El selfie que Carlos Ortega Vilas dedica a ABC Cultural
El selfie que Carlos Ortega Vilas dedica a ABC Cultural - C. O. V.
Darán Que Hablar

Carlos Ortega Vilas: «La constancia es primordial en este oficio, y no tener prisa; nunca he querido publicar a toda costa»

Nacido en Las Palmas de Gran Canaria en 1972, acaba de publicar su primera novela («El santo al cielo», Dos Bigotes), un thriller que deja sin aliento, hasta el final

Madrid Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

¿Cuáles son sus intereses como escritor?

Creo que la escritura nace de una carencia. De un vacío que intentas llenar. No sé muy bien ni a qué se debe ese vacío ni por qué está ahí. Pero está, desde siempre. Como escritor procuro ser honesto, contar historias de la manera más natural posible, huir del artificio, centrarme en los personajes, en lo que es importante para ellos. Creo que, sobre todo, escribo pensando en los personajes.

¿Y como lector?

Me interesa cómo perciben otros autores la realidad, tan escurridiza e inquietante. Cómo consiguen domar el caos a través de la ficción, de qué manera resuelven los mismos conflictos que me obsesionan a mí o cómo logran involucrarme en los suyos.

También espero de un libro que me permita evadirme, que me atrape, que me entretenga. Que me descubra algo que estaba ahí y que yo no había visto.

¿Sobre qué temas suele escribir?

Sobre la supervivencia, a cualquier escala. Creo que se podría resumir así. Huyo, además, de todo lo que pueda sonar autobiográfico. No me interesa contarme. Concibo la escritura casi como un trabajo actoral, y soy muy malo interpretándome a mí mismo.

¿Dónde ha publicado hasta el momento?

La editorial Dos Bigotes acaba de publicar mi primera novela, «El santo al cielo», y tengo otro libro editado por Baile del Sol: «Tuve que hacerlo y otros relatos» (2015). Con anterioridad ya había publicado con Salto de Página, Hontanar o Ediciones Beta, entre otras editoriales, pero siempre en antologías colectivas. Desde 2005 he ido abriéndome paso poco a poco, por lo general gracias a certámenes literarios —como el Jara Carrillo, que gané en el 2009 en la modalidad de cuento de humor—. La constancia es primordial en este oficio. Y no tener prisa. Nunca he querido publicar a toda costa.

¿Con cuáles de sus «criaturas» se queda?

Las quiero a todas por igual, pero «El santo al cielo» ha supuesto un antes y un después en mi trayectoria. Una obra ambiciosa en la que trabajé más de cuatro años, editada con un mimo exquisito por Dos Bigotes. Ha sido el proceso de edición más intenso y emocionante al que me he enfrentado, lo recordaré siempre con muchísimo cariño. Además, lo mío con Dos Bigotes fue amor a primera vista: deseaba publicar con ellos desde que vi el primer libro que editaron.

Supo que se dedicaría a esto desde el momento en que…

Me sobrepasó la realidad, con nueve o diez años. Pero llegué a esa conclusión a través de la lectura y el teatro, cuando descubrí que la ficción era redentora.

¿Cómo se mueve en redes sociales?

Con prudencia y respeto. Soy muy celoso de mi intimidad y tampoco me gusta imponer mi «presencia» a otros. No suelo escribir en los muros de los demás, salvo en ocasiones especiales. Las utilizo como fuente de información y para conectar con personas a las que, de otra manera, no podría acceder. Gente que en muchos casos admiro, leo o sigo fuera de las redes sociales, que están lejos o a las que quiero hacer llegar que me gusta lo que hacen.

¿Qué perfiles tiene?

Uno en Facebook, otro que acabo de abrir en Instagram (@carlosortegavilas) y una cuenta en Flickr.

¿Cuenta con un blog personal?

Sí: carlosortegavilas.tumblr.com.

¿Qué otras actividades relacionadas con la literatura practica?

