Andrés Lima (a la izquierda) y Alfredo Sanzol
Andrés Lima (a la izquierda) y Alfredo Sanzol - Ignacio Gil
TEATRO

«La ternura» y «Sueño», la comedia es cosa seria

«La ternura» y «Sueño», escritas y dirigidas respectivamente por Alfredo Sanzol y Andrés Lima, retoman en La Abadía el proyecto Teatro de la Ciudad, centrándose ahora no en la tragedia, sino en la comedia, con Shakespeare como inspiración

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En «La respiración», su pieza anterior a «La ternura» -que el Teatro de La Abadía recupera desde el 7 hasta el 25 de junio- Alfredo Sanzol (Pamplona, 1972) hace que su protagonista, Nagore, aprenda precisamente a eso, a respirar. Porque aspirar y espirar bien es prioritario en una situación de gran estrés como la que provoca una ruptura sentimental. Algo que Sanzol vivió en carne propia, pues la obra se basaba en su biografía. Una experiencia de dolor e incertidumbre que puede arrastrar al rechazo del amor. «Después de una separación -señala Sanzol-, el primer impulso es no querer volver a sufrir, irse a una isla desierta, construirnos nuestra propia isla».

En «La ternura», a una isla desierta se van la maga Esmeralda y sus dos hijas. Esmeralda está harta de los hombres y no desea que sus hijas pasen por el suplicio de un matrimonio que las sumiría en la infelicidad. Pero resulta que esa isla supuestamente inhabitada no es tal. Allí se han instalado un leñador y sus dos hijos huyendo de las mujeres. A partir de ahí, Sanzol urde una trama de giros sorprendentes, encuentros y desencuentros, enredos, presidida por una total hilaridad, con momentos especialmente cómicos y aplaudidos por el público como cuando un personaje habla con la voz de otro.

Tengo un plan

Aunque, subraya el dramaturgo, no es solo eso: «Esmeralda, con sus continuos anuncios de que tiene un plan, es una metáfora de la vida real, en la que estamos metidos en planes, proyectos, deseos, y también manipulaciones, engaños... La comedia nos enfrenta a esa ansiedad que suele hacernos tan desdichados y la risa nos libera. El humor es esencial, una herramienta insustitutible para crear y para vivir. Pero no podemos olvidarnos del dolor. Si lo apartas, los personajes se deshumanizan. No obstante, "La ternura" surge del momento en el que me doy cuenta de que edificarse una isla es un absurdo, pretender no pasarlo mal es imposible. En la pieza se plantea cómo buscamos protegernos del sufrimiento que produce la vivencia del amor. Pero este implica inevitablemente riesgo. Siento que tengo necesidad de amor, de ternura, de que me la den y darla yo».

Un momento de «La ternura», de Alfredo Sanzol
Un momento de «La ternura», de Alfredo Sanzol

Para «La ternura», que puede verse hasta el 4 de junio, Sanzol ha llevado a cabo una exploración de las comedias de Shakespeare: «En los diálogos de "La ternura" pueden rastrearse los títulos de sus catorce comedias». Aunque sobre todo -apunta su autor- están presentes «La tempestad» -Esmeralda sería un Próspero con faldas-, «Noche de Reyes», «Como gustéis», «Mucho ruido y pocas nueces» y «Sueño de una noche de verano». Y explica: «Al abordar la comedia en el Teatro de la Ciudad, tras la tragedia en su primera edición, no pensamos al principio en Shakespeare. Pero pronto nos dimos cuenta de que es un punto de inflexión ineludible. Recoge toda la tradición grecolatina y la medieval popular para configurar la comedia moderna».

