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Andy Robinson: «Obama nunca ha querido ser más de lo que es. El balance es malo»

El periodista británico se ha lanzado a la carretera y a sus márgenes para publicar «Off the road: miedo, asco y esperanza en América» (Ariel), un recorrido inquietante por Estados Unidos y por las salpicaduras de la «dolarocracia» yanqui

MADRID Actualizado: Guardar
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El periodista británico Andy Robinson publica «Off the road: miedo, asco y esperanza en América», un libro de viajes por la decadencia de Estados Unidos a través de una serie de reportajes espiritualmente conectados por el cuestionamiento de la «dolarocracia» yanqui. La documentada visión negruzca aportada no impide que se cuelen algunos rayos de luz a los que intentar agarrarse.

En su recorrido por los reflejos de la «dolarocracia» americana empieza por Las Vegas, que ha superado en número de turistas a La Meca. ¿Son ambas tan opuestas?

Hay algo de peregrinaje, pero perverso. Y es una señal del nivel de mercantilización al que ha llegado todo en Estados Unidos, en donde la gente tiene muy poco tiempo de ocio.

Se les ofrece visitar ese gran parque temático y no necesariamente para jugar a las tragaperras, aunque la gente lo hace.

Las ciudades se están modificando y diseñando para los turistas.

Da miedo… Le pasa a Barcelona, se está convirtiendo en un parque temático para los turistas. En cierta medida todos acabamos siendo turistas, incluso la gente que vivimos en estas ciudades debido a una perversión de nuestra cultura que está impulsada por grandes empresas, que han sabido convertir el ocio en una mercancía.

El humorista Carlo Padial bromea con que llegaremos a decir: «He estado en los mejores Starbucks del mundo». Con sus representaciones de los canales de Venecia, sus reproducciones de las pirámides de Egipto, etc. ¿Es Las Vegas la precursora del mundo estandarizado?

Sí. Creo que mucho de esto tiene que ver con una búsqueda vulgar de estatus. Simplemente comprando Louis Vuitton o Prada es como si hubiera un nivel de jerarquía cada vez más globalizado, y cada vez más diferenciado, entre los que no tienen nada y los que tienen mucho. En Madrid y en Barcelona hubo un gran movimiento de oposición a Eurovegas, pero de alguna manera sigilosa tambien se cuela un modelo de ciudad parecido a Las Vegas. Y sin que nos demos cuenta además, es como la invasión de los ultracuerpos.

Ese mensaje que cala de manera sibilina puede discurrir en variados sentidos también. En su libro cuenta que los independentistas de Vermont, que son utópicos, consiguieron moldear el mensaje del resto de la sociedad, de alguna manera. Y algo así ocurrió con Occupy Wall Street o el 15M.

Economía local, utilizando productos de Vermont en restaurantes, una especie de nueva agricultura a pequeña escala,… Ellos son un poco de «small is beautiful». Y eso empieza a existir. No esperar a que haya un gobierno con el que tú estés de acuerdo sino que vas peleando por esa alternativa. Pero es radicalmente opuesto a lo que pasa con la invasión del capitalismo temático en nuestra cultura. Hace unos años en Estados Unidos no se podía hablar de economía de clases, salarios, sindicatos para combatir temas de desigualdad,… Hasta Donald Trump habla ahora de ello. Todo vino después de la crisis. La ideología ha vuelto. Hace diez años había un pensamiento único tecnócrata, con políticos como Felipe González, Bill Clinton o Tony Blair que rechazaban unas ideas tradicionales de la socialdemocracia y trataban de crear una idea de recetas que venían de una especie de consenso de Washington. Un manual de instrucciones como si no pudiera haber debate porque no sabemos todo lo que se tiene que saber. Da un poco de miedo también porque da la sensación que la cosa está descarrilada, no sabemos a dónde vamos.

Las Vegas es el único sitio de Estados Unidos en el que un trabajador de clase media se puede permitir tener una casa, un coche, un seguro médico y otro para el desempleo…

Se trata de dar los matices, a veces tenemos una percepción simplista de qué eso es el imperio del mal. Yo tampoco me lo podía creer cuando fui a Las Vegas, que he estado muchas veces. Me dijeron que Las Vegas es el futuro de todas las ciudades… Allí el sindicato de trabajadores de la hostelería había conseguido convenios muy buenos, mucho mejores que en Nueva York o Los Ángeles, debido a la especialización de la ciudad, de la necesidad de crear calidad en los hoteles. Eso requiere una fuerza de trabajo leal, sin demasiada movilidad. Había colaboración entre los sindicatos y los propietarios de los hoteles. Menos Sheldon Adelson...

