Arthur Rimbaud
Arthur Rimbaud
LIBROS

Rimbaud, de ultratumba

Se publica la «Obra Completa» (Atalanta) del poeta francés, en una edición bilingüe a cargo de Mauro Armiño. Imprescindible

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Según Ángel González, «Rimbaud tuvo el valor de darle a la realidad con la puerta en las narices», y ese portazo fue -añadía- la causa de que Antonio Machado se quedara «fuera de las corrientes literarias» de moda en su tiempo». Lo primero es evidente; lo segundo resulta discutible, pues tanto don Antonio como su hermano Manuel sufrieron el influjo rimbaudeano, visible en los ecos que el primer verso de «Sensation» -«En las tardes azules de verano, iré por los senderos»- deja en aquel y en la huella que el quinto verso del mismo poema -«no hablaré, no pensaré en nada»- deja en «el mar, el mar y no pensar en nada» de este. Rimbaud ha sido un poeta muy transitado por nuestra penúltima y última tradición.

Si Mallarmé reescribía el verso 49 de «Soleil et Chair», Darío tomaba de los versos 6 y 41 de «Credo in unam» su «carne de mujer», como Claudio Rodríguez pudo sacar de «je bous d’ivresse» el título de «Don de la ebriedad» y el propio Ángel González, de su «do, mi», el acierto de su «Calambur».

Golfo de sombra

No poco del llamado «feísmo modernista» procede de Rimbaud, como también no poco de la poesía, más que social, revolucionaria: «El Poeta hará suyo el llanto del Infame, / el odio del Forzado, el clamor del Maldito». Su «Naturaleza en pantalones» la convierte Mayakovski en «La nube en pantalones». Apollinaire sacó de él su «Zone». Los surrealistas se indigestaron de él; los del 27 lo deglutieron, pero no tanto como aquellos: Alberti se sirvió del primer verso de «Roman» para acuñar el noveno de su «Carta abierta» y expresiones como «golfo de sombra»; Cernuda extrajo de «Les assis» sus «Vientres sentados», y del «je dirai quelque jour vos naissances latentes» del soneto de las vocales, su «Diré cómo nacisteis…»; y Aleixandre, del «savez-vous» de «Le bateau ivre», el «sabedlo» de su poema «Se querían».

No es improbable que el término «putrefacto», tan de uso en los años 20 en la Residencia de Estudiantes -sobre todo, en boca de Dalí y Buñuel-, proceda de «hargneux pourris» de «L’Orgie Parisienne ou Paris se repeuple». Hasta un pintor como Néstor de la Torre se inspiró en él para su «Poema del mar», como Neruda en la sintaxis del cuarto movimiento de «Infance» y su «melancólica lejía de oro del crepúsculo». «Recuerdo» parece ser la base del más conocido poema de Agustín de Foxá, y el cuarto verso de «Est-elle Almée», el molde de la ciudad comercial de Tomás Morales. Yorgos Seferis utilizó como cita los versos tercero y cuarto de «Fêtes de la faim», y es posible que José Hierro encontrara, en los «sofismas mágicos» explicados «con la alucinación de las palabras» de «Alchimie du verse», la clave para su «Libro de las alucinaciones», como «Un envol de pigeons écarlates tonne autor de ma pensé» dan la impresión de ser la fuente del «casual flocks of pigeons» de Wallace Stevens.

Complejo territorio

Estos ejemplos -tomados al compás de mi memoria- bastan para mostrar el determinante influjo de Rimbaud y también su continuo saqueo, inconsciente o no -esto es lo de menos-, por los poetas posteriores. Disponer de un Rimbaud completo, con todas las variantes de los poemas, un álbum sobre las personalidades que intervienen en su vida, su interesantísima correspondencia, un amplio conjunto de ilustraciones y fotografías, diferentes apéndices -entre los que destacan sus composiciones en latín- y documentos -como el relativo al disparo de Bruselas-, así como un imponente aparato crítico constituido por más de doscientas páginas de notas, convierten esta edición de «Obra completa bilingüe» (Atalanta) en imprescindible. Lo que no quiere decir que no se pueda y se deba mejorar en algunos puntos, como la transcripción al español de los nombres de los dioses de la mitología clásica.

La obra de Rimbaud -por el azaroso modo en que buena parte de ella nos ha llegado- presenta no pocos problemas de crítica textual. Mauro Armiño ha tenido que optar entre la propuesta de presentación de la obra hecha por Jean-Luc de Steinmetz y la de André Guyaux, y se ha inclinado por una situación hasta cierto punto «intermedia» entre las de ambos. Lo que es tan comprensible como aceptable en lo relativo a la ordenación. El resultado permite hacerse una idea muy clara de la personalidad y la escritura de su autor, del sistema de sus imágenes, del funcionamiento de su métrica, de la originalidad de sus poemas en prosa, tan distintos a los de Baudelaire, de su metapoesía, su poética y su creación, reunidas aquí en un mapa que da cuenta precisa de la amplitud y las características de su complejo territorio. Rimbaud se sabía «de ultratumba» y por eso pregonaba que «Hay que ser absolutamente moderno». Y, desde luego, lo fue.

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