Velázquez y Murillo: un duelo para la Historia

Así será la exposición inédita en la que se medirán por vez primera los dos maestros sevillanos y que se inaugurará en noviembre en la capital hispalense

Madrid Actualizado: Guardar
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Al director de la National Gallery de Londres, Gabriele Finaldi, se le acumula el trabajo este otoño. A su labor diaria al frente de la pinacoteca británica se suman dos relevantes proyectos en España, ambos en colaboración con la Fundación Focus, una institución centrada en promover y difundir el conocimiento del Barroco. Por un lado, se medirán en una exposición inédita, a través de 19 pinturas (9 de Velázquez y 10 de Murillo), fechadas entre 1645 y 1680, cedidas por doce museos y colecciones privadas de Europa y Estados Unidos, los dos grandes artistas sevillanos del Barroco. Inédita, pues, aunque parezca extraño, nunca se habían confrontado ambos maestros en una exposición. La histórica cita tendrá lugar, del 8 de noviembre al 28 de febrero de 2017, en el Hospital de los Venerables de Sevilla y supondrá el arranque del Año Murillo: en 2017 se conmemorará el 400 aniversario de su nacimiento.

Semanas después, Finaldi volverá a ser protagonista de otro proyecto científico de gran calado. Gran especialista en Ribera (sobre él versó su tesis doctoral), ha estado enfrascado en los últimos años en la realización del catálogo razonado de sus dibujos. Coindiciendo con su publicación (ha sido coeditado por la Fundación Focus y el Meadows Museum de Dallas), el Prado ha organizado una exposición con 70 obras (52 dibujos, 10 pinturas y 8 estampas).

Finaldi regresa al Prado

Ambos proyectos fueron presentados ayer en el Prado, adonde Gabriele Finaldi regresa –con nostalgia («siento muy mío este museo») y, según confiesa, con un español algo oxidado– tras pasar trece años como director adjunto de la pinacoteca. Junto a él, Miguel Zugaza, director del museo, y Anabel Morillo, directora general de la Fundación Focus. Zugaza destacó la importante labor que desarrolla esta fundación, abriendo puentes entre instituciones, y que cuenta como sede, desde hace 25 años, con «un lugar mágico para el arte: el Hospital de los Venerables». Morillo, por su parte, tuvo palabras de agradecimiento para el Prado, por su generosa colaboración («sin este museo, donde nos sentimos como en casa, no se hubiera podido llevar a cabo esta exquisita exposición»); para el Ayuntamiento sevillano, por su apoyo en la celebración de la primera muestra del Año Murillo; para el Museo del Louvre, por haber cedido dos importantísimos préstamos, y para Gabriele Finaldi, por su investigación rigurosa en el estudio de Ribera.

La mano de Ribera

Finaldi trazó ayer las líneas generales de ambos proyectos. Sobre el catálogo razonado de los dibujos de Ribera, explica que se trataba de poner orden en su producción dibujística y de celebrarlo con una exposición. Advierte que hoy se le atribuyen al maestro valenciano, que desarrolló casi toda su carrera en Italia (llegó a Roma en 1606, con solo 15 años), unos 160 dibujos, un número que ha crecido considerablemente en los últimos años. Especialmente, comenzaron a recuperarse a partir de los años 60. Así, en 1923 apenas se conocía una docena, de los cuales hoy solo se aceptan 6. Y el Prado, que hace 20 años apenas contaba con un dibujo de Ribera, hoy tiene una docena en su colección. A Finaldi le fascina «la mano de Ribera», «un artista caravaggista, pero también clásico, que además dibuja». Lo hacía incluso por la noche, esbozando lo que quería pintar al día siguiente. La mayoría de sus dibujos están hechos a pluma y tinta. Los hay muy acabados, pero son muy escasos (apenas unos quince) los preparatorios para sus lienzos.

En cuanto a los temas, estaba fascinado por la violencia y la tortura, por la vida urbana, pero también hizo dibujos satíricos (invenciones, caprichos). Solo se conoce un desnudo femenino de su mano. Anuncia Finaldi que habrá novedades en el catálogo razonado: algunas obras pierden su autoría y otras se incorporan al corpus del artista. Los resultados de este ambicioso proyecto científico se verán en la exposición «Ribera. Maestro del dibujo», que recalará en el Prado del 22 de noviembre al 19 de febrero de 2017 y, a partir de marzo, viajará al Meadows Museum de Dallas, coorganizador de la muestra. Una docena de los dibujos expuestos se verán por vez primera en España.

