Care Santos, ganadora del Premio Nadal
Care Santos, ganadora del Premio Nadal
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«Media vida», mosaico de voces femeninas

Care Santos ha ganado con esta novela el último Premio Nadal. No obstante, su desarrollo es irregular

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La estructura que gobierna esta novela de Care Santos (Mataró, 1970), premiada con el último Nadal, es bien conocida en la novela española de hoy. Se trata de reunir en una cena a una serie de amigas, compañeras de internado de monjas, treinta años después, y dar así un repaso a lo que ha sido la vida de cada una, tanto en sueños como en decepciones. Digo que es estructura conocida pues la practicó Rafael Chirbes en «Los viejos amigos» (2003) y ese mismo año, pero no en una cena, sino en una casa de campo, la novela «Volver al mundo», de J. Á. González Sainz. Después repitió la fórmula Rafael Reig en «Un árbol caído» (2015).

En los tres casos el motor de la trama era el proceso de decepción política y las renuncias a los viejos ideales sufrido por viejos militantes de movimientos comunistas o libertarios que se han ido adaptando o, directamente, traicionando los sueños de juventud.

La novela de Care Santos impone dos variaciones a esa trama: las que se reúnen son mujeres, que no es detalle menor sino el sentido mismo de la obra, y no se trata únicamente de repasar la vida política y social, sino sobre todo el sentido de su vida amorosa y profesional. Es decir, el foco está quiciado sobre las individualidades personales y no sobre las políticas, como había sido en las novelas citadas, si exceptuamos el caso de Julia, la protagonista más importante de «Media vida», de la que sí se ofrecen alusiones a su lucha antifranquista, y su conversión en diputada socialista, puesto que ocupa ahora.

Juego de prendas

El arranque en el internado con el juego de las prendas y el sórdido mundo represivo de la monjas está bien planteado y es inicio del conflicto entre Olga y Julia que sólo se resolverá al final de la novela. Aunque la presencia del personaje de Vicente, el discapacitado intelectual que vive como un animal escondido por las monjas, y el juego que este personaje desarrolla en la trama, no pasará ciertamente por lo mejor. En general a esta novela le pasa que parte de un buen proyecto, el de ofrecer un mosaico de vidas femeninas que por momentos sirve para dar cabida a ciertas actitudes de unas y de otras ante el amor, el matrimonio o las elecciones vitales. Este asunos podría haber dado resultados porque lo entiendo necesaria, pero se ha visto a mi juicio frustrado por dos razones. La una es literaria en el sentido de su escritura, demasiado plana. Aunque maneja bien el arte de los diálogos coloquiales y creíbles, resultan demasiado obvios, casi de programa de debate televisivo.

Ignoro si en esa planicie se esconde una intención crítica. Gustará mucho a unos, y disgustará a quien busque sutileza. El otro motivo de desencanto con esta novela es la materia de las discusiones: muy desigual. Cuando se ofrecen los casos de Marta o de Julia se ve latir el problema de la mujer, pero en otros casos, como la excesivamente acartonada y convencional Olga o la disparatada Nina, redunda en versiones de lo femenino que desmerecen bastante. Creo que la vida de las mujeres y sus difíciles transiciones en las últimas décadas es tema que esta novela ofrece como se merece solo en momentos aislados.

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