Kevin Bacon y Kathryn Hahn en «Amo a Dick»
Kevin Bacon y Kathryn Hahn en «Amo a Dick» - ABC

Ajuste de letrasChris Kraus: Las vidas de un libro

Ninguneado al principio, «Amo a Dick», de Chris Kraus, revivió con el feminismo y el auge de la autoficción

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

En la mesa se sientan la cineasta independiente Chris Kraus, su marido Silvère Lotringer, profesor universitario en Nueva York, y Dick. Dick, a secas, es un crítico cultural recién llegado de Melbourne a Pasadena (Los Ángeles). Chris le explica al crítico que tenía previsto estrenar su última película en Venecia, pero la demanda de unos músicos a quienes no pagó se lo impide. «Es grotescamente injusto», dice su marido.

—¿Qué es injusto? —pregunta Dick— ¿Es injusto que no puedas usar el trabajo de otra persona gratis? Quiero decir, una buena canción puede hacer que una escena sea increíblemente bella, y una escena increíblemente bella puede diferenciar una película mediocre de una obra maestra, y estoy asumiendo que eso es lo que persigues: la obra maestra, el gran premio.

Chris escucha a Dick con la boca abierta. Es la escena clave del capítulo piloto de «Amo a Dick», la serie estrella de Amazon para esta temporada. Dick es Kevin Bacon, protagonista y productor de la serie. Con su barba rubia informal perfectamente cortada, con sus ojos verdes, con sus arrugas de madurito interesante, le pide a Chris que le explique de qué va la película.

—Va sobre una pareja… de la mujer en pareja. Supongo que ella representa a todas las mujeres de la sociedad, ya sabes, expectativas machacadas —responde ella.

—Suena fatal —le corta Dick—. Parece como si estuvieras machacada por algo. ¿Es buena? —le pregunta a Silvère—. ¿Has visto la película? Mi conjetura es que ella no quiere ser directora de cine. Si quisiera serlo, lo sería. Es solo una cuestión de deseo —le dice después el crítico a la directora—. Quizá ese supuesto cementerio de películas sin hacer por mujeres cineastas está ahí porque muchas de las películas hechas por mujeres no son tan buenas. Creo que es muy raro que una mujer haga una buena película porque tienen que trabajar desde su opresión, lo que hace de algunas películas un desastre.

«El reto fue ser capaz de retratar a un hombre complejo, que es un capullo», dice Kevin Bacon sobre el papel que le toca interpretar. «Esta es una serie de mujeres, escrita y creada por mujeres, dirigida por mujeres, y mi papel necesita ser real, aunque sea un objeto sexual». «Amo a Dick», antes que el título de la próxima serie femenina de moda, es el título de una novela que tuvo varias vidas, y en una de ellas se convirtió en algo parecido a un manifiesto feminista.

Publicado en 1997, Chris Kraus —que además de protagonista es la autora del libro— apenas vendió cien ejemplares. Lo que cuenta en «Amo a Dick» (Alpha Decay) le ocurrió en realidad, aunque aderezado con un poco de imaginación. La obra, despachada entonces como «literatura experimental», se lee hoy como un brillante anticipo del género de moda: la autoficción. Kraus arma «Amo a Dick» con decenas de cartas que escribió pensando en Dick, de quien se enamoró sin remedio en la cena que da comienzo a la historia.

«Querido Dick —escribe Chris en el borrador de la primera carta—. Tú eres un vaquero, yo hace diez años que soy un nómada en Nueva York. Quiero hablarte de la velada en tu casa —la cena acabó con el matrimonio durmiendo en casa de Dick—. Tuve la sensación de que en cierto modo te conocía y que podíamos estar juntos sin dejar de ser tal como somos. Pero ya empiezo a sonar como la tontita cuya voz, sin quererlo, oímos esa noche en tu contestador…». El marido de Chris la acompaña en esta obsesión amorosa por un tipo machista y presuntuoso.

La identidad real de Dick es Dick Hebdige, quien intentó frenar la publicación del libro bajo el pretexto de que se violaba su identidad. Kraus accedió a no poner su nombre completo y le ofreció, sin éxito, escribir el prólogo. El título —« love Dick»— lo mantuvo. «Dick», en inglés, significa «polla». Y el juego de palabras es necesario para esa conversión de una extraña historia de amor en un ajuste de cuentas con «una cultura engreída, impermeable y vigilante», como escribe Eileen Myles en el prólogo. «Amo a Dick» es la expresión descarnada de los sentimientos femeninos, y es también un despertar feminista.

Esta toma de conciencia está detrás de la segunda vida del libro, que llegó en el año 2006, cuando fue reeditado. «Yo era invisible —declaró la autora a «The New Yorker»—. Soy la persona que describo en "Amo a Dick": tímida, asexual, con una mala dentadura, con un corte de pelo descuidado. Iba sola a los actos culturales que se celebraban en Nueva York, mal vestida, sintiéndome rara porque no conocía a nadie». En esa extravagante correspondencia con Dick comenzó su lucha por vivir una vida significativa. Y con Kraus, la de miles de mujeres, Lena Dunham entre ellas. El interés por este título de la feminista más reconocida está detrás de las 14.000 copias que se vendieron en 2016.

¿Cuántas vidas tiene un libro? Ninguneado al principio, «Amo a Dick» revivió con el auge del feminismo y se ha consolidado en la era de la autoficción, en su tercera vida: la del éxito de ventas. ¿Por qué leer a Karl Ove Knausgaard o Emmanuel Carrère y no a Chris Kraus? La cuarta vida del libro llega ahora, con la adaptación televisiva. Hay margen para alcanzar las siete vidas del gato, y eso pasa por traducir al español «Anorexia» y «Torpor», los títulos de la segunda y la tercera parte de «Amo a Dick».

Ver los comentarios