Jocelyn Bell, astrónoma
Jocelyn Bell, astrónoma

¿Tienen las mujeres científicas el mismo reconocimiento que los hombres?

Jocelyn Bell, Cristina Garmendia, Carmen Magallón, Elvira Moya, Adela Muñoz y Margarita Salas cuentan su experiencia

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  1. «La sociedad británica no aprobaba que las madres trabajaran»

    Jocelyn Bell, astrónoma
    Jocelyn Bell, astrónoma

    La Astronomía es una ciencia en la que la participación femenina ha sido muy nutrida desde hace siglos, aunque las protagonistas no han recibido la atención que merecían. Casi podría hablarse de un «eclipse» de las astrónomas debido a su condición de mujer. Es el caso de excelentes profesionales como Margaret Burbidge, Vera Rubin o Jocelyn Bell Burnell. Las tres vieron como sus descubrimientos merecieron un premio Nobel, en el que, sin embargo, no estuvieron incluidas. En 2009, con motivo del año internacional de la Astronomía, Jocelyn Bell, en una entrevista a ABC, señalaba "No obtener el Premio Nobel me ha beneficiado".

    Mientras realizaba su tesis doctoral, en 1967, Jocelyn Bell descubrió el primer púlsar. En 1968 su hallazgo mereció el Nobel, pero el premio recayó en Antony Hewish, su director de tesis. Así explica cómo recibió la noticia: "Cuando anunciaron el premio, me di cuenta inmediatamente de su importancia porque era la primera vez que el Comité de Física otorgaba el galardón a unos astrónomos, y me sentí orgullosa de que fueran los púlsares los que les convencieran de que la Astronomía era una parte importante de la Física. A la vez yo estaba luchando por formar una familia y continuar con mi carrera profesional. En esa época la sociedad británica no aprobaba que las madres trabajaran y había pocas facilidades, como guarderías, etc. Sin embargo, me benefició enormemente que no me otorgaran el Nobel porque me vi rodeada de un clima de simpatía y apoyo feminista y después he recibido muchos otros premios. Y esto ha sido continuo y sostenido, y no sólo durante unas pocas semanas, que es lo que hubiera ocurrido si me hubieran dado el Nobel.

  2. «No te puedes equivocar de pareja. Debe asumir las mismas funciones»

    Cristina Garmendia, bioquímica y empresaria, ex ministra de Ciencia y Tecnología
    Cristina Garmendia, bioquímica y empresaria, ex ministra de Ciencia y Tecnología - Fundación Lilly

    Nacida en San Sebastián, en una familia de emprendedores y empresarios, Cristina Garmendia decidió estudiar Genética en la Universidad de Sevilla, con gran sorpresa para sus padres. Luego se trasladó a Madrid para hacer el doctorado con Margarita Salas. Animada por la calidad de la ciencia del Centro Nacional de Biotecnología, y la gran financiación que recibía, se preguntó si de ahí no podría surgir una empresa. Así fue como “los derroteros de la vida” la devolvieron al mundo empresarial del que había salido para unir su vocación y tradición familiar haciendo biología desde el ámbito de la empresa.

    En 15 citas con la Ciencia, respondía así a la pregunta de si hay un "techo de cristal", que dificulta la carrera científica a las mujeres: "No tener a la mitad del talento en las mejores posiciones es una ineficiencia económica. En España el problema es cultural. Yo no he tenido dificultades. Primero, me tocó la lotería familiar, con un padre nacido en 1915 que me decía: “para ser feliz tienes que ser libre, y para eso debes tener la mejor educación y no depender de nadie, ni de mí, ni de tu marido”. Y, luego, algo que depende de ti: no te puedes equivocar de marido. Si tu pareja no va a asumir las mismas funciones que tú, estás diseñando el problema en tu decisión. Hay que tener claro que juegas un papel en igualdad de oportunidades en la pareja. Y como tercer punto, hay que trabajar la cultura. No creo que haya animadversión a las mujeres. Pero he participado en algún foro donde de 20 personas era yo la única mujer. Esto no es presentable. Aquí entran las cuotas. No soy partidaria de la discriminación positiva, pero no nos va a quedar más remedio al paso que vamos.

  3. «Hice físicas porque entonces no era propio de mujeres»

    Carmen Magallón, catedrática
    Carmen Magallón, catedrática

    Carmen Magallón es doctora en Física y directora de la Fundación de Investigación para la Paz. Especialista en la historia de las mujeres en la Ciencia, es autora de varios libros, entre ellos Pioneras españolas en las ciencias. Las mujeres del Instituto Nacional de Física y Química (CSIC), todo un clásico. "Para los de ciencias soy de letras, y para los de letras soy de ciencias", explica. A la hora de elegir profesión quiso decantarse por algo difícil y novedoso: "Me gustaban las letras, pero me decidí por Físca. Fue un pecado de orgullo, porque quise hacer lo que no haría una chica. Fuimos de las primeras en acabar, en el 74. Y era un reto, entonces era la carrera más difícil. La Física me gusta pero opté por compromiso con las mujeres y el movimiento feminista, al ver que no estábamos reconocidas y quise poner mi granito de arena", explica a ABC.

    Una de las dificultades que encuentran las mujeres en cualquier profesión y también en ciencia es compatibilizar vida familiar y laboral. Ella lo sabe bien, "tengo un hijo doctor en química". Y ha investigado cuáles son los factoress para el éxito de las mujeres en la ciencia: "Los hemos estudiado con el Grupo Genero y Ciencia, que denominamos Gencianas, el nombre de una planta. Hemos trabajado en distintos proyectos, desde distintos los distintos ámbitos de sus integrantes. En Científicas que dejan huella, miramos qué factores habían favorecido el éxito, en lugar de mirar las barreras, para enfocar hacia el protagonismo en positivo, más que al victimismo. Identificamos como éxito, el que todas habían elegido una pareja que asumía quet tenía al lado una mujer científica. Otro factor importante era tener un mentor, que en muchos casos ha sido hombre. Y una familia que apoye que estudies, en muchos casos los padres, a veces las madres".

