Jack Kerouac, fotografiado por su compañero de la Generación Beat Allen Ginsberg
Jack Kerouac, fotografiado por su compañero de la Generación Beat Allen Ginsberg
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Jack Kerouac y la chica del adiós

El escritor norteamericano plasmó su amor por la volátil Mary Carney en «Maggie Cassidy». Más que un capricho juvenil

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Resulta más que interesante rescatar la reseña publicada por «The New York Times» sobre «Maggie Cassidy» (escrita en 1953 pero publicada en 1959 a la cola del éxito de «En el camino», en 1957), así como contemplar la portada de la muy barata edición original, editada directamente en «paperback» y enseguida retirada y reimpresa sin un pasaje que se consideró escandaloso y que no volvería a insertarse hasta 2015.

La equívoca ilustración de cubierta nos muestra a Maggie Cassidy más cerca de las mujeres fatales y «noir» de James M. Cain que de la avispada chica de provincias a la que el joven inquieto Jack Duluoz, «alter ego» de Jack Kerouac (1922-1969), quiere conquistar tanto carnal como espiritual y artísticamente.

La reseña de David Dempsey la acusa de ser difusa y sencilla.

Algo así como un capricho juvenil de alguien que había estado de moda y comenzaba a dejar de estarlo. Se sabe que hay pocas cosas más intensas y efímeras que el consagrarse como «la voz de una generación» (y ese mismo año todos estaban más concentrados en las curvas de la tanto más histérica y feroz y sofisticada Brenda Patimkin en el «Goodbye, Columbus» del debutante Philip Roth y, admitámoslo, hacían bien).

Algo muy profundo

«Maggie Cassidy» es una historia sencilla y un episodio de iniciación en Lowell, Massachusetts, entre 1938 y 1939 -evocado como algo mitad Frank Capra, mitad Terrence Malick-, con telón de fondo de «college» donde proyectar las epifanías marca de la casa, que van desde una jornada épica de fútbol americano hasta el descubrimiento de Emily Dickinson y Robert Frost.

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