Exposición en el atrio del hotel MELondon
Exposición en el atrio del hotel MELondon
DISEÑO

Doble ración de diseño en Londres

A la Semana del Diseño de Londres le ha salido un replicante: la primera bienal de la disciplina en la ciudad

Londres Actualizado: Guardar
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El London Design Festival crece, y esta vez se le ha sumado la primera London Design Biennale, con sede en Somerset House. Quizá por contagio de la bienal, las instalaciones han aumentado, mientras que los productos significativos han sido pocos. Hubo tres exposiciones que destacaron por su coherencia y línea argumental, dos cualidades que en el mundo del diseño escasean. En el espacio de Tord Boontje vimos «Electrocraft», que, según decían, trataba sobre «la artesanía de la electrónica y la electrónica hecha artesanía». No eran nuevos los objetos, pero fue interesante ver cómo interactuaban estas piezas salidas de la pasión por la tecnología y el deseo de dar a los objetos un valor añadido. Yuri Suzuki, El Último Grito, Daniel Weil, Studio Drift, y Silo Studio hicieron de esta modesta pero ambiciosa cita un lugar de peregrinaje.

Los procesos artesanales exquisitos fueron el centro de la muestra celebrada en el espectacular atrio del hotel MELondon, diseñado por Foster + Partners. Seis diseñadores mostraban el trabajo realizado en sendas residencias en dos manufacturas italianas, Toscari y Carrara, donde pudieron experimentar con el metal y el mármol. El estudio creativo Matter of Stuff (MOS) está detrás de esta iniciativa, en la que han participado Alessandro Zambelli, Nina Cho, Olga Bielawska, Tim Vanlier, Tomas Libertiny y Studio Uufie. La innovación en los procesos de producción es crucial en sus piezas; por ejemplo, en las de Studio Uufie, donde los límites entre el metal y la madera se confunden; los efectos ópticos realizados en mármol que asemejan tejidos (Olga Bielawska), o los usos inesperados de los experimentos en metal, de Tim Vanlier.

Un lema: Utopía

Más humilde, la nueva galería Seeds, la cual organizó « Martino Gamper with Friends», mostrando el trabajo de Gamper y otros camaradas como Max Lamb, Gemma Holt o Jochen Holz. Además del trabajo de cada diseñador, se exhibía el resultado de un taller en el que todos experimentaron con barro. Esas piezas se venden sin nombre a mitad de precio, o al doble por saber el autor y recibir un certificado de autenticidad, animando así el debate sobre mercado y autoría.

En la Bienal, cuyo lema era «Utopía by Design», vimos dos instalaciones notables. La holandesa, a cargo del estudio Makkink&Bey, que con «Diorama» –elaborada en gomaespuma azul– explora el tema del archivo, tan transitado por el mundo del arte y que en el del diseño tiene especial incidencia, dada la falta de ellos en los museos, que pecan de atesorar sólo el producto final. Y «Level», de Austria, a cargo de mischer’traxler, un gran móvil luminoso que cambia su intensidad cuando, al paso de los visitantes, se desequilibra.

Tres exposiciones destacaron por su coherencia y línea argumental, dos cualidades que escasean en el mundo del diseño

En el museo Victoria & Albert vimos la «Green Room» de studio Glithero, un gigantesco reloj-escultura realizado a base de grandes cuerdas de color; o «Liquid Marble», de Mathieu Lehanneur, una gran mesa negra cuyas ondulaciones asemejan al mar; y «Foil», de Benjamin Hubert, un complejo sistema de ingeniería que refleja movimiento en paredes y techo con un impactante efecto al borde de la magia. Por otro lado, vimos la romántica instalación «L’Eden», de Noé Duchaufour-Lawrance para Perrier-Jouët, y «Forests», del arquitecto Asif Khan, tres espacios que exploran soluciones para hogares pequeños y necesarios espacios de trabajo móviles.

Finalmente, algunos productos reseñables, como la colección de objetos «Glaciarium»: pequeños icebergs de Fredrikson Stallard para Swarovski. También la delicada colección en plata de Christopher Jenner para Elkington&co, inteligente nueva vida para un viejo hacer. La sorpresa la aportó Sony: un pequeño aparato de uso doméstico que proyecta sobre cualquier superficie. Imagínense ver una película sobre una hoja de papel o sobre una ventana por la que se observa cómo llueve. Maravillas de la técnica.

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