¿Eso deja en buen lugar a Las Vegas o en mal lugar al resto de Estados Unidos?

Yo optaría por la segunda opción... Y aquí también. Lo que ha sido en España el camarero con contrato indefinido, una profesión de camareros que están orgullosos de serlo, está descendiendo. Porque es que ya no hay contratos indefinidos, no hay seguridad de empleo para el camarero. Vas al modelo estadounidense, por eso es sorprendente lo de Las Vegas. La sensación aquí es que vamos por el camino de la precarización siguiendo el camino americano. En Las Vegas, que están muy especializados, se han dado cuenta de que hay que tener a la gente contenta. Es muy importante que el camarero, el bailarín, el botones,etc. no esté preocupado porque al día siguiente le vayan a echar.

Adelson, el magnate hostelero de Las Vegas, organizó un desfile de políticos para ver a quién iba a apoyar económicamente en las primarias. En otro momento, usted apunta a que el 90% del crecimiento del PIB de Estados Unidos desde que comenzara la crisis ha ido a parar a manos del 1%. Con este último dato, ¿no es peligroso para la democracia ese sistema de donaciones y financiación de los partidos?

Esa es la idea de la «dolarocracia», así funciona Estados Unidos. Hay un departamento en Berkeley especializado en desigualdad que están sacando muchos datos. Lo último que vi es que los diez primeros puestos del ranking de Forbes tienen más patrimonio que el 50% de los estadounidenses. Ahí tienes a Sheldon Adelson, a los hermanos Koch, esos son los grandes dolarócratas… Están financiando principalmente al partido republicano. Es un sistema corrupto, es una corrupción legal, es una auténtica barbaridad. Lo interesante de esta campaña es que Trump es el representante, es la expresión más pura de la dolarocracia. Es un tipo que tiene un patrimonio de 4.000 millones de dólares. Pero de alguna manera lo subvierte, en lo que se refiere al sistema político que ha sido secuestrado por una oligarquía o plutocracia. El mecanismo era gente como Adelson o Koch que han hecho sus primarias incluso. «Dime lo que vas a hacer y yo te diré si te doy 500 millones de dólares». Si no dices que vas a apoyar a Israel frente a Palestina no te lo voy a dar. Y claro, la irrupción de Trump en la campaña ha cambiado esto. De repente tienes un candidato que no tiene que depender de los donativos, precisamente porque es el dolarócrata por antonomasia. Hubo un momento fantástico en esta campaña, en el primer o segundo debate de las primarias republicanas. Eran entonces nueve o diez, y de repente Trump dijo: «Yo he pagado dinero a todos estos». Y se quedaron todos… «Yo he dado dinero a Hillary Clinton», dijo también. «Yo le he dado dinero y, si al cabo de dos meses quiero algo, la llamo». Lo dijo en directo en televisión.

Es un poco Berlusconi, que como era el más rico de Italia decía que para qué iba a ser corrupto o robar.

Ese es el discurso de Trump, muy oportunista. Al mismo tiempo lo bueno es que está destapando los secretos sucios de la «dolarocracia». Al final, Adelson se ha juntado con Trump.

En España, dice, no es que nos bajáramos los pantalones con Eurovegas sino que hicimos un «full monty».

Sí, yo sentía vergüenza ajena en esos momentos. Era una manera de crear empleo, pero ¿qué empleo? Hay muchos casos en Estados Unidos, de ciudades derrotadas, que han hecho eso. En Detroit ahora mismo hay seis casinos. Fue la ciudad pionera de la gran industria del automóvil y ahora casi no hay apenas plantas de automóviles. Y no es un salvavidas, porque hay una serie de patologías relacionadas con los casinos que acaba siendo mucho peor. En el caso de España fue una auténtica vergüenza. Llegamos en un momento en 2010 y en 2011 muy malo, y Eurovegas tuvo algo de ello de resignación. El espectáculo de los gobiernos de Madrid y Barcelona ofreciendo incentivos a un tipo más o menos mafioso como Sheldon Adelson…

El pequeño Nicolás, del que tampoco vamos a fiarnos demasiado, contó que estuvo en una cena con políticos y con Adelson cuando vino a Madrid. Y que éste se echó un pedo muy fuerte delante de todo el mundo... Como tiene mucho dinero se puede echar todos los pedos que quiera cuando quiera, ¿no?

