Miguel Ángel Funes y Javier Conde en el stand de ABC Cultural en ARCO
Miguel Ángel Funes y Javier Conde en el stand de ABC Cultural en ARCO - J.G.

El cadáver de un niño inconforme y lleno de vida

El stand de ABC Cultural en ARCO obliga a convivir en un gran espacio las obras de diferentes artistas que casi sin darse cuenta tienen más en común de lo que parece

MADRID Actualizado: Guardar
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El cadáver exquisito era usado por los surrealistas en 1925. Tiene un nombre que parece un oxímoron (¿qué cadáver puede ser bonito? Y mucho menos ¿exquisito?) pero su resultado es casi siempre una auténtica obra de arte, en el sentido literal de la palabra.

Los artistas empiezan a trabajar en un espacio común, cada uno con su técnica, sus influencias, su personalidad y de él deriva una obra colectiva que no se sabe cómo empieza ni cómo termina. Los artistas que la han llevado a cabo en la Feria Internacional de Arte Contemporáneo (ARCO) celebrada en Madrid en el stand de ABC Cultural coincidían en la idea de «diálogo».

Sus obras hablan entre sí, conviven y se mezclan.

Un correcaminos desplumado y sin cabeza va a ninguna parte al toparse con la frontera de la pared. En el otro extremo, ángeles antiguos pintados con agujas de tejer de madera ahogadas por ovillos de lana de un rosa estridente culminan con retazos de mapas que marcan fronteras. Fronteras por todas partes. Pero fronteras traspasables, insibles...Porque de eso se trata el cadáver exquisito: que una obra inunde otra, traspase los límites, las barreras.

Y en esa convivencia pacífica de artistas completamente diferentes hay algo en común: la infancia. El cadáver no es un cadáver en realidad. Todo lo contrario: está lleno de vida, de espontaneidad, de ingenuidad, del «todo por hacer» y, sobre todo, de infancia.

Por alguna razón, casual o no, las obras de la mayoría de los artistas que se involucraron en la creación de este cadáver parten de obsesiones o gustos de la niñez. José Antonio Vallejo hizo tres personajes, ya sea recurriendo a la técnica del chinecolé (técnica de impresión en papel delicado como el de seda) o recurriendo directamente al dibujo: «Hice un oso de peluche, una marioneta y muñeco hinchable y todos soy yo, son autorretratos». La presencia del oso de peluche se debe a lo que en Vallejo le marcó la infancia desde un punto de vista positivo y también negativo.

Desechar lo querido

«Los juguetes me sirvieron mucho porque en el colegio me acosaban al ser homosexual y con ellos logré crear mi propio universo». Es un problema que, pese a haberle tocado a él hace unos 15 o 20 años, está en plena vigencia y por eso, ha considerado que merecía la pena hacerse eco del mismo sobre todo porque trabaja con niños. El hecho de que el oso siga presente y de alguna manera de vea reflejado en él, obliga a Vallejo a reconocer que el trauma de la discriminación no se supera nunca. «Unos niños hace muy poco, en la calle, me llamaron mariquita. No contesté, me fui a mi casa y sentí terror, una sensación infantil que recuperé y es duro», confiesa. «Yo dormía con un muñeco y al dejarlo con mi primer novio empecé con la típica limpieza de la ruptura, el oso empezó a ajarse y decidí guardarlo. Al hacerlo, me dio mucha pena porque pensé que era hacerle lo mismo que me habían hecho a mí: desechar cosas que habías querido y por eso al final lo recuperé y a veces lo cojo», confiesa. Para Vallejo, el arte «es primordial para canalizar el dolor, es una manera de hablar de uno sin exponerse, porque al final usas personajes y eso podrían hacerlo los niños».

En los otros personajes también hay un Vallejo, aunque diferente: «Después de la ruptura, me volví una marioneta. La gente me decía que tenía que estar bien y yo contestaba: que "sí" porque era como una obligación decirlo».

Pero el personaje más actual de Vallejo es más alegre, festivo y tiene un sombrero y le llama hinchable: «Empezaron las épocas buenas y ahora, disfruto más de la fiesta porque sé que la muerte está siempre presente», cuenta recordando la novela de Virginia Woolf, «La señora Dalloway» quien organiza una fiesta y se entera que un paciente de su marido se ha suicidado y no concibe la presencia de la muerte en medio de la fiesta. «La muerte está en todas las fiestas», zanja Vallejo.

Monstruos y metamorfosis

También lo está en la fiesta de ARCO, en forma de cadáver, pero este, está vivo. El trabajo de Miguel Ángel Fúneztambién está influido por la infancia.

«De pequeño he tenido siempre sensibilidad por el tema de la ecología, los animales, el cuidado de las especies...Me gustan también las láminas de dibujo científico, todo ese campo de investigación y análisis de las especies», cuenta este joven de 28 años.

Funes trabaja con temas como la manipulación genética, la destrucción del mundo animal o de la naturaleza por parte del ser humano, recurre a la metamorfosis o lo monstruoso siempre desde un punto de vista crítico.

Para el cadáver exquisito recurrió a «una desconstrucción o desplume o desmembramiento de un cuadro que tengo yo y que parte de una figura muy reconocida que es el Correcaminos. He traído para este cadáver exquisito una figura que ya estaba descompuesta inicialmente en mi obra». En su obra también pueden verse también fotos alteradas, por ejemplo, la de un mono con el hocico de un oso, dando lugar a un juego entre realidad o ficción, transgénesis o manipulación, etc.

Fúnez ha dejado caer plumas del Correcaminos por gran parte del cadáver para amenizar la convivencia entre las diferentes obras y asegura que le sirve como elemento de conexión con el resto. Este cadáver, confiesa, le ha ayudado a observar el método de trabajo de sus compañeros como inspiración.

