LIBROS

«Contar es escuchar», la claridad de ideas de Ursula K. Le Guin

El 21 de enero fallecía Ursula K. Le Guin, maestra de la ciencia ficción. En este ensayo se resume toda su sabiduría

La escritora estadounidense Ursula K. Le Guin (1929-2018)
Andrés Ibáñez

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Nunca he sido un gran fan de Ursula K. Le Guin . Eso no quiere decir que no me gusten sus libros: me gustan mucho, pero creo que la simpatía que me suscitan sus ideas y su visión del mundo, así como la belleza de sus mundos imaginarios y sus maravillosas historias son superiores al placer directo que me produce leer sus novelas. Siempre he considerado esto un defecto mío. Su estilo al mismo tiempo me maravilla y me aburre . Me gusta su aire cálido, su inteligencia, su sutileza, su limpieza (no se me ocurre una palabra mejor) pero a menudo hay un momento en sus novelas en que siento que necesito algo más, no sé exactamente qué.

Esa limpieza a la que me refería me parece una cualidad especialmente femenina. No es sólo un estilo «limpio» en el sentido de que es clásico, elegante y contenido, sino que transmite siempre un perfume suave y agreste , como de colinas soleadas donde crece el tomillo (¡y su libro más famoso transcurre en un planeta lleno de hielo!).

Hay algo soleado, racional, sobrio, sereno, en el lenguaje de Ursula K. Le Guin, la naturalidad de los «viejos hippies», que ya no son hippies, claro está, pero siguen creyendo en la libertad, en la igualdad de los sexos y en el respeto a la naturaleza y siguen sintiendo poca simpatía por la avaricia capitalista, la sociedad de control y las religiones establecidas. Y por encima de todo, me maravilla el lugar que ha logrado ocupar Le Guin en la literatura de nuestro tiempo: una autora de libros de «fantasía» y de «ciencia ficción» que es al mismo tiempo una importante escritora «literaria» tan admirada por la cualidad artística de sus libros como por las ideas y la filosofía que los sustentan, especialmente por su feminismo.

Hay algo soleado, racional, sobrio, en su lenguaje, la naturalidad de los «viejos hippies»

Aun declarándome un admirador moderado de K. Le Guin, he de decir que he disfrutado inmensamente esta generosa colección de ensayos. La edición es preciosa ; los tipos se leen con comodidad; uno desea volver a mirar la portada una y otra vez y volver a recorrer su suavidad con las yemas de los dedos. La traducción es excelente. Hay notas, las necesarias. No hay índice de nombres o materias.

Manifiesto cívico

La colección se abre con una «Presentación» que es un precioso ejercicio de tono y de ironía literaria y un delicado y sutil manifiesto feminista. «Tíos indios» es un recuerdo de algunos indios americanos que la autora conoció de niña a través de su padre, el antropólogo y etnólogo Alfred Kroeber. «Mis bibliotecas» es un manifiesto cívico a favor de las bibliotecas públicas. «Mi isla», quizá mi texto favorito, una maravillosa descripción de una isla fluvial. Y esta frase para que la apunten: «hay muchas maneras de ser perfecto, y ni una sola se alcanza a través del castigo».

El tema de la edad, la vejez y la decadencia del cuerpo atraviesa todo el volumen e inspira algunas de sus mejores páginas, como las de «Perros, gatos y bailarines: algunas ideas sobre la belleza», donde leemos que «envejecer puede valer la pena si nos da tiempo a forjar un alma». Pero son los ensayos literarios lo más interesante del volumen . Una encendida y lúcida defensa de Tolkien , a quien no se le reconoce su importantísimo lugar en la literatura contemporánea, dice K. Le Guin, porque eso obligaría a reconsiderar muchos conceptos establecidos sobre la excelencia literaria y a los profesores universitarios, simplemente, les da pereza hacerlo. Es ella quien lo dice, no yo.

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