El periodista Mikel Ayestaran, en la entrevista con ABC
El periodista Mikel Ayestaran, en la entrevista con ABC - Fotos: IGNACIO GIL
Entrevista

«Mikel Ayestaran rompe con lo del corresponsal de guerra de ¡bam bam! y luego al bar hasta las seis»

Uno de los periodistas más seguidos de España, Mikel Ayestaran, presenta su libro, «Oriente Medio, Oriente roto» (Ed. Península), de «crónicas de las crónicas» de ABC y otros diario de Vocento y la televisión vasca ETB

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En tiempos de recortes y sufridas secciones de internacional, las editoriales viven un boom de libros de periodistas, de freelances, de corresponsales y colaboradores, sobre viajes e historias de viajes, anécdotas, secuestros propios o tragedias ajenas, del África subsahariana, de los refugiados o de la destrucción de Oriente Medio. Llegan a la Feria de Libro oleadas de versiones extendidas de influyentes hilos de Twitter y crónicas tradicionales. Uno de los periodistas más seguidos de España, Mikel Ayestaran (Beasain, 1975), presenta su libro, «Oriente Medio, Oriente roto» (Ed. Península), de «crónicas de las crónicas» de ABC y otros diarios de Vocento y la televisión vasca ETB. Con la sencillez propia de un recién llegado y con un humor muy del norte, Ayestaran recuerda desde su primera guerra, en Líbano, 2006, a la que llega por carambola como tertuliano de una televisión iraní, hasta cuando pisa la tierra de la milenaria Palmira atacada por los yihadistas del autodenominado Estado Islámico.

La imagen del periodismo de guerra lleva mitificada desde hace varios años. En cambio, en este libro no caben ni batallitas ni heroicidades, cuando reconoce que, en plena guerra en Georgia por Osetia del Sur y estando en muletas, a usted los teletipos le salvan la cobertura por unos días.

El género estrella en el periodismo internacional es el recortaje. Olvídate del reportaje, el 95% de tu trabajo es el recortaje, que te manden los cables de las agencias y le das “a touch of class”, al menos en España. No estás en todos los sitios, aquí o Bagdad tu visión es súper limitada, y terminas haciendo periodismo local y el periódico quiere una visión más amplia. Los grandes maestros del recortaje han sido Ramón Lobo y Javier Espinosa. Ellos me dieron el nombre de este género y con los años, es verdad, al final mucho de lo que haces es recortajear.

Cuando empiezas lo idealizas todo.

¿Qué edad tienes tú?

26

Con 26 años tienes un punto de inocencia que luego pierdes cuando empiezas a trabajar en el terreno, nuestra profesión está excesivamente idealizada. Corresponsal de guerra, conflicto, como sea... Mikel Ayestaran rompe un poco la imagen de un 'frontliner' que busca ¡bam bam! y está en el bar hasta las seis de la mañana.

En «Hijos del Nilo», Xavier Aldekoa (periodista de La Vanguardia y uno de los fundadores junto con Ayestaran de Revista 5W) se ríe también de sí mismo pero aderezándolo con un toque de misticismo. En “Oriente Medio, Oriente roto”, todo parece más aséptico, más terrenal.

Xavi es muy de este periodismo narrativo y yo soy un proletario del día a día, del breaking. Estoy acostumbrado a escribir mucho cada día, gracias a Dios, y siempre en pasado y en tercera persona. Meterme en este lío escribiendo en presente y en primera persona me daba pudor. Se lo pasaba a algunos colegas para preguntarle si esta opinión le interesaba a alguien, y parece que sí. Ahora bien, no sé qué puede ser esto. No es un dietario. Pueden ser las crónicas de mis crónicas. Y me ha costado curro buscarle el tono, el pulso. En este caso, era necesario violar las normas de estilo y recurrir a la primera persona y tratar de hacerlo así para mantener un hilo y un pulso.

