza. De hecho, ya lo están haciendo, aunque no de un modo revolucionario. Por otra parte, la novela tiene una forma tan estándar, tan tradicional, tan clásica, que si se cambia demasiado colapsará y no funcionará, habrá que buscar otro nombre, y otro tipo de lector.

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