El selfie que Eduardo Parody dedica a ABC Cultural
El selfie que Eduardo Parody dedica a ABC Cultural - E. P.
Darán Que Hablar

Eduardo Parody: «La escritura conforma mi utopía de vida»

«La soledad del escribido» (Triskel) es la primera novela de este autor que, inmerso en la creación de un guión de cine, apuesta por la imaginación como solución de muchos de nuestros problemas

Madrid Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

¿Cuáles son sus intereses como escritor?

La escritura conforma mi utopía de vida. Llevo dos años dedicado a esto en cuerpo y alma y sólo puedo decir que ya he descubierto lo que quiero hacer con ella: escribir. Escribir mucho, escribir siempre, escribir sobre lo que veo, sobre lo que siento, sobre lo que imagino. Sería fabuloso poder hacer de mi ocio mi negocio, y aunque en este difícil mundo literario todo parece estar en contra de esa ilusión, no puedo aún dejar de soñar unas palabras que muchas veces resuenan en mi cabeza: «¿Y si sí?». Pues eso, mi interés escritor está resumido en esa duda.

¿Y como lector?

Mi novela «La soledad del escribido» entre otros la dedico a mi padre, causante de que escribiera, y a mi madre, causante de que leyera.

Mi padre escribía sobre sus viajes de juventud, y seguramente eso quedó grabado en mi subconsciente para seguir ese camino, y la visión de mi madre, cuando yo era pequeño, era verla siempre con un libro encima. A veces algún amigo me dice que le convenza para que se adentre en el mundo de la lectura, y yo me veo incapaz de hacerlo, pues tengo tan interiorizado que el mayor placer al que se puede dedicar una persona con los pantalones puestos es leer, que no concibo que alguien no lo vea interesante. Escribí, de hecho, una columna sobre la lectura en la que intentaba reflejar la importancia de ésta.

¿Sobre qué temas suele escribir?

Mis primeros escritos públicos fueron sobre reflexiones viajeras asociada a una foto, que suelo exponer en mi blog «Mi mundo descalzo». Trato de acercar una visión de esa otra parte del mundo que por las razones que sea la gente suele desconocer. Además, también me interesa escribir sobre lo que nos hace humanos (de hecho es el nombre de la columna que mantengo en el diario Sevilla Actualidad), donde trato de entender aquellas incongruencias que solemos tener, a esa diferencia en nuestro comportamiento de cuando actuamos individualmente a cuando lo hacemos en sociedad. Mi segunda novela, aún no publicada, tiene algo que ver con eso. Me interesa ahondar en que a pesar de ser considerados por nosotros mismos como la especie más inteligente del planeta, realmente no hacemos más que proporcionar ejemplos de un comportamiento objetivamente estúpido. Y por último, también me alucina escribir sobre la imaginación, esa virtud que tenemos al nacer y que la vida nos va desgastando hasta su casi desaparición. Y esa capacidad es la base en la que se desarrolla mi novela «La soledad del escribido». Y es que no creo que exista una herramienta más poderosa en nosotros mismos para enfrentarnos al impactante e incomprensible mundo que hemos creado que la imaginación. ¿Por qué parece que a medida que nos hacemos mayores debamos desprendernos de la imaginación? ¿Por qué la mayoría de trabajos que realizamos están alejados de ésta? ¿Por qué nuestro día a día requiere que seamos conscientes de que todo es atraído por el centro de la Tierra por una fuerza que se llama gravedad? La realidad limita nuestra capacidad de solucionar problemas, la imaginación la multiplica. Cerremos los ojos, al menos un rato al día, e imaginemos.

¿Dónde ha publicado hasta el momento?

He publicado mi primera novela, «La soledad del escribido», con Triskel ediciones. También escribo artículos en el diario digital Sevilla Actualidad, y doy rienda suelta a las realidades más impactantes y algunas imaginaciones en mi blog «Mi mundo descalzo».

¿Con cuáles de sus «criaturas» se queda?

El día que vi físicamente mi primera novela, el día que la toqué con las manos, esos veintitantos centímetros de alto y 396 páginas de peso, me emocioné como hacía tiempo que no lo hacía. Sí, «La soledad del escribido» es mi debilidad.

Supo que se dedicaría a esto desde el momento en que…

En el proceso de escritura de «La soledad del escribido», cuando me habitué a estar la mayor parte del día de todos y cada uno de ellos asentado en un mundo que no era el real. En ese momento descubrí que eso era lo mío. Es que es fantástico, es alucinante poder crear un mundo, unos personajes, unas circunstancias, y preguntarte, investigar y reflexionar sobre cómo respondería el personaje que has creado a dichas circunstancias. En ese contexto, cuando vuelves al mundo real lo único que quieres es volver a tener la oportunidad de evadirte de nuevo.

¿Cómo se mueve en redes sociales?

Bien, bueno, es un mundo complicado, a veces tiene uno la sensación de estar gritando ante una multitud que no te hace ni puñetero caso, sobre todo en tuiter. Pero en fin, dentro del cero a la izquierda que parecemos ser la masa de usuarios que no alcanzamos ni de lejos a los tuitstar, me manejo más o menos bien.

¿Qué perfiles tiene?

Tengo uno en tuiter, @parodurio, y tengo también Facebook.