¿Cómo surge este libro? ¿En qué se inspira?

Este libro lo llevo currando desde 2004 con anotaciones y material de aquí y allá. En una escala en Estambul me encuentro con Xavier Aldekoa, que somos muy amigos, y me pasa su Océano África. Y cuando lo veo… le comento que “esto lo tengo hecho”. “Esto triunfa”, me dice. Parece que hay interés, aunque a veces pierda la esperanza con la profesión. Por eso estoy tan sorprendido que en dos días se vendan dos ediciones de un libro de Oriente Medio. Parece que interesa Internacional. Me devuelve la esperanza.

Más que el medio, es la marca personal lo que triunfa.

La marca es importante, pero tiene que haber contenido, porque si vendes humo da igual que sean 140 caracteres que un libro y sobre todo en algo tan específico: no estamos hablando de temas del corazón o del Real Madrid. Son temas duros que no invitan a la gran mayoría a leer. Es para una minoría mayoritaria y abrir estos círculos es importante para la profesión. Pero sin ser épico, ¿eh?

Parece como si se empeñara en quitar toda épica a lo que hace.

Igual es porque soy guipuzcoano y somos más de pueblo, con carácter diferente. Es broma. No me interesa porque no me parece ético. Estoy seguro de que, con unas horas de lo que se puede vivir en Alepo, hay compañeros que pueden escribir una novela con buena mano, pero yo he priorizado los personajes y me he limitado a hacer el hilo conductor. He metido viajes, pero el protagonista son los hechos y los entrevistados. Me ha costado el equilibrio.

¿Cómo se deja un trabajo estable para ir a la guerra?

Tienes que saber donde estas. Estás en el «Diario Vasco» y sabes lo que puedes hacer y lo que no y como mucho aspirar a viajar con la Real Sociedad, ¡como este año! Buscabas las alternativas para viajar como mochilero y hacías los típicos reportajes de viajes pero luego querías más. Te interesaban estos conflictos o aquellos y tuve que despegarme, quitarme de los pechos de la madre e irme, aunque con red y dentro del grupo. Hice contactos y me lancé.

En el libro recuerda cuando fue, de veinteañero y mochilero, a Moscú con su primer sueldo en la fábrica de Volkswagen de Pamplona. Ese viaje le cambió su noción de la URSS y Rusia. ¿Le ha pasado algo parecido con Oriente Medio?

Sigo buscando buenos relojes de Sadam (Hussein), de Bashar (Al Assad), Hafez (Al Assad)…en casa tengo un museo de los horrores que es tremendo

¿Hay mucho de golpe de suerte y de milagro?

Todos son cúmulos de casualidades. Cuando estás sin curro, se te agudizan todos los sentidos y aceptan ofertas absolutamente locas como aceptar ir a Líbano a hablar del conflicto vasco en el canal iraní. Si estás con una vida normal y estructurada pues no la aceptas, pero si no, estás más receptivo y lo aceptas. No es por ser vasco, es casualidad y ahí me fue muy bien, tuve suerte. Cuando estás fuera tener un idioma que nadie controla para hablar con tu familia te da intimidad. Todo empezó en SanFermines, cuando un iraquí me llamó para unas clases de árabe.

Invierto una parte importantísima de mi trabajo en el casting, en los equipos, tener unas buenas referencias de la gente con la que voy. Y de momento no he tenido ni un problema. Si no me fio, no me subo al coche. Son contactos personales porque alguien ha trabajado con ellos. Porque tú te fías. Es diferente el caso de los fotógrafos, que se meten hasta la cocina. Tienes que saber con quién estás y con quién ha trabajado. Son el 90% del trabajo, no solo son traductores, son intérpretes de situaciones. No te estoy pidiendo la mejor entrevista si no que no me lleves adonde no me tienes que llevar. Yo soy muy “segurola”, siempre mido mucho. Lo he hecho siempre, invierto mucho tiempo en la producción. Lo primero para mí es la seguridad. Luego te metes en unos saraos que a veces son incontrolables, pero si pasa algo, trato de controlar la situación. Por eso lo paso mal en los empotramientos. Entras con el ejército americano o español y te meten en un coche con un sargento de 20 años al mando y dependes de lo que opine. Yo prefiero ir en el coche y decidir. Si yo controlo y me meto en un lío al menos sé dónde voy.