Un hito

Por otro lado, el director de la National Gallery de Londres, que comisarió hace unos años la exposición «Murillo y Justino de Neve. El arte de la amistad», que se exhibió en el Prado y en el Hospital de los Venerables de Sevilla, regresará en noviembre a este último lugar con la muestra «Velázquez. Murillo. Sevilla». Será un hito. Aunque pertenecen a generaciones distintas (Velázquez nació 18 años antes), Finaldi hará hincapié en las afinidades que hay entre ambos, que son muchas. Obras maestras de uno y otro colgarán juntas en dúos o en tríos. Así, «La Adoración de los Magos», de Velázquez» estará frente a «La Sagrada Familia del pajarito», de Murillo. Ambos lienzos, que han sido restaurados para la ocasión, proceden de la colección del Prado, que prestará cinco obras.

También se confrontará el «San Pedro Penitente», de Murillo, de la Fundación Focus, con el de Velázquez, de la Fundación Villar Mir. El primero fue propiedad de Justino de Neve, mecenas de Murillo, que en su testamento lo legó al hospital sevillano. La obra, confiscada por el mariscal Soult, en cuya colección permaneció hasta su muerte en 1851, pasó por varias colecciones privadas hasta que en 2012 fue hallada por Gabriele Finaldi y la adquirió la Fundación Focus. Y más pintura religiosa: «Santo Tomás», de Velázquez», del Museo de Orleáns, frente a «Santiago Apóstol», de Murillo, propiedad del Prado.

Encuentros y reencuentros

Son muchos los encuentros emotivos: como el de dos «Inmaculadas» de Velázquez (una de la Fundación Focus –pese a que hubo mucha polémica sobre su autoría, hoy es casi generalizado el consenso en su atribución– y otra de la National Gallery de Londres), que se medirán con una de Murillo, procedente del Museo Nelson Atkins de Kansas, que visitará España por vez primera. La espléndida «Infanta Margarita de blanco», de Velázquez, del Kunsthistorisches Museum de Viena, colgará junto a «La educación de la Virgen», de Murillo, del Prado.

Las patronas de Sevilla, Santa Justa y Santa Rufina, pintadas por Murillo y procedentes de la colección del Meadows Museum de Dallas (se muestran por vez primera en Sevilla), se exhibirán con la «Santa Rufina» de Velázquez de la Fundación Focus. La pintura de género estará representada por «Dos jóvenes en la mesa», de Velázquez, del Museo Wellington de Londres, que se verá por primera vez en España: estará cara a cara frente a dos obras maestras de Murillo: «Niño espulgándose», del Louvre, y «Tres muchachos», de la Dulwich Picture Gallery de Londres. Cerrarán la exposición dos autorretratos de ambos pintores: uno temprano de Velázquez cedido por el Prado y el de Murillo, préstamo de la Frick Collection de Nueva York.

¿Se conocieron ambos pintores?

No hay constancia documental de que Velázquez y Murillo se conocieran, aunque lo más razonable es pensar que así fue en un viaje que este último hizo a Madrid en 1658. Ceán Bermúdez decía que Murillo llegó a estar instalado una temporada en casa de Velázquez. Algo que no se ha podido comprobar. Lo que sí parece obvio es que Murillo pudo admirar su trabajo en la capital y que despertó en él un gran interés. Explica Finaldi que son muchas las afinidades iconográficas y estéticas entre las obras de Murillo y la producción sevillana de Velázquez. Incluso advierte paralelismos técnicos: las paletas de ambos se van aclarando con los años. Pero también son muchas las divergencias entre ambos: Murillo se quedó en su Sevilla natal, pintando vírgenes y santos, mientras Velázquez se marchó a la Corte en Madrid donde se afanó por inmortalizar a dioses y príncipes.

Sobre si aguantará el tipo Murillo (ha padecido durante años el sambenito de pintor de almanaques) en su cara a cara con el mismísimo Velázquez, Finaldi no tiene ninguna duda: «Lo aguantará. Hoy conocemos mucho mejor a Murillo y le admiramos más como pintor. Tiene una gran calidad y un enorme dominio técnico». Este duelo inédito entre el mejor Barroco sevillano promete, desde luego, ser apasionante. ¿Quedará en tablas?

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