Fotografía de Massimo Vitali de la serie «Barcelona Ramblas» (2010)
Fotografía de Massimo Vitali de la serie «Barcelona Ramblas» (2010)
ARTE

El turista como casta indeseable en Es Baluard

El proyecto «Ciudad de vacaciones» aborda el fenómeno del turismo de masas para el arte desde cuatro frentes implicados: Venecia, Alicante, Barcelona y Palma, donde ahora recala

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Los artistas siempre han estado atentos a las fricciones que se producen en la contemporaneidad. Por eso parece oportuna una propuesta donde se reflexione sobre uno de los problemas más acuciantes en ciudades objeto de un turismo de masas completamente desbordado. Pertinencia que se refuerza por la presentación del proyecto en un núcleo afectado por esa situación excesiva, Venecia, coincidiendo con la Bienal, y por una itinerancia que lleva la propuesta con contenidos adaptados a ciudades como Barcelona (Arts Santa Mònica), Alicante (MACA) o la escala que ahora nos ocupa en Palma (Es Baluard).

Lejos quedan aquellos viajeros del Grand Tour, nobles, burgueses, aventureros e intelectuales con ansias de conocimiento y experiencia, gracias a unos ritmos pausados propios de otro tiempo. Ahora, la vorágine, la masificación y la impostura nos consumen, mientras parece que somos nosotros los que estamos consumiendo.

Pura arqueología

Los creadores de Ciudad de vacaciones se han preocupado más del contexto y de los habitantes que reciben a esas muchedumbres, que de la propia figura del turista y los aprendizajes que derivan del hecho de viajar. Prueba de ello es Donde nada ocurre, de Irene de Andrés, proyecto en el que la artista realiza un análisis arqueológico de todas las infraestructuras obsoletas que se convierten en restos de un ocio que muta a tanta velocidad como epidérmicos son sus contenidos. Centrada en discotecas que dejaron de serlo, la artista efectúa una cartografía arquitectónica de la ruina reciente que dice mucho del devenir social y de la superficialidad que se ha impostado en territorios como Ibiza. También acudiendo al formato arqueo-taxonómico se encuentra la propuesta de Marina Planas, que establece una disección histórica del concepto de hotel en Baleares. Partiendo del archivo de su abuelo, el fotógrafo comercial Planas Montanyà construye una investigación por acumulación, sucesión y superpo- sición que deja en evidencia los cambios sociales e ideológicos vinculados a la evolución formal de una determinada tipología, no sólo arquitectónica, que tiene que ver con un modelo de negocio y con una estructura económica variable. Un mapeado que se completa con el Glosario de espacios zombies del colectivo Idensitat, que investiga la «zombificación» de lugares vinculados al turismo.

Otra de las líneas del proyecto es la que se refiere a lo documental, una vía que se da también en trabajos como los de Daniel Gasol: una miscelánea de filmaciones encontradas y otras realizadas por el artista que examinan cuestiones que tienen que ver con lo político, con la evolución de la proyección exterior de la promoción turística y con la búsqueda y la modificación del «icono» que actúa como «reclamo». Una propuesta de recorrido histórico que también transita Neus Marroig en su Imagen pública, donde plantea la evolución de la imagen de la ciudad de Palma a partir de 40 citas textuales extraídas de publicaciones desde 1839.

Junto con la cartografía y la documentación, un enfoque crítico incardina muchas propuestas. Destaca Turismo sin documentos, de Adrián Melis, un complejo viaje lleno de simbolismo e ironía, donde el artista recorre sin ningún documento de identificación válido el camino que separa Barcelona de la Kunsthalle Basel, lugar donde debe exponer su trabajo. Un discurrir que no deja de interpelar a esas migraciones forzosas e ilegales que tantas personas se han visto obligadas a acometer para sobrevivir.

La «línea de costa»

Esa mirada descriptiva, analítica y crítica, donde se dan cita la sensibilidad, la ironía, el sarcasmo, la esperanza, el desáni- mo, el descreimiento y la frustración, es la que caracteriza el trabajo de Miguel Trillo, con un interesante estudio de los cambios sociales de España en 40 años. En este proyecto aplica su peculiar forma de ver las cosas a ese lugar fronterizo que es la «Línea de costa», en este caso de Palma, ámbito por excelencia de la «turistificación» en España. Un contexto, el de la costa, que también se convierte en espacio de reflexión idóneo de las propuestas de Epaminondi, Ochoa y Fran Simó. En Honeymoon Club Resort, de Xisco Bonnín, encontramos ese poso amargo de decadencia y distopía postromántica que destilan otras propuestas. Unas imágenes de esos complejos vacacionales que, abstrayéndose del territorio humano, histórico y geográfico donde se ubican, crean simulacros en los que ofrecen experiencias «únicas». La muestra se completa con las obras de Left Hand Rotation, Aizpitarte, Ángel Marcos, Pittatore, Miró, Vitali, Jana Leo, Marc Morell y Tomás Ruiz-Rivas.

Un planteamiento oportuno que sitúa al museo como laboratorio necesario de trabajo, reflexión y análisis; una investigación que parte de lo próximo, pero que mantiene una decidida vocación universal. Sin embargo, el hecho de que sea una propuesta abierta no debe descuidar las calidades mínimas en la formalización y presentación de las obras. Trabajar con presupuestos no adecuados puede generar este tipo de problemas, un mal recurrente que seguirá siendo habitual siempre que las asignaciones de dichos recursos dependan de estamentos políticos, y su distribución y aprobación, de patronatos, u órganos de gobierno compuestos casi en exclusiva por personas ajenas al sector cultural.

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