No lo sabía, jaja. Es interesante ese episodio… Al principio yo tenía ideado escribir algo sobre Eurovegas, incluso un libro. Y cuando se tiró el proyecto abajo, pensé: «Ahora que voy a hacer». Pero luego pensé que estaba bien que pasara aquello, porque dejaba de manera diáfana cómo funciona la política en tiempos de crisis. Es un poco como «La doctrina del shock» de Naomi Klein, que cuando llega el shock todos los gobiernos se ponen de rodillas.

Las Vegas es una ciudad de aventureros, con altas tasas de alcoholismo y suicidio, pero sus ciudadanos a la vez por su espíritu indomable no quieren pagar impuestos. Es una especie de jungla de neones.

No solo son aventureros, son los pioneros de esa ideología ultraliberal que ha definido el paradigma de los últimos treinta años. Reflexionar sobre esto te hace conocer la locura de aquello. Sobre todo son hombres los que acaban viviendo allí, y defienden que el Big Government no debe existir. Buscan un Estados Unidos como la tierra de las oportunidades.

Y del alcoholismo y el suicidio también…

Precisamente debido a su aislamiento social son más vulnerables. Es esa frase de Margaret Thatcher, de que la sociedad no existe y solo existen los individuos. Son gente que defienden esa ideología pero acaban siendo víctimas de sus propias ideas libertarias, porque son muy vulnerables a las enfermedades mentales, y debido a la casi ausencia de sanidad pública y presupuestos para centros de tratamiento de enfermedades mentales no tienen donde ir y acaban tirándose por la ventana. Es muy esquemático pensarlo así, pero los datos están ahí. Esto está basado en una entrevista con un sociólogo de la universidad de Filadelfia, que ha escrito un libro que ha salido estos últimos meses. Es una persona que ha estudiado mucho el suicidio como tema clásico para los sociólogos como Durkheim.

24 horas los 365 días del año, el juego y el desenfreno en un marco atemporal. Dice que Las Vegas es la plasmación real de internet

Es que es así, han diseñado un entorno en los casinos que aniquila el tiempo. Y también aniquila de alguna manera el espacio, porque son laberintos. Entras ahí y hay pasillos con miles de máquinas tragaperras, están diseñados de manera que hay muchos espejos, para que no salgas. Es así de maquiavélico. El objetivo es aislar, atomizar, dejar a la persona con la máquina tragaperras como si fuera una televisión. Porque así vas metiendo el dinero.

Y tras el baile, una buena bomba atómica incluida en el paquete turístico. Eso que cuenta conecta un poco con el «dark turism», el turismo de catástrofes, que fotografía Ambroise Tézenas.

Es que es La Meca del turismo, es un parque temático. Ahí está el desierto militarizado de Nevada, donde hicieron todas las pruebas nucleares después del Proyecto Manhattan que se hizo en Nuevo México. Hoteles que hacían fiestas atómicas y todos los huéspedes se ponían en el balcón para contemplar las pruebas mientras estaban utilizando a seres humanos indígenas e indigentes como conejillos de indias a cincuenta kilómetros más al oeste. En los 50 y 60 era la modernidad, era un espectáculo que la gente pensaba que representaba el dominio tecnológico y geopolítico de Estados Unidos. En cierta medida es un signo de optimismo. Se ponían las gafas de sol para ver las pruebas y había cocktails que se llamaban cocktails atómicos, y peinados en forma de hongo nuclear. Pero claro, lo que dices tú es algo más actual y existe un poco en Las Vegas. Hay un museo atómico donde puedes ir. En este caso, refleja la falta de conciencia de los americanos en esos tiempos por las barbaridades que habían cometido en la Segunda Guerra Mundial en Nagasaki e Hiroshima.

En la base de Creech, cerca de Las Vegas, hay gamers contratados para manejar los drones, que también se llaman «el ojo que no parpadea». Pero en realidad sí que parpadean, son los ojos de estos jugadores de videojuegos y que luego padecen las consecuencias de sus actos.