Una escena de «Sueño», de Andrés Lima
Una escena de «Sueño», de Andrés Lima

Por su parte, Andrés Lima (Madrid, 1961) apunta: «Nuestro Siglo de Oro es muy potente. Pero Shakespeare es una especie de Biblia. Toca todos los palos». Lima ha trabajado mucho al dramaturgo británico y ahora, para «Sueño», se inspira en «Sueño de una noche de verano» y en «El rey Lear». Por eso califica su pieza (en cartel hasta el 18 de junio) como «comedia muy trágica», y que encierra una carga personal que le otorga una honda intensidad: «Un día que fui a visitar a mi padre en la residencia, me lo encontré en el gimnasio. Estaban allí solo mi padre y un chico con síndrome de Down poniendo a Beethoven a todo volumen. Pensé que eso era "El rey Lear", envejecer es "El rey Lear". La cercanía de la locura y la muerte. ¿Se les puede perder el miedo? Únicamente a través del sentido del humor. Recordé la fórmula de Groucho Marx que decía que tragedia más tiempo es igual a comedia. Por ejemplo, para quitar dramatismo o incluso sonreír con el recuerdo de la desparición de un ser querido, es preciso contar con la perspectiva del tiempo». Subraya asimismo Lima que en «Sueño» descubrió, y así nos lo transmite, que «a medida que la muerte acecha, que se acerca más y más, se tiene mayor y más intenso deseo de vivir y de amar».

Aquí y ahora

Y prosigue Andrés Lima: «La comedia es un terreno que lo abarca todo. Y lo que subyace en ella es tan profundo y valioso para la vida como lo que trasmite la tragedia. Así lo reconoció Montaigne. En nuestra existencia se entrecruzan el dolor y la risa, la vida y la muerte, y hasta la cordura y la locura. Y España es un país tragicómico por excelencia».

Por otro lado, tanto Sanzol como Lima subrayan lo decisivo de la labor de los actores -con los que han trabajado codo con codo a pie de taller y de escenario, puliendo las piezas-, en que los montajes llegaran a buen puerto. El elenco actoral de «La ternura» lo forman Paco Déniz, Elena González, Natalia Hernández, Javier Lara, Juan Antonio Lumbreras y Eva Trancón, y el de «Sueño» está compuesto por Chema Adeva, Laura Galán, Nathalie Poza, Ainhoa Santamaría y María Vázquez.

Igualmente manifiestan que sus obras, textos independientes aunque con el referente del universo shakespereano, no eluden cuestiones transcendentales del aquí y ahora. Ponen sobre la mesa las nada fáciles relaciones entre hombres y mujeres en «La ternura» y la visibilidad de los mayores en «Sueño». «Para el consumismo occidental, cuanto más mayor eres menos consumes y menos produces. Así que mejor esconderlas», dice Lima. Eso no significa que su teatro sea un púlpito. El teatro jamás debe serlo, «si lo es resulta sospechoso», confiesa Lima. Los dos coinciden en que a lo que ha de aspirar es a conmover. También a reflexionar, pero nunca, recalca Lima, en una «reflexión programada». Y, sobre todo, explican, la comedia, el teatro, «es la celebración de la vida». La vida, tan trágica, tan cómica.

Paralelamente a las dos funciones, el director de escena británico Dan Jemmett, gran conocedor del autor de «Romeo y Julieta», a quien ha subido a las tablas en diversas ocasiones, ha preparado un sugerente espectáculo que se desarrolla en diferentes partes del jardín de La Abadía. En la propuesta, los espectadores disfrutarán de la posibilidad de vivir a la carta once experiencias escénicas diferentes de la mano del actor Jesús Barranco que encarna a un travieso y tansgresor personaje indefinido, ni hombre ni mujer, mitad Puck -el juguetón duendecillo de «Sueño de una noche de verano», y mitad Calibán de «La tempestad».

Tras su paso por La Abadía, «La ternura» y «Sueño» iniciarán una gira por numerosas plazas de la geografía española. Los dos montajes son una coproducción del Teatro de La Abadía y del Teatro de la Ciudad, un ambicioso proyecto ideado como una apuesta por la investigación, la reflexión, la creación, la producción y la exhibición teatrales, e impulsado por Miguel del Arco -que hoy ya no forma parte de él, absorbido por su Teatro Kamikaze-, Andrés Lima y Alfredo Sanzol.

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