ARCO'18

Entre todas las mujeres...

¿Qué nos deja ARCO'18? La última edición de la Feria se ha visto empañada por la polémica retirada de la obra de Santiago Sierra

Compradores en el estand de Nogueras Blanchard en la feria IFEMA
Javier Díaz-Guardiola

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En una cosa que mascullaba Carlos Urroz durante la inauguración oficial de ARCO el pasado jueves le tengo que dar la razón: para un año que parecía que habíamos remontado la crisis y que este no iba a ser el mantra desde el que acercarse a la feria, nosotros, españoles muy españoles, nos encargamos de encender otro fuego donde no era necesario cuyo humo termina cubriendo con sus cenizas todo lo demás. Por bueno o malo que todo esto otro fuera. Sobre todo para el ciudadano de a pie, que, de puertas de Pabellón 7 y 9 para fuera, se ha quedado con la copla de que Ifema debe de ser como la versión 2.0 de la Santa Inqusición.

La verdad es que hacemos guasa del asunto, pero la cosa ha sido bastante seria. Como declara en estas mismas páginas Manuel Borja Villel , director del Museo Reina Sofía , lo de Santiago Sierra ha sido lo peor (por bochornoso) y lo mejor (por su naturaleza de performance) de este ARCO 2018. Aquello por lo que para muchos será recordado (o por lo único que será recordado). En un año en el que se suponía que nos proponíamos mirar al futuro, a bastantes les quedó la sensación de que volvíamos la mirada mucho más atrás (y ahí están los que se reparten a partes iguales los términos «censura» o «autocensura» para calificar el episodio). También tenía que haber sido esta la edición en la que más allá de poner en valor la profesionalización de la feria, su condición de puente entre Europa y Latinoamérica, su cada vez más afianzado programa de encuentros profesionales, le reconociéramos a las mujeres (comisarias, galeristas y sobre todo artistas) el lugar que verdaderamente se merecen en este entramado. Sin embargo, de entre todas ellas, sobresalió una, por sus desafortunadas declaraciones en su deseo de dispar ese humo que ya no nos dejaba ver los pasillos de la feria. Helga de Alvear no estuvo acertada (si alguien podía poner los puntos sobre las íes en el salon madrileño era ella y nadie más que ella). No lo estuvo tampoco la dirección de la feria («donde dije digo», cuando se le forzó a «decir»), ni mucho menos la organización de Ifema, por no menconar luego a todos los políticos que se subieron al carro de un esperpento que parecía no tener fin, con obras de arte que salían y que –según la rumorología– volvían a entrar; con declaraciones que se desdecían y entonaciones de mea culpa que llegaban con sordina. Las ausencias no eran solo caso de las obras de arte.

En la foto fija de ARCO'18 quedarán grabados a fuego estos recuerdos por muy digital que sea nuestra memoria y por mucho que nos empeñemos en celebrar un Futuro , el de Chus Martínez , que tuvo el mérito de intentar darle la vuelta a un modelo, pero que se quedó a medio gas en el intento. Pongamos la vista ya en el verdadero devenir, aquel cuyo contador empieza a funcionar desde mañana mismo. ARCO'19 nos espera. Ojalá que de mejor humo

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