Es interesante ponerlo así. A pesar de que fue una idea para minimizar el riesgo para los combatientes, en el fondo hay cada vez más tachas en eso. En una serie de entrevistas con los pilotos vi que están todos con una serie de traumas, shock y todo eso. Pero hay algo esperanzador, no es posible asesinar libremente y gratuitamente a través de una máquina sin que no sufra la conciencia, sin tener consecuencias morales.

¿Es usted tecnófobo?

Estuve en San Francisco con gente que estaba siendo desplazada en sus barrios por los nuevos millonarios de Twitter y Facebook, he visto como se sustituían sus puestos de trabajo por tecnología. O toda esa nueva literatura que puede suponer la próxima fase de la utilización de algoritmos para sustituir a trabajadores que quizá antes nos habíamos sentido más protegidos… Existen softwares que permiten escribir textos decentes, como teletipos. Poco a poco han ido robotizando a los periodistas, han convertido a los periodistas en robots y el siguiente paso es convertir a los robots en periodistas. Como periodistas estamos sometidos al mismo proceso que muchas áreas de la industria manufacturera. La tecnología va quitando habilidades al trabajador, Ahora está pasando con los taxistas, que con el gps ya no tienes que tener conocimiento de la ciudad. Cualquiera puede ser taxista. En Londres tenías que hacer una prueba muy difícil, conocer la ciudad no era fácil. En Estados Unidos, en las agencias de información, sobre todo es así. Es supuestamente para que sea más fácil de entender, pero si lo piensas es también para empaquetar la información para que refleje una realidad con menos matices y más fácilmente incorporable a una determinada ideología económica/política. Simplificar y convertir la información en fórmulas esquemáticas. Vas empobreciendo el pensamiento y la expresión de ese pensamiento, haces un favor así a la economía de mercado.

Rechaza Silicon Valley.

Hay mucha gente que piensa, en España también, que tenemos que aprender de la cultura emprendedora de Silicon Valley y no permitir que un Estado corrupto y unos políticos corruptos sean un estorbo para nuestra creatividad. Gran parte de lo que se ha hecho en Silicon Valley se debe al Pentágono y a esa especie de estado de guerra permanente en que vivió el país desde casi después de la Segunda Guerra Mundial. Eso facilita un presupuesto enorme para innovación militar que luego revierte en el sector civil y permite el nacimiento de Silicon Valley. Y después ellos se convierten de una manera perversa en el emblema de una economía liberal sin intervención del Estado… Y aquí nosotros, que no tenemos una industria militar, o la tenemos en un grado menor, nos tragamos esa ideología falsa y eso se convierte en un pretexto para reducir el presupuesto público. Y eso es un problema para España. Si el Estado español no invierte en innovación y tecnología no lo va a hacer el sector privado.

Los capos de las redes sociales también van de contraculturales y compran a Iggy Pop para que cante en sus fiestas. Lo quieren todo…

Hay algo insidioso en ese deseo de los millonarios de Silicon Valley de absorber gran parte de la contracultura. Tienen festivales de músicas con Iggy Pop y luego te sale Steve Jobs. Es que me parece obviamente de un cinismo… Tengo la sensación de que hay un segmento de la juventud que no diferencia entre una promoción de marcas, empresas, etc. y lo que es cultura. Las cosas se mezclan. Hay muchos artistas que han sido engullidos por esas empresas, cuyo principal objetivo es optimizar sus recursos y subir el valor de sus acciones.

El gran ejemplo de «dolarocracia» del libro es esa especie de círculo virtuoso de la perversión por el que enormes corporaciones se enriquecen vía legislación gubernamental. Por ejemplo, con su negocio en las cárceles privadas al conseguir que haya más presos por la bajada del listón delictivo.

