Congreso internacional «Murillo en su IV centenario»
Murillo: estado de la cuestión
Javier Portús plantea la necesidad de ampliar los estudios sobre el pintor y contextualizarlo en la encrucijada de la Europa de su tiempo
Javier Portús , jefe del departamento de Pintura Española (antes de 1700) del Museo del Prado, ha sido el encargado de dar la primera pincelada del retrato de Murillo que se realizará en el congreso internacional sobre su figura que se celebra esta semana en Sevilla. Portús compuso además el marco científico en el que se centrarán algunas de las cuestiones pendientes sobre el pintor. En su conferencia "Murillo, ayer y hoy" hizo una lectura histórica del artista a lo largo de los siglos, los vaivenes de la valoración de su obra dependiendo de las épocas, la influencia de cuestiones extrartísticas o los episodios de expolio que determinaron el destino de sus lienzos y su inclusión en el memorial de agravios de cierta identidad colectiva nacional.
Además del ajustado retrato de Murillo en el tiempo, Javier Portús dibujó el paisaje científico que envuelve a Murillo desvelando así las líneas de investigación actuales. «En los últimos años ha habido muchas aportaciones por los estudios técnicos que nos hablan de sus usos y rutinas, de las técnicas pictóricas que utilizaba, los materiales. Esto nos ha ayudado a entender sus grandes cualidades técnicas y narrativas", aseguró el comisario de celebradas exposiciones como "Niños de Murillo" que se realizó en el Prado en 2001 o la reciente "Metapintura. Un viaje a la idea del Arte" .
En la inauguración del congreso Portús describió con rigor y amplitud de foco el estado de la cuestión asegurando que existen muchos caminos desbrozados para los estudios de las nuevas generaciones de investigadores. Y aseguró que algunos de estos nuevos paisajes de estudio se descubrirán a partir de este congreso en Sevilla.
Portús fue claro y certero: "Murillo es el narrador más importante del arte español anterior a Goya" . Sin embargo, advirtió lo que se puede intuir en el aire y que siempre queda como inquietante realidad cuando se habla del pintor: su encasillamiento como pintor local o nacional a causa de las capas de significados que se han ido añadiendo. Como si Murillo hubiera sufrido como sus cuadros la misma devoradora pátina del tiempo en los que se acumulan barnices y polvo. «Ha habido muchos vaivenes en el aprecio crítico, a veces con capas y capas de juicios y prejuicios adheridos por los años . Quizás es porque ha sido algo más que un simple pintor. Ha sido el símbolo de la identidad colectiva. Su vida y su obra han estado connotadas por el medio físico en el que desarrolló su carrera».
Recordó que la figura de Murillo ha estado siempre incorporada a los Parnasos nacionales e internacionales y repasó algunos lugares en los que es posible encontrar una estatua dedicada al artista, desde su propia ciudad en la Plaza del Museo o en la galería de ilustres de San Telmo, hasta el Museo del Prado, el de Munich, el Louvre o incluso el de Sidney o San Diego. «Esto demuestra su gran fama», señaló el especialista en cultura visual del Siglo de Oro.
Pero no olvidó la irregular fama que ha tenido Murillo , según el cambio en el ojo de época, es decir, la transformación de la sensibilidad artística de cada tiempo. Portús destacó que, a pesar de ser un creador poderoso y original, su recepción en el espectador contemporáneo es paradójica. «Su pintura narrativa requiere un conocimiento previo de la Historia. Hay que reconstruir ese sistema de afectos de la época y que él supo manejar tan bien. Todo eso requiere una mirada lenta y detenida del espectador . Precisamente de ese espectador actual que busca respuestas rápidas en la pintura, impactos».
Sin embargo, puso asombrosos ejemplos de la capacidad emotiva de la pintura de Murillo. «La Inmaculada de Aranjuez, que ahora se puede ver en Santa Clara, estuvo en una exposición con obra del Prado en Tokyo y Osaka, y fue la obra más admirada por un público conmovido ante una religión extraña. Eso demuestra la capacidad inagotable para conmover a distintos públicos », explicó.
Los valores de la obra de Murillo
Portús desentrañó algunas de las circunstancias que han pesado en los valores de aprecio de su obra, como cuando el paradigma estético naturalista cambia hacia el gusto por lo simbólico o expresionista. « Velázquez siguió con su prestigio por haber sido estudiado en un marco más amplio : sus viajes a Italia, la recreación de una corte cosmopolita y la influencia que tuvo en los artistas del siglo XIX y XX.
También ocurrió con Ribera o el Greco, que estaba unido a valores locales con una ciudad como Toledo, como ocurría con Murillo y Sevilla, pero al que se le hizo una definición más amplia de su obra. Con Ribera también se ha hecho una reconstrucción semejante. Murillo parece a la espera de un proceso semejante », apuntó como eje sobre el que podrían bascular algunas de las nuevas investigaciones sobre el artista.
El historiador del arte subrayó las cualidades e innovaciones de Murillo en relación con el contexto internacional como posible brújula de los estudios que aún faltan por hacer. «Fue permeable a influencias externas más allá de la escuela española. Y, sin embargo, eso apenas se ha traducido. Estuvo en la encrucijada de la Europa de su tiempo y no se han hecho exposiciones con esa mirada . Quizás en eso no ayudamos mucho los museos más centrados en las clasificaciones clásicas», dijo quien es responsable de conservación de pintura española del Museo del Prado.
Portús insistió en que Murillo participó y profundizó en las posibilidades exploratorias del color y en la transmisión de las emociones como ocurría en el contexto internacional. «Ahí supo labrarse un lugar único y singular. Era ese sentido de la pintura del que hablaba Leon Battista Alberti: mover los ánimos de los que miran. Murillo participó en la transmisión de afectos que preocupaba en la Europa de su tiempo . Él creó un modelo afectivo de gran efectividad».
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