ARTE
La trama de lo (in)visible en el Museo ABC
Chema López lleva a cabo un profundo ejercicio crítico sobre la credibilidad de la imagen en el Museo ABC
Como en un juego de espejos, el depredador acabará siendo engañado con la ayuda de una estratagema similar a la que emplea para capturar y eliminar a sus víctimas. El simulacro conduce a la confusión -se toma algo por lo que no es- y ésta, a su vez, lleva a la perdición de quien se ha dejado confundir. Una trampa semejante es la que ingenia el comisario Matthäi en la película El cebo (Ladislao Vajda, 1958) para apresar a un asesino de niñas, si bien antes ha debido interpretar los indicios encriptados en el dibujo de su última víctima. De este relato (el filme está basado en la novela La promesa , de F. Dürrenmatt) y del libro Arte e ilusión , de E. H. Gombrich, parte Chema López (Albacete, 1969) en el Museo ABC (con la colaboración de la Fundación Banco Santander) para establecer un profundo ejercicio crítico en torno a la credibilidad de las imágenes, materia que viene siendo el eje central de su discurso.
Desubicados
Pero, ¿qué pinta o qué dibuja un artista que siente una profunda desconfianza hacia las imágenes? ¿Qué debemos ver en las escenas que representa (pues siempre trabaja a partir de referentes icónicos de naturaleza diversa)?: sospechamos que algo distinto a su significado convencional. De entrada, y simplificando las cosas, digamos que su estrategia se fundamenta en la desubicación o el desplazamiento de unas imágenes dadas que, de esta manera, quedarían abiertas a nuevas interpretaciones.
El modo en el que las plantea -en estricto blanco y negro, recurso elemental pero que resulta muy eficaz para su propósito- las sitúa en un nivel homogéneo y con ello consigue asimilarlas a un mismo orden dialéctico. Tanto es así que podríamos considerar el suyo como un estilo en grado menor: una estudiada borrosidad que alude al carácter gráfico (foto, impreso, frame ...) de sus fuentes y que concede a sus pinturas una cierta cualidad temporal, junto a un tipo de escueta y dura reproducción mimética que, en los dibujos, proclama su fidelidad a los originales.
Sin embargo, aquí la labor del «copista» no va dirigida a sorprender por su virtuosismo y tampoco a homenajear nada ni a nadie mediante una simple reproducción, sino al extrañamiento de esas imágenes. La morosidad que implica el hecho de llevar a cabo una copia manual invita a contemplarlas de una forma alterada , al tiempo que contribuye a que presintamos aspectos o significados ocultos más allá de lo obvio: en esto, la morosidad del espectador también es importante.
Desmontadas las imágenes de su andamiaje conceptual originario, López las utiliza como elementos de un discurso que se organiza de un modo algo brechtiano : «desmontarlas» para «remontarlas» e insistir así en la operación de descubrimiento de otros posibles sentidos , esta vez mediante el contacto de unas con otras y entre los distintos materiales (icónicos, textuales, documentales) que el artista incorpora en su proyecto.
Verdad en suspenso
Sin erradicar la problemática que la propuesta busca desvelar, «la verdad» queda en suspenso, pero en una situación bastante más comprometida, poniéndonos en guardia ante esa dosis de verosimilitud que parece recabar cualquier representación. El principal objetivo de este montaje no es resolver nada, sino exponer el oscurecimiento del que aquéllas participan; evidenciar las tramas a las que se acogen, denunciar esa «seducción del caos» de la que habla Basilio Martín Patino .
Además de la excelente factura de sus piezas, hay que destacar la incisiva perspicacia de Chema López para construir un discurso complejo y turbador , elocuente, bien elaborado y, a pesar de su polémica subjetividad, sumamente esclarecedor.
