LIBROS

«Relatos» de Patricia Highsmith: mirarnos en el espejo

Se reúnen los cinco primero libros de cuentos de la escritora norteamericana

La gran dama de la novela negra, Patricia Highsmith

MARINA SANMARTÍN

«Las personas creativas no hacen juicios morales», escribía Patricia Highsmith en «Suspense» (1981), su análisis sobre la creación literaria enfocada a la novela de género. Se trata de una afirmación difícil de cumplir y, sin embargo, cada uno de los relatos que se incluyen en la antología recientemente publicada por Anagrama son una buena muestra de ello. La propuesta incluye los primeros cinco libros de cuentos de la escritora estadounidense. Dos de ellos, «Crímenes bestiales» y «Pequeños cuentos misóginos» , ya habían aparecido antes en la editorial; pero los otros tres no: «Once», «La casa negra» y «A merced del viento».

En las más de 800 páginas de la recopilación, y a pesar de la amplitud del abanico cronológico de los relatos, que vieron la luz entre la década de los cuarenta y la de los ochenta, la calidad es una constante . Nos encontramos ante una exhibición del dominio de la tensión literaria y, como señala Graham Greene en el prólogo de «Once», ante «una poeta de la aprensión más que del miedo» .

Ejercicio de sadismo

Desde el primero de los textos, «El observador de caracoles», Highsmith despliega su maestría para distorsionar lo cotidiano hasta presentárnoslo como algo amenazador, igual que un mar recorrido por peligrosas corrientes submarinas pero aparentemente en calma. En este aspecto, sus cuentos, sepultados de forma inmerecida bajo el éxito rotundo de sus novelas, son portadores de la clase de horror que caracteriza «La mosca», el relato de Katherine Mansfield en el que un hecho «a priori» sin importancia, matar a un insecto que molesta, se convierte en un ejercicio de sadismo.

Por otra parte, los mecanismos que Highsmith activa con precisión en novelas como «El talento de Mr. Ripley» o «El temblor de la falsificación» se encuentran en estas historias breves reproducidos en miniatura. De todos ellos, hay que destacar uno, que brilla sobre todo en los «Pequeños cuentos misóginos»: el poder de retratar la ausencia de lógica en lo terrible , un acierto que muchos autores de policiaca olvidan al empeñarse en justificar hasta el más mínimo detalle con una razón.

Los comportamientos reales a menudo carecen de sentido, son producto de impulsos que escapan a nuestra capacidad de comprensión, y los personajes de Highsmith actúan como individuos auténticos, muy próximos a nosotros en su incoherencia y en sus ataques de ira. Leerla es, en cierto modo, mirarse en un espejo que refleja nuestra expresión más temible.

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