ARTE

Stephan Balkenhol: «No persigo hacer un calco de la realidad»

Stephan Balkenhol, un referente de la escultura figurativa en Europa, vuelve a exponer su trabajo desde la próxima semana de forma retrospectiva en España. La cita será en el CACMálaga

Balkenhol en su estudio
Javier Díaz-Guardiola

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Hace 15 años, el CACMálaga abría sus puertas. Y a su entrada colocaba una escultura monumental de Stephan Balkenhol (Alemania, 1957), «Moving Man 2», que hoy es un icono del centro. Sin embargo, el artista no había cruzado aún su umbral con una exposición. Ese momento llega ahora veinte años después de que otro museo, el CGAC , le dedicara la primera retrospectiva española. Momento de comparaciones, aunque éstas sean odiosas.

¿Cómo afronta esta segunda revisión de su trabajo en nuestro país, casi 20 años después?

Me sentí muy honrado cuando me invitaron a exponer en Santiago. Y ahora siento lo mismo con el CACMálaga. Estoy deseando inaugurar. Me interesa ver cómo mi trabajo ha evolucionado en ese tiempo.

«Mis esculturas tienen posturas estáticas, pero muy abiertas. En cualquier momento podrían empezar a reír, a gritar, a cantar, a saltar... Eso depende del espectador»

El clásico hombre con camisa blanca y pantalones negros, un tema frecuente en mi obra, se diferencia ahora mucho. Al plantearme preguntas existenciales sobre la naturaleza humana sigo obligándome a abandonar caminos trillados y a descubrir territorios desconocidos. En los últimos años he creado obras más metafóricas o paráfrasis. Y me planteo el reto de hacer relieves de gran tamaño.

¿Es su escultura realmente figurativa?

Es figurativa porque se inspira en la figura y la realidad humana. Pero no pretendo trabajar de forma naturalista y describir el mundo calcándolo. Mi obra siempre es una interpretación de lo real. Sin embargo, también se pueden encontrar elementos abstractos en ella.

Se le ha relacionado con el minimalismo por sus orígenes, con el expresionismo por su manera de trabajar la madera... Sin embargo, la Historia del Arte irrumpe muchas veces en sus composiciones. ¿Qué ocurre cuando estas referencias se traen al presente?

Mi profesor, Ulrich Rückriem, trabajó al principio de forma figurativa y luego se pasó a la reducción radical, volviendo a las formas concretas que no representan nada. Como alumno suyo, en cierta manera copié su estilo. Pero, al final, acabé encontrando la figura. Seguí su camino en dirección contraria: empecé con el material y luego descubrí la figura. Sin embargo, siempre se encuentran elementos minimalistas o abstractos en mi obra. Trabajo expresivamente porque muestro figuras humanas que tienen una expresión. Pero ésta es abierta y ambivalente: puede provocar varios estados de ánimo, todos ellos.

«Aunque parezca que el mío es un trabajo rápido, porque un rostro se crea con unos toques, es traicionero por su probable aleatoriedad»

Mis obras son espejos de madera de nuestro yo frágil y controvertido. En todas las épocas, los artistas se han enfrentado a las obras de sus predecesores, para entender mejor los matices formales, pero también para resaltar su escritura personal. Mi arte es una búsqueda de los fundamentos, de la esencia de la condición humana. Mi objetivo, a través de la confrontación con el Arte y su Historia, es la apropiación del mundo.

Mucho se ha hablado de la influencia de Röckriem, al que ha mencionado. ¿De qué forma ha «matado» ya al padre»?

Fue un golpe de suerte conocer a Rückriem al principio de mi carrera. Con él la pregunta sobre la figura se planteaba de forma natural, ya que él no la trabajaba. Al tiempo, tenía un buen criterio porque había trabajado figurativamente antes. No estoy seguro de si yo trabajaría como lo hago hoy si no lo hubiese conocido entonces.

Sigue siendo fiel a la madera.

La madera es sincera. Refleja mi carácter como artista y mi ritmo de trabajo. El yeso sería demasiado rápido; la piedra, demasiado lenta. Y tampoco dura como el bronce. No se considera importante. Tiene suficiente resistencia y libertad para mi actividad. La descubrí pronto, de joven. En la academia, se daba prioridad a otros materiales. Pero con ella no tengo que renunciar a las diferentes fases en el proceso: cortar, unir y colorear. Aunque parezca que el mío es un trabajo rápido, porque un rostro se crea con unos toques, es traicionero por su probable aleatoriedad.

Detalle de una de las esculturas del artista alemán

¿Por qué no funcionarían sus piezas sin pintura?

Hace 30 años tomé intuitivamente la decisión de darles color. Me resultaba natural. Quería disminuir la importancia del propio material. Se suponía que la figura tenía que ser más importante y parecer más vívida.

Su referente es el individuo, pero no trabaja con escala 1:1.

Mi trabajo es sobre la escultura, no sobre el trampantojo. Debe quedar claro que lo que miras es una escultura y no una imitación ilusoria de una persona. Por eso trabajo pocas veces a tamaño real.

Eso hace que quede más claro su tendencia a usar pedestales, que en el pasado cumplían una misión clara.

En primer lugar, eso se debe en parte al tamaño de las obras. En las más pequeñas lo incluyo para subirlas al nivel de la vista. A veces se intensifica la presencia de una escultura al estar elevada. Sin embargo, los pedestales no tienen una función jerárquica. Se hacen con el mismo tronco y, por tanto, hace referencia al origen del material.

También cultiva la escultura para espacios abiertos. De hecho, una de sus obras preside la entrada del CACMálaga.

Siempre diseño obras para sitios concretos porque quiero que interactúen con su entorno, y por tanto, con el espacio y el espectador. Por un lado, deben intrigar al transeúnte, y, por otro, dar la impresión de que siempre estuvieron allí. Así se motiva al espectador para que active su imaginación. En Málaga, incluso le pusieron un apodo a la escultura.

Sí, «El dobladito». Esa obra rompe la tendencia al hieratismo de sus trabajos.

Efectivamente, «Moving Man 2» es una excepción. En general, mis esculturas tienen posturas estáticas, pero muy abiertas, que es lo importante. En cualquier momento podrían empezar a reír, a gritar, a cantar, a saltar... Depende del espectador.

Dice que las esculturas no deben representar a nadie. ¿Son todas ellas Stephan Balkenhol?

Busco la esencia de la condición humana. Y eso empieza automáticamente por mí. Mis obras no son autorretratos, pero no puedo salir de mi propia piel. También trabajo sin un modelo, y lo que mejor conozco es mi propia fisionomía...

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