Mujeres que lloran

Elementos de la infancia, una vez más, aparecen en la obra del sevillano Fran Ramírez. Su obra, por lo menos de momento, es la más grande y aunque contradiga la idea del cadáver, más «independiente». Fran también ha sido el único en traer una idea completamente nueva para el cadáver. Esta no nació en su taller. «Siempre he usado soporte, la tela para meter dentro las imágenes. Es decir, al contrario de la idea de la obra dentro de un marco. Pero esta vez, saco las figuras fuera, sin marco definido».

Los elementos que ya vienen «de serie» son los de su infancia: «Estoy muy influido por los dibujitos, me flipa desde pequeñito y lo sigo haciendo ahora». En la obra puede verse un Mickey Mouse con la frase, en inglés,

También el logo de «Nintendo» (por su pasión por los videojuegos, al punto de que algunos le emocionan tanto o más que una buena novela) o el de «Jack Daniel's» (que no le apasiona tanto, pero sí los logos de marcas comerciales). Aparte de marcas, también hay mucha presencia de dibujos de mujeres. «Me gustan las mujeres evidentemente, ja ja, y además, mi madre me dio una educación feminista y creo que son un pilar básico. Muchas veces las pongo llorando, puede que por el sufrimiento que pasan a lo largo de la vida, nosotros lo tenemos muy fácil», lamenta.

Pero aparte de infancia, hay otro elemento común: la protesta, el inconformismo, la denuncia o la reivindicación: Si en la obra de Ramírez hay una fina línea que simula el muro de Donald Trump, si Fúnez critica el maltrato a la naturaleza, se suman también Federico Sposato carga contra el machismo o Ana Barriga contra los prejuicios.

«Quería seguir con la misma línea de mi trabajo y no engañarme a mí misma, por eso he usado spray, esmaltes, mostrar cómo voy tapando, borrando, etc. Trabajo también con la dualidad de la imagen para darle varios significados. En este caso, usé dos angelitos, objetos que he comprado en un mercadillo, los he descontextualizado para darles un valor diferente. En este caso, estos ángeles proyectan su sombra y debajo haré una calavera», cuenta Barriga

Su intención es usar objetos solemnes para quitarles seriedad. «Evitar el tabú que generan temas como la muerte, la religión, la sexualidad, me permite ironizar y dar un aspecto más lúdico y divertido a temas transgresores», cuenta.

Para obras imponentes como las de Barriga la experiencia del cadáver exquisito tampoco es un impedimento. «Es la parte interesante del proyecto, la riqueza es contagiarte, producir sinergias, etc.».

Machismo y misoginia

El argentino Federico Sposato también quiso reflejar una situación injusta: la del machismo y la misoginia. Para él, el cadáver exquisito fue una nueva apuesta porque se dedica a las «performances» documentadas en foto o vídeo y en ellas trabaja con su cuerpo, usando tatuajes, por ejemplo siempre explorando en la cuestión del género. «Me da vértigo, es la primera vez que trabajo en un espacio, cuando me dedico a mi cuerpo no dejo rastros», explica.

Para el cadáver exquisito recurrió a un descubrimiento: «Hay un montón de páginas en internet que venden productos para el cuidado de la barba y la publicidad la hacen a través de las redes sociales. En ellas, ves anuncios machistas, que alientan la homofobia, la misoginia, etc. Lo que quiero es criticarlo y sacar una luz que por no estar en el ojo de los medios tradicionales no se ve».

Sposato usó esas publicidades en formato impreso para pegarlas en el muro y formar con ellas una especie de collage que formen la frase «be a man» (el mensaje más repetido en estos anuncios).

Manuel Antonio Domínguez quiso criticar las fronteras. Dibujó agujas de tejer imitando la madera y llenas de lana de color rosa cuyos hilos recuerdan a las líneas que hay en los mapas pequeños que pueden encontrarse en la parte superior de su obra y que sirven para marcar límites, fronteras: «Elegí puntos concretos donde las fronteras son significativas: Canadá y Estados Unidos, Miami y Cuba...Quería hacer líneas que demarcaran un lugar y otro. Son zonas de contención donde se ven muros de espinas o vallas», explica Domínguez.

La idea de las fronteras y los límites en el contexto de un cadáver exquisito le resultó a Domínguez una gran e interesante provocación.

Sin actitud de crítica pero sí para llamar la atención, ha recurrido Javier Conde al dibujo y, sobre todo, al juego de palabras: «¡Última Hora!», «Extra! Extra!», recurriendo a la práctica periodística de los titulares llamativos. Debajo, una pared plagada de algo así como «post it» gigantes con juegos como: «Por humor al arte», «Arcohólicos Anónimos», «ARtGENTINA», etc. «Uso el dibujo (en el que también incluye las letras) pero siempre depurándolo, intento que sean sencillos porque así pueden funcionar como híbridos de distintos conceptos. La alteración de la grafía, los tamaños, cómo encajas las palabras para formar otras, yo lo entiendo como dibujos».

Conde habla de actualidad, de cosas que son noticia, de otras sobre las que reflexiona pero para este cadáver eligió una temática determinada: la propia feria de ARCO. Sin embargo, reconoce que cuando con el juego de palabras no lleva al humor, «aborda temas terribles».

Por último, y más cerca de la muerte que el resto de obras, está la máscara mortuoria de Rafa Jiménez realizada con plastilina. «Me interesa la deformación, de qué manera puede distorsionarse una imagen. Parto de fotografías del pasado, es una forma de abordar cómo el paso del tiempo hace que los conceptos se distorsionen».

Conceptos distorsionados pueden haber miles en este cadáver exquisito porque cada artista y el propio espectador verá lo que quiera ver de ese muerto que en realidad es un niño y está más vivo que nunca.

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