Cela, colaborador predilecto de ABC

A lo largo de su carrera como escritor, Camilo José Cela siempre mantuvo una estrecha relación con ABC como colaborador y amigo del medio

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Como infatigable escritor que era, Camilo José Cela, cultivó multitud de géneros a lo largo de su vida, desde la novela hasta el relato de viajes, pasando por la poesía y sin olvidar su faceta de columnista. Siempre se mantuvo cercano al mundo del periodismo, al que acudió durante sus primeros años para darse a conocer como escritor, colaborando con relatos, poesías y numerosos artículos. Como tantos otros autores en esos años de posguerra encontró en la prensa escrita un refugio para su literatura. Fue tras haberse hecho valedor del reconocimiento del público con el éxito de «La familia de Pascual Duarte» cuando comenzó a colaborar con ABC en 1945; una relación que mantendría a lo largo de toda su vida.

Es sus comienzos como colaborador de este diario, Cela, contribuyó con narraciones cortas en las que hacía patente su estilo de prosa intensa y su gusto por la palabra precisa. La primera de todas ellas «El aullido de la charca» conforma un retrato adusto de lo más profundo de la España rural: «Una suave neblina se posa sobre la charca, y la luna, poco a poco, como trabajosamente, se deja ver, de vez en vez entre los plateados bordes de las nubes. Un aullido prolongado cruza por el campo». Tras esta primera publicación y con el paso de los años, sus colaboraciones comenzaron a cobrar asiduidad con lo que ya en el 63 empezó con una columna semanal titulada «Viaje al pirineo de Lerida» que le hizo merecedor del premio «Vega Inclan» de 1965.

Sin embargo sería con su columna «El juego de los tres madroños», durante la dirección de su amigo y compañero en el senado Guillermo Luca de Tena, con la que Cela alcanzaría una de las cumbres de su carrera como articulista. La relación del escritor con ABC era extremadamente cercana y fueron muchas la veces que expresó su cariño por el medio refiriéndose a él como «el reducto liberal donde a nadie se le exige sumisión». Y es que sí por algo admiraba Cela este diario es por la independencia que toleraba en las lineas de pensamiento de sus columnistas. Tal y como explicaba con bastante humor en su columna titulada de 1979 «Escribir en ABC»

Su talento se fue reconociendo internacionalmente hasta obtener el premio Nobel (y muy poco después le fue otorgado el Mariano de Cavia), sus colaboraciones fueron sumando páginas inolvidables y se embarcó en la redacción semanal de una nueva columna: «El color de la mañana». Cuatro días antes de su muerte Cela publicaba en ella su último artículo en ABC bajo el título «Chiflidos espirituales» el domingo 13 de enero de 2002. Tan mordaz como desternillante Cela advertía en este, su último artículo: «Hay costumbres generalizadas que llegan a confundirse con la ley e incluso a formar parte de la ley, y también hay usos que, aun con el tiempo a sus espaldas, no van mucho más allá de originar una servidumbre de paso». Con él ponía punto y final a sus andanzas como escritor y clausuraba una obra como articulista de las que quedan en la memoria de la profesión.

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