LIBROS

«Declaración»: Susan Sontag, agente de inteligencia

Bajo el título de «Declaración» aparecen los cuentos de una de las autores y pensadoras más inteligentes y lúcidas

Retrato fechado en 1972 de Susan Sontag (1933-2004) J. R. Poustan
Rodrigo Fresán

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Resulta apropiado que la versión local de estos cuentos reunidos de Susan Sontag haya optado por reproducir la portada de la edición inglesa y no la de la norteamericana. La inglesa se oculta tras el detalle de un cuadro de Hodkin titulado «Artificial Flowers». La norteamericana ofrece una fotografía en blanco y negro definida de esa mujer luciendo tan satisfecha consigo mismo. Y el lector mira esa foto e, influenciado, se dice: «Ah, estos son los relatos de la Sontag» cuando lo cierto es que esta es la Sontag de los relatos. Es decir, la Sontag de siempre: la de las ideas, de las buenas ideas.

Y el título original de «Declaración» -«Debriefing»- suele ser el término utilizado por las agencias de inteligencia cuando uno de sus miembros informa. Y algo parecido hace Sontag aquí con el género cuento: rinde cuentas, propone su versión del asunto . «Declaración» es una especie de formidable informe de lo actuado en el campo, pero no apelando al sentimiento puro sino a una dicción precisa y cerebral que bien podría ser la de HAL 9000 en 2001.... Como el film de Kubrick , «Declaración» (artificio florido que no se marchita) disfruta hoy de la paradoja de seguir siendo futurista e innovadora sin haber envejecido por más que se sitúe en el cada vez más lejano y clásico de los pasados.

Jóvenes celebradas

Si «Declaración» se publicase hoy como debut de una desconocida, sus métodos y virtudes no distarían demasiado de los utilizados por jóvenes celebradas como Jamie Quatro o Samantha Hunt o Clare Vaye Watkins. Y se consideraría a Sontag discípula aventajada de ya consagrados como Lydia Davis o Stephen Dixon o Amy Hempel o Ben Marcus o Lorrie Moore . «Declaración» -con sus varias formas alrededor de un estilo que funciona como eslabón perdido entre sus ensayos y «journals»- vale también como una rara retrospectiva de lo que vendrá pero como ofrecido por una inteligencia de «alien». Los fríos y precisos materiales con los que los terrestres descubrirán el milagro del fuego casi impuestos aquí como ecuaciones previas de la más exacta de las ciencias.

Esta es la sontag de los relatos pero también la de siempre: la de las buenas ideas

Hay un perfecto relato de iniciación («Peregrinación», en la que una adolescente Sontag visita al maestro idolatrado Thomas Mann , y descubre, entre desencantada e indigna, que «el hombre que había escrito los libros de Thomas Mann» y que ella «quería que hablara como un libro» en realidad «hablaba como una reseña»).

Hay uno de los mejores cuentos de Donald Barthelme jamás escrito por Barthelme moviéndose, inasible, entre la parodia y el homenaje titulado «Proyecto para un viaje a China» . Y, cerca del final, está el antológico «Así vivimos ahora», de 1986, puesta en práctica de sus teorías acerca de la cuestión enfermiza, en el que Sontag retrata y testimonia los estragos del (des)amor en los tiempos del sida. Hay muchas cosas más en un libro escrito como si al mismo tiempo se le apuñalase leyéndolo y que, seguro, ya es uno de los más interesantes de este año, de años pasados, de años por venir.

Libro en el que -aquí nota al pie que pisa fuerte, piedra fundacional en curtidos zapatos que parecen a estrenar- caminó y camina y caminará anunciando que tiene mucho para declarar y que más les vale escucharla con los ojos bien ab iertos .

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