¿Cuenta con un blog personal?

Sí, «Mi mundo descalzo».

¿Qué otras actividades relacionadas con la literatura practica?

Tengo una columna en Sevilla Actualidad donde hablo de todo un poco, relacionado en su mayor parte con el título del mismo, «Lo que nos hace humanos», tratando de explicar las incongruencias que nos definen como especie. También escribo relatos que presento a concursos, y he escrito en otros medios, como The objective.

¿Forma parte de algún colectivo/asociación/club?

No

¿En qué está trabajando justamente ahora?

He finalizado una novela que ahora estoy moviendo un poco, y actualmente estoy inmerso en la creación de mi primer guión de cine… ¿Y si sí?

¿Cuáles son sus referentes?

Mis referentes lo compondrían una mezcla maravillosa en la que entrarían Salinger, Auster, Murakami, el mundo mágico de Tolkien, las distopías de Huxley, Bradbury y Orwell, la maravillosa saga de Jean M. Auel sobre El Clan del Oso Cavernario, los Galeano, Benedetti y Cortázar, las magníficas crónicas de Kapuscinsky, los libros de viajes de Javier Reverte, o de Vazquez-Figueroa, o el magnífico «Los viajes de Júpiter» de Ted Simon, y Hacia rutas salvajes de Jon Krakauer y los grandes clásicos como Los Miserables de Victor Hugo, prácticamente todo lo de Alejandro Dumas, El Quijote, Tolstoi, Dostoievsky, Celine, Nabokov, incluso James Joyce y su difícil Ulises… Hay tantísimos que no sé donde frenar. ¡La historia interminable!, casi se me olvida, de Michael Ende.

¿Y a qué otros colegas de generación (o no) destacaría?

Pues aquí en Sevilla hay varios ejemplos que ahora están sonando muy fuerte, como Sara Mesa o Daniel Ruiz García, o mi buen amigo Israel Pintor, que recientemente ha ganado el Certamen de Narrativa del Instituto Andaluz de la Juventud. ¡Hay buena materia prima por estas tierras!

¿Qué es lo que aporta de nuevo a un ámbito tan saturado como el literario?

Esa es una de las incertidumbres más grandes de alguien que se introduce por primera vez en el mundo de la creación, en el que parece que todo está inventado. Entrar en una librería es un generador de inseguridades brutal, pues siempre acabas pensando «pero bueno, ¿por qué de entre todos estos libros que hay, alguien va a acabar eligiendo el mío?». Decir que aporto la frescura de una imaginación desbordante quizás suene presuntuoso y llega tarde, porque otros antes que yo la aportaron. Decir que ofrezco realidades de mis viajes a países lejanos también podría ser rebatido con que estamos en la moda de los viajes a esos países. Decir que escribo artículos en los que trato de indagar en el sentido de lo que nos hace humanos se podría entender como un aspecto filosófico que ya está descubierto. Pues bien, es que eso es lo que aporto: mucha imaginación, mucha realidad, mucho mundo. Y eso es lo que creo que, en las sociedades actuales, falta: imaginación, porque la diversión mayoritaria se ha convertido en adelantos tecnológicos en los que todo está ya creado y el cerebro del receptor tiene poco que trabajar; realidad, porque un paseo por conversaciones, periódicos y redes sociales te da una idea de que la mayor parte de nosotros estamos empeñados en hablar de nimiedades sin prestar atención a los grandes retos de la humanidad; y mundo, porque nunca más que ahora la sociedad ha podido tener mayor acceso a la información y el entendimiento con otras culturas, y nunca más que ahora el hombre ha estado más encerrado en sí mismo ignorando, ya sea pasiva o activamente, que nuestra normalidad no es la normalidad del mundo.

¿Qué es lo más raro que ha tenido que hacer como escritor para sobrevivir?

Creo que todos los escritores, excepto en contadas excepciones de los que llegan a niveles de ventas estratosféricas, están obligados, desgraciadamente, a tener otro empleo diferente al que realmente les apasiona. La «industria» del libro es muy curiosa, y la asemejo al mundo de la agricultura, pues cada uno de los actores implicados en ella puede de alguna forma vivir (o malvivir), excepto el que genera la idea, el escritor. El librero puede vivir de esto, el distribuidor por supuesto, el editor puede llegar a alcanzar lo mínimo para vivir, e incluso el agente literario, pero por una razón inexplicable, el que ha escrito la obra tiene que resinarse y admitir que no va a poder vivir de horas y horas dedicadas a juntar ideas que den lugar a una novela. De algún modo resulta igual que el agricultor, en el que todas las partes implicadas en que un plátano llegue a tu nevera pueden vivir de ello, excepto el propio agricultor. El distribuidor, el mayorista, el del supermercado, todos acaban teniendo unas mejores condiciones que el que ha plantado y cortado el plátano de su árbol. Pero en ese mundo, al menos tienen ayudas europeas o estatales. Así que ante esta pregunta casi que pondría una propuesta de trabajo a todo aquel que tenga posibilidad de ofrecerlo. «Sé escribir, creo que es lo mejor que sé hacer. Tengo cosas que decir, experiencia vital, mundo recorrido e imaginación. I am your man!».

Ver los comentarios