Stephen Dixon, idas y vueltas
Si las primeras páginas son un «shock», no se pierdan el resto, lleno de curvas, de esta carretera «Interestatal»
Actualizado: GuardarUna de las frases más citadas del escritor James Salter -cuya hija de veinticinco años murió en un accidente doméstico- es «Nunca he sido capaz de escribir sobre eso. Puede recitarse la muerte de reyes, pero no la de un hijo propio».
Sin embargo, Nathan Frey -protagonista de «Interestatal»- no puede dejar de recitar exactamente eso.
Y aquí vienen Frey y sus dos pequeñas hijas, por la autopista, de regreso a casa tras un fin de semana en Manhattan. Y de pronto se encienden los motores de un terremoto terrible que lo cambia todo para siempre. Lo que ocurre es algo tan incomprensible y monstruoso que el único consuelo que queda es contarlo y recontarlo, escribirlo y reescribirlo, una y otra vez.
Del ánimo y resistencia del lector dependerá el acompañar a Frey y leerlo y releerlo.
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