El muro del que se está hablando tanto con Donald Trump es un muro de alta tecnología. El reportaje está ambientado en una feria comercial en la que estuve el año pasado en Phoenix. Ahí vas y es alucinante, con su cactus cámara y todo. Muchas de esas empresas forman parte del complejo industrial militar, del que se ha escrito mucho, en el cual Washington existe para librar guerras que dan negocio a esas empresas. Y es una relación simbiótica. Conforme Estados Unidos, y esto es una manera de interpretarlo, se vaya retirando de los conflictos en Oriente Medio, ese complejo industrial va a necesitar otra fuente de negocio. No es que esté diciendo yo que hay un gobierno en la sombra con todos los exmilitares del Pentágono y los CEOs de estas empresas. Pero el tema es que el sistema político depende de tal manera de estos donativos de esta industria armamentística que la relación está clara. Es un congresista que se reúne cada x tiempo con el del lobby en Washington. Y le dicen: «Tenemos una nueva tecnología fantástica que te permitirá vigilar 200 kilómetros de la frontera de Arizona con México elaborado con una serie de sensores punteros. Y ya sabes que nosotros en las últimas elecciones legislativas te regalamos…”. Hay un gran tema que encaja con todo esto que es la guerra contra la droga. Ese encarcelamiento masivo de afroamericanos, que está relacionado con la represión del voto afroamericano, tiene que ver con la guerra contra la droga. Es ese viaje desde Denver a Alburquerque, el viaje desde un estado en el que se ha legalizado la marihuana hasta un estado de Breaking Bad y toda esta guerra contra la droga iniciada por Nixon en los años 70 y que justo coincidió con la derrota en Vietnam... Y luego con Clinton llegó una ley sobre seguridad que abrió la puerta para meter en la cárcel a gente por delitos muy menores de posesión de drogas. Sanders atacó a Hillary intentando demostrar que los Clinton fueron una presidencia claramente racista. Y es que la policía solo busca marihuana en los bolsillos de los afroamericanos.

En Estados Unidos del año 70 al 2009 los presos han aumentado un 700%. Vaya época peligrosa...

No, porque ha coincidido con el descenso asombroso de asesinatos en las ciudades estadounidenses. En Nueva York en los años 70 daba miedo ir por la calle y hoy casi echas de menos algo de violencia para que no hubiera tantos yuppies por allí. ¿Esto coincidió con el encarcelamiento masivo? Hay gente que dice que el declive de violencia es precisamente porque metieron a tanta gente en la cárcel, pero creo que la explicación es otra. El hecho de que el porcentaje tan elevado de los que están en la cárcel fueran sentenciados por delitos tan menores de posesión de drogas es todo una consecuencia de la guerra contra la droga y por el número de deportaciones. Las dos son fuentes de negocio para la industria penitenciaria privada. Lo que no se comenta mucho es que en el último año hay muchos estados que se están replanteando esas políticas. La población penitenciaria en California ha caído mucho en estos últimos dos años, se están dando cuenta que es una locura. Se ha abierto el debate. Se ha llegado a un extremo tan viciado que está habiendo una respuesta popular en contra de esto. A veces hay cosas mucho más esperanzadoras en Estados Unidos que aquí. La gente ya no se cree el capitalismo corporativo.

La CNN elevó su caché por spot enormemente gracias a la subida de audiencia provocada por el fenómeno Trump, que no sería lo mismo sin esa cobertura exhaustiva de los medios de comunicación. Algo parecido a lo que ha sucedido aquí con Podemos.

Yo no haría esa comparación para nada. Cuando Podemos sacó ese resultado en las europeas nadie en los medios sabía nada. La crítica que hago en el epílogo es la doble moral, que de repente el valor de los periodistas de la CNN frente a las amenazas de Trump… y habían rentabilizado mucho su presencia. Aunque Trump es un tipo desagradable y repugnante ese discurso del centro de toda la vida y sus medios en defensa de la democracia y la libertad de expresión no me acaba de convencer. La principal amenaza para la libertad de expresión es la «dolarocracia», de la que forman parte la FOX y la CNN. Digamos que ellos han excluido a gran parte de la población, han excluido los puntos de vista y las ideas que existen y no aparecen en la cobertura de los medios convencionales. Porque se consideraban que ocupaban espacio que estaba fuera de la zona de tolerancia del sistema. Me refiero a la desigualdad, a la lucha por la sanidad pública,… que estaba en el discurso de Sanders. Eso no era tolerable hasta el año pasado, no entraba en el debate. CNN es cómplice de la supresión del debate en Estados Unidos, que no permitía que la izquierda tuviera una voz en los grandes medios. Ahora la hay gracias a Bernie Sanders y, quizá también, a Donald Trump. Quería resaltar la doble moral más que criticar el hecho de que Trump,… No creo que sea únicamente un fenómeno mediático. Es una de las muchas representaciones de la rabia de clase, clase blanca trabajadora que se siente perdedora...

Serían los «chavs» americanos, quizá algo más mayores.