    "No avanzamos mucho. Las jóvenes se quejan de que es muy difícil mantener carrera y una familia. El marco social no está diseñado para hacerlo compatible. Tendríamos que preguntar si siempre más es mejor, si dedicarse de manera full time es fructífero para la ciencia. Porque la ciencia está hecha no solo de horas delante de una mesa, sino preguntas y vivencias. En la medida que tienes una mente más armónica generas preguntas y trabajos más creativos", concluye.

  4. «Se suponía que una mujer casada y con hijos no debía aspirar a más»

    Elvira Moya, Física
    Elvira Moya, Física - ABC

    Elvira Moya, fue la primera catedrática de Física en España. Como Carmen Magallón, asegura que hizo Física, "porque era la carrera más difícil. Entonces se daba por supuesto qu euna mujer mona, casada y con hijos no debía aspirar a más".

    Pionera en muchas cosas, en 2010, centenario del acceso de las mujeres a la Universidad, fue la primera en obtener el Premio de Física que otorga la Real Academia de esta disciplina, que había estado cerrado medio siglo a las mujeres. Sintió la indiferencia de su director de tesis y la dificultad de conciliar la maternidad con su carrera. Se enfrentó a la incomprensión de sus compañeros cuando obtuvo la cátedra frente a siete hombres, algunos de los cuales se sintieron «doblemente derrotados». Hoy está muy orgullosa de ser consultora del Comité Nobel. Nunca ha tenido la sensación de estar haciendo algo extraordinario y lo resume diciendo que «cuando eres capaz de hacer algo, no le das gran valor».

  5. «El techo de cristal somos nosotras»

    Adela Muñoz, Química
    Adela Muñoz, Química - Rocío Ruz

    Adela Muñoz es catedrática de Química inorgánica de la Universidad de Sevilla y "feminista desde que tengo uso de razón. Preferiría no tener que serlo, porque eso significaría que ambos sexos tenemos iguales derechos"

    Compatibilizar vida laboral y familiar, fue lo más difícil para ella: "Al quedarme embarazada, tuve parón de dos años, y me tuvieron como castigada, pese a que estaba en la facultad diez horas durante el embarazo, y luego cuando el niño era pequeño. Pensaban que iba a renunciar a la carrera científica". Dejar a la familia para seguir adelante, no fue fácil, explica: "Fue duro, al terminar la tesis, la estancia en el extranjero. Mi hijo tenía tre años, y se quedó con mi marido en España. El trauma fue más para mí que para el niño, estuve hablando con psiquiatras amigas, que me dieron que no era para tanto. Con el paso del tiempo he visto que fue bueno para ambos, que vivió en un mundo de viajes al extranjero y visitas de científicos a casa".

    Por eso no duda en afirmar que "el techo de cristal somos nosotras, porque no puedes hacer una ley que te quite estos remordimientos de la cabeza a la hora de compartir la crianza con la docencia. Tienes la sensación de que robas el tiempo a tu hijo, que eres mala madre".

    Una crencia "irracional" como ha podido comprobar, porque, aplicando el método científico, recopila testimonios entre sus compañeras que falseen esa creencia generalizada: "En el ámbito en el que me muevo los hijos de mis compañeras no tienen problemas, todos trabajan en peustos adecuados a su formación porque han tenido un doble referente, paterno y materno. Antes se decía que los hijos de madres trabajadoras salían mal. Y nos ha llevado treinta años ver que nuestros hijos son más felices y están más integrados que la media. Y la relación con los hijos entre mis compañeras es muy superior a la media".

    Sus testimonios están en la línea, explica, de un estudio de Harvard de 2014, "hecho con 25.000 familias que pone de manifiesto que los hijos de madres trabajadoras tienen más éxito al encontrar trabajo, y las niñas más capacidad de liderazgo e inciativa para buscar trabajo. Y los hombres se integran más en las labores familiares".

    Sin embargo, pese a las evidencias, los clichés siguen pesando y aún hoy un 60% de las mujeres que trabajan en ciencia priorizan la vida familiar sobre la laboral.

  6. «Se suponía que las mujeres no valíamos para investigar»

    Margarita Salas, profesora de investigación del CSIC
    Margarita Salas, profesora de investigación del CSIC - ABC

    Margarita Salas se topó con la incomprensión de un director de tesis que la admitió en el laboratorio únicamente porque llevaba una carta de recomendación de Severo Ochoa pero que ni siquiera tenía fe en que acabara su trabajo. Cuenta que la ignoraba por completo y se dirigía únicamente al que luego se convertiría en su marido, Eladio Viñuela, que preparaba la tesis con el mismo director.

    JUnto a su marido, Eladio Viñuela, introdujo la Biología Molecular en España, con el estudio del fago Phi29. «Las primeras hemos tenido que luchar mucho y tener muy claro lo que queríamos ser en el mundo profesional», explica. Fue adelantada a su tiempo a la hora de retrasar la maternidad: «Aunque me casé a los 24, tuve a mi hija con 37 años», algo nada habitual en 1975.

    Entre otros muchos hitos, Margarita Salas fue la primera mujer en ingresar, en 1988, en la Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. También es uan de las pocas mujeres académicas de la RAE. Echa en falta que todavía ninguna mujer ha sido presidenta del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, a pesar de que hay buenas candidatas. Cree que la «endogamia masculina» que hace que los hombres solo piensen en hombres para los cargos se irá diluyendo por el peso de las estadísticas.

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