En la actualidad coordino los talleres de escritura creativa Fuentetaja en Las Palmas de Gran Canaria. Entre 2007 y 2014 fui profesor de escritura de relato en Letra Hispánica (Salamanca) y he colaborado con la edición digital de El Viajero (El País), aunque últimamente no he podido dedicarle mucho tiempo a esa otra faceta. También he sido compilador y editor de un libro de relatos («Manual para depredadores»), escrito por algunos de los asistentes a uno de los talleres que impartí en Salamanca.

¿Forma parte de algún colectivo/asociación/club?

En estos momentos, no.

¿En qué está trabajando justamente ahora?

Estoy dando forma a un nuevo libro de relatos, género que me apasiona. Y sigo trabajando en mi siguiente novela —llevo ya unos años—, bastante compleja, tanto por temática como por el proceso de documentación que ha requerido. Y, por supuesto, en la promoción de «El santo al cielo».

¿Cuáles son sus referentes?

Es difícil dar una respuesta concreta, son demasiados y a todos les debo algo: Carver, Paul Bowles, Jane Bowles, Tennessee Williams, Carson McCullers, J.D. Salinger, Patricia Highsmith, J.G. Ballard, Kafka, Daphne du Maurier, Thomas Mann, Alejandra Pizarnik, Ana María Matute, Primo Levi, Lewis Carrol, Ian McEwan, Carmen Martín Gaite, Cortázar, Ignacio Aldecoa, Dorothy Parker, Djuna Barnes, Truman Capote, John Fante, Kurt Vonnegut, Virginia Woolf, Marguerite Yourcenar, Joyce Carrol Oates, Agota Kristof, Alfred Döblin, Margaret Atwood, Roberto Bolaño, José Saramago, Pearl S. Buck, Silvia Plath, Imre Kertész, Sándor Márai, Marguerite Duras, Nabokov, Hans Fallada, Borges, Monterroso, Joseph Conrad… Imposible quedarme con dos o tres, todos han influido en mi forma de entender la literatura y la vida.

¿Y a qué otros colegas de generación (o no) destacaría?

Marina Perezagua me tiene deslumbrado desde que la descubrí en 2013, cuando publicó «Leche» —su segundo libro de relatos—. La sigo desde entonces, y la verdad es que le tengo un poco de envidia (sana, si es que eso es posible). Destacaría también a otras escritoras, como Mercedes Cebrián, María Jesús Alvarado, Katy Parra Carrillo, María José Vidal Prado, Yolanda Delgado Bautista y a dos autoras que acaban de debutar con dos libros de relatos estupendos: Valeria Correa Fiz y Almudena Sánchez. De los escritores, me interesan en particular Luisgé Martín, Ricardo Menéndez Salmón, Eloy Tizón, Santiago Gil, Jon Bilbao, Alexis Ravelo... Me quedan muchos por leer, por supuesto. No es una lista cerrada. Mis próximas lecturas se las dedicaré a Sara Mesa, Alicia Kopf, Daniel Monedero… No pertenecemos todos a la misma generación, pero nos rozamos.

¿Qué es lo que aporta de nuevo a un ámbito tan saturado como el literario?

Creo que no me corresponde a mí contestar a esa pregunta.

¿Qué es lo más raro que ha tenido que hacer como escritor para sobrevivir?

Dar clases particulares de inglés a un entrenador de fútbol español en Grecia que echaba de menos a sus caballos (solo aguanté una semana); alimentarme a base de chocolatinas en Marruecos durante casi diez días; soportar insultos y amenazas de personas que no me conocían de nada mientras intentaba solucionar sus problemas desde el servicio de atención al cliente de una compañía de telefonía móvil (me echaron al mes porque «dudaba mucho», y tenían razón); precipitarme de cabeza a un estanque fangoso en los Jardines del Generalife una mañana heladora de noviembre, cuando intentaba auxiliar a una estudiante extranjera que ya estaba dentro. Lo más surrealista vino después, pero me lo reservo para otra ocasión…

Ver los comentarios