La estación de Santiago de Compostela, escenario de la «performance» «A veces creo que te veo», del autor argentino Mariano Pensotti
La estación de Santiago de Compostela, escenario de la «performance» «A veces creo que te veo», del autor argentino Mariano Pensotti - Miguel Muñiz
TEATRO

«Escenas do cambio», realidad subtitulada

Las propuestas más arriesgadas e innovadoras se dan cita en el festival «Escenas do cambio», que, hasta el 15 de febrero, se desarrolla en diversos espacios de Santiago de Compostela

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

La niña del vestido rojo, sí, la que lleva paraguas en el centro del vestíbulo, guarda un cocodrilo verde en la maleta. Y cuando la abra, le va a morder. En la cafetería, espera el tren una joven con rasgos asiáticos. Trabaja para los servicios secretos chinos. Algunos de sus compatriotas se han envenenado con una tarta de Santiago.

Mientras, los hombres de Marte que pretenden invadir Orense dan instrucciones por su móvil. Qué bonito moño luce la chica que va a pedir en la barra. Sobre el andén, tres ancianas buscan novio. La de la bufanda quiere enamorarse con todas las consecuencias. La de las gafas amarillas, en cambio, se conformaría con un amor de verano.

Todos son viajeros o allegados que se despiden, suben a algún vagón, se apean o se reencuentran.

Es sábado por la mañana y por la megafonía se ruega no cruzar las vías. El festival de invierno de teatro, danza y arte en acción « Escenas do cambio» acaba de comenzar en Compostela. No terminará hasta el 15 de febrero. En la estación de ferrocarril se desarrolla «A veces creo que te veo», una intervención urbana del argentino Mariano Pensotti que indaga en los límites de la realidad y la ficción. Sentados en diferentes rincones, cuatro escritores gallegos (Antón Lopo, Teresa Moure, Antía Otero y Carlos Santiago) teclean en sus portátiles durante dos horas cuanto ven y lo que imaginan. Sus textos se proyectan en pantallas que convierten en públicas las historias privadas de los ciudadanos y a estos, con su anonimato roto, en inesperados personajes teatrales.

«La obra tiene mucho que ver con la idea de la observación. Transformamos a un grupo de escritores en cámaras literarias de vigilancia. Y me interesa hacerlo en estaciones de tren, espacios en los últimos años muy vigilados por montones de cámaras de seguridad que nadie sabe muy bien quién controla. Esta obra intenta crear una vigilancia de otro tipo. Su perspectiva y los aspectos en que focalizan son diferentes. Aparentemente todos vemos lo mismo, pero no», comenta Pensotti.

«Hora de fumar. Adiós». El relato se congela en la cafetería. Y un telón invisible cae sin más pretensiones. Nada se ha grabado y, aunque los textos se archivarán, Pensotti no prevé hacer nada con ellos. Un día más ha comprobado «que la palabra escrita sigue siendo poderosa. Si tomáramos fotografías de la gente y las proyectáramos, no tendría ninguna importancia. Pero eso de agarrar a una persona y armar una ficción sobre ella sigue siendo fuerte. Es como subtitular la realidad».

En lo que acaba de ocurrir, Pablo Fidalgo, director de «Escenas do cambio», ve un coro escribiendo lo que observa. Escribir no deja de ser una forma de escuchar. Ese es el hilo conductor de la tercera edición de este festival que se desarrolla en la Ciudad de la Cultura -«espacio complejo y polémico, pero muy atractivo para los artistas»- y en otros escenarios de la capital gallega, incluidas las rúas de su casco histórico Patrimonio de la Humanidad, de las que salieron grupos como Chévere y Matarile, que celebran treinta años de trayectoria con «Cheverografías» y «Antes de la metralla».

Muchas direcciones

El festival, cuya programación completa se puede consultar en «escenasdocambio.org», «es una escucha en muchas direcciones», ahonda Fidalgo.

En esa línea están piezas como la reunión vocal-musical «Entre [hu] ecos», de Loreto Martínez Troncoso, en la iglesia desacralizada de San Domingos de Bonaval; «Crazy but true», de Ant Hampton, donde un panel de expertos de entre siete y once años hablará para adultos; «The quiet volume», de Hampton y Tim Etchells, una obra susurrada a través de unos auriculares en la sala de lectura de la biblioteca del Gaiás; o «Mateluna», del chileno Guillermo Calderón, que discute la inocencia de un preso condenado a dieciséis años de cárcel.

Además de una muy nutrida participación gallega, hay numerosas producciones, talleres y conferencias de Argentina, Bélgica, Reino Unido, Francia, Alemania, Japón, Estados Unidos, Mozambique, Chile, Madrid o País Vasco. «Está pensando para verlo entero, como una exposición», recomienda Pablo Fidalgo.

Ver los comentarios