Obra de Francisco Leiro incluida en la muestra del CGAC
Obra de Francisco Leiro incluida en la muestra del CGAC - ABC
ARTE

«Exposiciones críticas»: hablar de arte para no hablar de lo que el arte habla

También el CGAC, desde Galicia, se acerca al análisis de lo que dio de sí el arte español en el último cuarto del siglo XX. Pero su discurso se tambalea

SANTIAGO DE COMPOSTELA Actualizado: Guardar
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En palabras de los comisarios, «(Ex)posiciones críticas (1975-1995)» «pretende hacer visible la existencia de múltiples criterios e interpretaciones», desmintiendo el lugar común de que en el mundo del arte español reciente no ha habido un pensamiento crítico. Uno: la existencia de múltiples criterios en aquellos años, hoy no es un gran hallazgo curatorial. Dos: ese lugar común que dicen aclarar de «una vez por todas» hace tiempo que no necesita ayuda para ser desmentido: los propios artistas que forman la retrospectiva, entre otros, se han encargado. Al hacer visible lo visible, hablamos de una «sobreexposición». En el museo no destaca la existencia de múltiples criterios, sino el hecho de lo poco que brillan los trabajos seleccionados.

El proyecto, que ocupa las tres plantas del Centro Gallego de Arte Contemporáneo

(CGAC), reúne exposiciones de aquellos años, pero más que una «exposición de exposiciones», como es definida, parece un catálogo ilustrado, lo cual transforma el museo en un bazar; un tanto críptico, pero bazar al fin y al cabo. No hay una línea expositiva: hay un índice cronológico de contenidos. No hay salas, hay páginas. Las obras de arte parecen imágenes de anexo o de apéndice bibliográfico.

Generosidad y amplitud de miras

Al empezar el recorrido, animados, nos detenemos en el acrílico de Guillermo Pérez Villalta «Grupo de personas en un atrio», posiblemente inspirado en aquel óleo de Max Ernst, «La cita de los amigos» (1922). Ambos títulos resumen el ambiente que los comisarios han generado en el museo, con una educada sala para la generación de Atlántica, dedicada a los artistas gallegos que trataron de retomar el impulso que en los sesenta supuso en Galicia el Laboratorio de Formas de Seoane, Díaz Pardo y demás artistas. Personalidades únicas que añadieron un ingrediente clave: la generosidad y amplitud de miras con las que transformaron el ámbito del arte gallego durante la dictadura.

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