En el libro, se comparan las facilidades de empotrarse con el Ejército norteamericano frente al engorroso proceso de hacerlo con el español. ¿En qué se diferencia ir de empotrado con Estados Unidos o ir con los sirios y rusos en Siria?

Es alucinante el número de rusos que hay en Siria

Y, de repente, el mundo conoce a los del califato.

Es una mañana y estoy yo en el hotel en Bagdad. Me viene gritando el doctor con el que trabajo en Irak: “¡Ha caído Mosul! ¡Ha caído Mosul!”. “¿Cómo que ha caído Mosul?”, le pregunto como el que dice que han tomado esta manzana. En la tele empiezan a hablar de Estado Islámico de Irak y Levante, es una sorpresa mayúscula también para los iraquíes que no se esperaban que su ejército se fuera a desvanecer de esa forma. Sabían quiénes eran, pero no que tuvieran esa capacidad para tomar las ciudades tan rápido. Hasta entonces era todo Al Qaida y fue ahí cuando empezaron los debates sobre cómo llamarles.

Sus banderas negras, sus odas al martirio e incluso sus libros de texto parecen llamarle la atención.

El gran éxito de los israelíes ha sido lograr esa aparente normalidad de que todo fluye cuando todo está enquistado

«Han llegado unos tíos que quieren imponer un califato y no funcionará, los sirios no somos unos fanáticos», defiende hace unos años uno de los sirios mencionados en el libro. ¿Cree que ahora está equivocado?

Los sirios no eran unos fanáticos, pero la brutalidad de los últimos años han convertido en fanáticos a muchos sirios, estamos en esa dicotomía de buenos y malos, y es entre malos y peores, hay fanatismo en uno y otro lado, los sirios no eran así. La guerra te animaliza.

A Georgia le ha dedicado un capítulo. Pero, ¿es Oriente Medio?

Qué va, por qué va Ayestaran a Georgia o Ucrania. El periodista y colega Karlos Zurutuza, experto en minorías, lo llama el Ayestaristán: no sé si voy porque no quiere ir otro o es porque me gusta esta zona. Me alegro de haber ido porque allí vi en directo a los rusos y aprendes. Ver en acción al Ejército Rojo es una experiencia que hoy me está sirviendo.

Desde hace años muchos israelíes se han mudado de Jerusalén a Tel Aviv porque no aguantan más el conflicto, porque quieren vivir ajenos a lo que ocurre. Al final, su hija le pregunta que quiénes son los culpables. ¿Es posible compatibilizarlo con la vida familiar?

Lo compatibilizo bien pero los niños saben dónde están y en qué zonas están en cada momento. Ven mucho más de lo que nos dicen, son esponjas, pero el conflicto al final para el extranjero y si no es judío es como estar en una burbuja, como si el conflicto no fuera contigo. El conflicto no va contigo y este es el gran éxito de los israelíes: lograr esa aparente normalidad de que todo discurre y todo fluye cuando todo está enquistado.

¿Un error?

Muchos, pero recuerdo especialmente el que hice en Irán publicando reportajes que tú sabes que no debes publicar. La autocensura es muy importante en esta región. Por un lado, estar apretado de pelas y publicar y publicar, algo que no volverías a hacer, y pasas unas líneas rojas. Las cagadas llegan cuando tienes una serie de presiones y no controlas bien las situaciones. Me arrepiento. El reportaje es cojonodo, pero a la larga te pasa factura.

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