Es interesante esto, nadie ha escrito este libro de los «chavs» de Estados Unidos. El votante de Trump es gente que se identifica con la superpotencia con los momentos de gloria, de la Segunda Guerra Mundial, de la primera potencia manufacturera del mundo, con la tecnología más avanzada, las grandes fábricas de automóviles,… Y todo eso se vino abajo y se percibe que es una consecuencia de una política neoliberal, de globalización de mercado, de competencia de China, etc. Es una percepción que parece bastante razonable. Y Trump hace un cálculo de las cosas que le van a permitir intervenir en esto: la inmigración, China y la globalización (que es algo que compartiría con la izquierda),… por eso estamos en un nuevo mundo en la política estadounidense.

Para usted, Clinton y Trump son ¿Guatemala y Guatepeor?

Sí, ese es el epílogo, donde no veo motivos para tener esperanza. Eso no quiere decir que no sea un momento muy interesante políticamente. Sanders es un político que solo existe debido a un cambio radical de la forma de entender el mundo en gran parte de la juventud, quizá con estudios. El joven estadounidense hoy en día no es lo que era hace diez años cuando probablemente se creía las ideas de Clinton. Y pasa lo mismo aquí. Yo creo que la oposición en la calle va a ser dura. No vas a tener un movimiento popular que plante cara a Hillary Clinton, pero quizá… hay un tema interesante sobre el cual hay que reflexionar sobre si es mejor estar en la oposición o en el poder si es un Gobierno muy débil. Clinton va a tener que hacer concesiones. Sanders ha conseguido cosas a pesar de no haber sido presidente. Los sindicatos por mucho que se haya conseguido son muy débiles, todo es atomización de la sociedad estadounidense. ¿Por dónde te organizas? ¿Dónde están las comunidades de vecinos o los sindicatos? En Estados Unidos había muchos puntos de encuentro para comunidades para poder plantear qué hacer en el barrio. Eso fue una consecuencia del neoliberalismo, todo se ha fragmentado. Está el libro «Bowling alone: the collapse and revival of american community» de Robert Putnam. Eso de jugar a los bolos solo… Las boleras eran puntos de encuentro en el pasado.

Como en «El gran Lebowsky».

Exacto. Y esto es importante cuando estás organizando una oposición. Ahora tenemos redes sociales y quizá podemos sustituirlo hasta cierto punto. Pero no del todo. Todo está en el aire. Y Trump es un candidato peligroso. La gente puede pensar que eso es palabrería y que luego no lo hará. Se ha comprometido a hacerlo. Ojalá que no lo haga, esos niveles de retórica... Uno no entiende cuál es el plan de los asesores de Trump.

¿Obama le ha decepcionado?

La política económica ha sido mucho mejor que en Europa, y esto ha dado resultados en cuanto a crecimiento y creación de empleo. Pero es que Europa está tan mal que puedes caer en el error de pensar que son muy buenos datos. En el mercado de trabajo lo salarios están bastante estancados para la gran mayoría de la clase trabajadora y media. La desigualdad ha subido. No se ha enfrentado al poder de Wall Street, debido seguramente a que mucha parte de su financiación viene de ahí. Además, ideológicamente, porque tampoco lo ha pretendido, iba a romper decididamente con la estructura del poder. ¿Quién soy yo para decir…? Siento cierta simpatía por Obama, tampoco dijo nunca que iba a hacer gran cosa. Hay más deportaciones con Obama que con George W. Bush de inmigrantes sin papeles. La situación de los afroamericanos empeoró bajo el primer presidente afroamericano, aunque quizá ahora ha mejorado algo. Yo soy un británico blanco hablando de afroamericanos, pero Obama no ha hecho nada para mejorar las condiciones socio-económicas de la clase afroamericana. Pero si ves el apoyo que tiene entre la comunidad afroamericana es impresionante. La guerra de drones… Si Obama pasa como el presidente que ha retirado a Estados Unidos de las guerras de Oriente Medio y ha utilizado una nueva tecnología para hacer la guerra sin riesgo de sufrir las consecuencias políticas y electorales de que cada día mueren 30 soldados americanos en Bagdad, creo que también es un cinismo y una violación de cuestiones éticas. Obama no ha podido responder a estas críticas. Cada vez que utiliza a un drone no solo mata a una persona que no ha sido juzgada, sino a su familia y sus vecinos. ¿En qué quedamos éticamente? Es un balance malo. Obama nunca quiso ser más de lo que es. Es posible que, al menos, haya ayudado a motivar a un segmento de la juventud.

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