Javier Esteban impartiendo una conferencia sobre los sueños en El Bosco
Javier Esteban impartiendo una conferencia sobre los sueños en El Bosco - ABC

«Los sueños siempre tienen significado»

Javier Esteban es, además de profesor universitario, facilitador de sueños. Asegura que si los estudiáramos, comprenderíamos mejor quiénes somos, qué nos sucede y adónde vamos, entre otras preguntas trascendentales

Madrid Actualizado: Guardar
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Una mujer de treinta y tantos está dándose un baño en una piscina onírica, intranquila, porque hay en ella un tiburón (interpretado por un hombre de jersey negro) que le asusta. La representación del sueño es conducida por el director de orquesta Javier Esteban, profesor en la Universidad Camilo José Cela, máster en psicoanálisis y facilitador de sueños. ¿Es su pareja, la persona con la que acaba de irse a vivir, el tiburón? ¿Tiene miedo a las crisis derivadas del roce que hace florecer el cariño y también el odio? ¿O es ella el escualo? El pasado 8 de noviembre, ante más de cien personas congregadas en el Centro Conde Duque, el terapeuta puso en acción su método con los voluntarios que subieron al escenario.

«Empecé con la literatura de los sueños, me aproximé a Arrabal y Jodorowsky, que era la cola que quedaba del movimiento surrealista. Me interesaba este mundo desde la infancia», nos cuenta Esteban en una charla teléfonica. Su primer libro, «Duermevela», un diario de sus sueños, cayó en manos del que sería su maestro, Luis Cencillo, con el que estuvo tres años interpretando sus visiones yacientes. ABC ha charlado con el facilitador para que nos cuente más sobre sus círculos de sueños.

Con el sistema tradicional, si vamos a interpretar el sueño, lo que hacemos es una teoría del sueño. Si yo soy freudiano pues voy apuntar lo fálico, los deseos, voy a apuntar la represión. Si soy jungiano me voy a centrar en la simbología del sueño, me voy a obsesionar con los símbolos del sueño. Por ponerte un ejemplo: una mujer soñó que estaba en la playa con unos amigos y que algo brillaba en el fondo del mar. Se tiraba a por ello y lo sacaba. Y, oh, es una maravilla, como una agenda gigante ortogonal con unos colores muy bonitos. Y le enseñaba este tesoro emocional a uno de esos amigos. Y este le decía que eso se lo encuentran todos los días, que no vale nada. Y ella, al final, tiraba el tesoro. Pues una terapeuta jungiana amiga mía se obsesionó en la forma del tesoro, porque cierra todas las posibles líneas de energía y, en sí mismo, ya es un tesoro. Se había quedado con el símbolo, mientras que en la representación lo importante es que esta mujer había renunciado a un encuentro suyo con su propia vida inconsciente porque alguien le había dado una orden. Si fuéramos freudianos haríamos una interpretación del agua, del placer, del deseo frustrado, de llevar algo a cabo. Lo malo de la interpretación es que normalmente obedecen a una ideología y se preocupan más porque el sueño coincida con lo que piensan ideológicamente que por la propia realidad del sueño... y, sobre todo, por lo que tiene que ver el sueño con la existencia de la persona.

Ha ejercido de periodista y le apasiona el género de la entrevista. Y ahora utiliza la mayéutica para analizar los sueños.

A mí siempre me ha interesado la entrevista psicológica, para conocer al otro. Incluso más que para conocer lo que dice, para conocer al otro. Tuve mi fase de escritor, de periodista,... Tuve mi propia revista, «Generación XXI», y ahí empecé a conocer a personajes del mundo de la psicología, entro otros a Cencillo, y a especializarme en este género. Hice varios libros de entrevistas, con Claudio Naranjo, con Alejandro Jodorowski, etc. Me he especializado en la entrevista como una forma de trabajo que ha pasado de lo periodístico a lo terapéutico. Y el método mayeutico es el que empleo para analizar el sueño: la entrevista.

¿Es «quién soy yo» la pregunta más difícil de responder?

Es posible, sí. Quién soy yo y qué hago aquí. Es difícil porque las personas somos máscaras, somos relatos a nosotros mismos en una existencia limitada. Con la posición de conciencia que ocupamos, no podemos ver todo el mapa y dónde estamos, sino que vemos nuestro propio relato. Pasa un buey en un día de lluvia y hace un hueco con la pezuña. Se cae un mosquito en el charco y piensa que es un capitán, que tiene que ir allí y traer alimentos a sus hijos, monta una compañía naviera... y viene la otra pata del buey, la de atrás, y le aplasta. Es un relato muy duro de la existencia humana... Pero somos puntos de percepción y tenemos una visión de lo real muy limitada. Precisamente el conocimiento es saber qué es lo real y qué hacemos aquí. Vamos a los clásicos. Sé que no sé nada. Sé que soy una máscara, porque la persona es máscara. Y a medida que voy creciendo voy desvelando el conocimiento y voy aprendiendo cuál es mi sentido en la vida, que es enterarme de qué es la propia vida. Y gozarla. Ese es un poco el resumen.

Al conocerse a fondo, entonces, es cuando se puede ser feliz.

Sí, porque relativizas todo lo que ha ocurrido y lo que te puede ocurrir.

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