«La balsa de la medusa», de Géricault
«La balsa de la medusa», de Géricault

Las obras maestras del Louvre

El museo francés, el más visitado del mundo, se halla con el agua al cuello. Las inundaciones que han arrasado París han obligado a sus responsables a poner a resguardo muchas piezas que se exhiben en la planta baja. Repasamos diez de las obras maestras de sus impresionantes colecciones

París Actualizado: Guardar
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  1. «La balsa de la medusa», de Géricault

    «La balsa de la Medusa», realizada por el pintor francés Théodore Géricault entre 1818 y 1819, es un icono del Romanticismo francés y una de las pinturas más célebres del museo. Representa la escena del naufragio de la fragata de la marina francesa «Méduse», encallada frente a la costa de Mauritania el 2 de julio de 1816. Al menos 147 personas quedaron a la deriva en una balsa construida apresuradamente, y todas ellas, salvo 15, murieron durante los 13 días que se tardó en rescatarlos. Los supervivientes debieron soportar el hambre, la deshidratación, el canibalismo y la locura. El suceso llegó a ser un escándalo internacional, en parte porque sus causas fueron atribuidas a la incompetencia del capitán francés que actuaba bajo la autoridad de la reciente y restaurada monarquía francesa. El tema fascinó al artista. La pintura fue muy polémica en su exhibición en el Salón de París de 1819 y fue adquirida por el Louvre poco tiempo después de la muerte prematura del artista, a los 32 años.

  2. «La Gioconda», de Leonardo da Vinci

    «La Gioconda», también conocida como «La Mona Lisa» es la obra más famosa del mundo y, por supuesto, la más visitada del Louvre. El museo ha tenido que dedicarle una sala. Pintada por Leonardo da Vinci, fue adquirida por el rey Francisco I de Francia a principios del siglo XVI y desde entonces es propiedad del Estado Francés. El misterio sigue rodeando al cuadro. La tesis más aceptada acerca de la identidad de la modelo es que se trata de Lisa Gherardini: esposa de Francesco Bartolomeo de Giocondo. El 21 de agosto de 1911, el carpintero italiano Vincenzo Peruggia (exempleado del Louvre) descolgó el cuadro y lo robó. Durante la ausencia de la obra, se batió el récord de visitantes al museo; acudían a apreciar el hueco dejado en la pared por el cuadro que había sido hurtado. Así nació el mito de «La Gioconda». Fue recuperada dos años y ciento once días después del robo.

  3. «La libertad guiando al pueblo», de Delacroix

    El lienzo, pintado por Eugène Delacroix, representa una escena del 28 de julio de 1830 en la que el pueblo de París levantó barricadas. El Rey Carlos X de Francia había suprimido el parlamento por decreto y tenía la intención de restringir la libertad de prensa. Los disturbios iniciales se convirtieron en un levantamiento que desembocó en una revolución seguida por ciudadanos enojados de todas las clases sociales. No existió un único cabecilla. Por eso Delacroix representa a la Libertad como guía que conduce al pueblo. Tampoco está representada de una forma abstracta, sino que es una figura alegórica muy sensual y real. El cuadro fue comprado por el Estado Francés en 1831, pero ante las críticas recibidas parece ser que fue devuelto al autor en 1839. Sin embargo, en 1848 el director de los museos nacionales lo reclamó, siendo entregado por el autor al año siguiente. Cuando se instauró el Segundo Imperio la tela pasó a formar parte de la reserva del Louvre, hasta que quedó expuesto en 1863, después de la muerte del autor. La obra se ha convertido en un icono universal de la lucha por la libertad.

  4. «La Venus de Milo» (autor anónimo)

    La Afrodita de Milos, más conocida como Venus de Milo, es una de las estatuas más representativas del período helenístico de la escultura griega, y una de las más famosas esculturas de la antigua Grecia. Fue creada entre los años 130 y 100 a. C., y se cree que representa a Afrodita (denominada Venus en la mitología romana), diosa del amor y la belleza. Esta estatua fue encontrada en Milo (Islas Cícladas), desenterrada por un campesino y vendida a Francia entre 1819 y 1820. La escultura fue esculpida en mármol blanco. Se desconoce su autor, pero se ha sugerido que pudiera ser obra de Alejandro de Antioquía. Esta escultura posee un estilo característico del final de la época helenística.

  5. «La Victoria de Samotracia» (autor anónimo)

    «La Victoria de Samotracia» representa a Niké, la diosa de la victoria. Tiene una altura de 2,45 metros y se elaboró en mármol hacia el 190 a. C. Procede del santuario de los Cabiros en Samotracia. Algunos expertos la atribuyen con cierta probabilidad a Pithókritos de Rodas. Fue descubierta en 1863 en la isla de Samotracia por el cónsul francés Charles Champoiseau, arqueólogo aficionado. La figura femenina de la Victoria con alas se posa sobre la proa de un navío, que actúa de pedestal de la figura femenina. Ha sido restaurada recientemente. Marinetti, en el manifiesto futurista, utilizó esta obra para condensar su ataque a la estatuaria: «Un automóvil de carreras es más hermoso que la Victoria de Samotracia».

  6. «Las bodas de Caná», de Veronés

    «Las bodas de Caná» es una de las pinturas más famosas de la producción de Veronés. Este óleo sobre lienzo fue pintado en 1563. Es una obra colosal: mide 9,94 metros de largo por 6,77 de alto. Fue encargado el 6 de junio de 1562 para el refectorio del convento benedictino de San Giorgio Maggiore de Venecia, diseñado por Palladio. Veronés pintó la obra en quince meses. La entregó al monasterio en septiembre de 1563 y allí se conservó durante 235 años. El cuadro fue sustraído por Napoleón durante la Campaña de Italia, en 1797, y enviado a París. Desde entonces cuelga en el Louvre. En la actualidad, en la pared de enfrente de «La Gioconda». En lugar original donde estuvo hoy luce un clon, realizado por la empresa Factum Arte.

  7. «Baltasar de Castiglione», de Rafael

    Este retrato fue pintado por Rafael hacia 1515. De la casa de los Castiglioni en Mantua, el lienzo pasó a los Países Bajos y fue adquirido en 1630 en Ámsterdam por Lucas van Uffel, marchante amigo de Van Dyck; se cuenta que Rembrandt acudió a la subasta e intentó pujar, pero no disponía de dinero suficiente. Nueve años más tarde el cuadro fue adquirido por el Cardenal Mazarino y en 1661 entró en la colección de Luis XIV de Francia. Nacido en Mantua en 1478, Baltasar de Castiglione fue una figura literaria activa en la corte de Urbino en los primeros años del siglo XVI; también desempeñó el papel de embajador.

  8. «Betsabé en su baño», de Rembrandt

    «Betsabé con la carta de David» (o Betsabé en su baño) es una pintura de Rembrandt realizada en 1654 y que se encuentra en el Museo del Louvre en París. Está firmada y fechada y en ella se representa a Betsabé recibiendo la carta en la que el rey David la invita a su palacio. Es una escena extraída del relato bíblico de Segundo libro de Samuel. En la pintura, en la que Rembrandt usa como modelo a Hendrickje Stoffels, se percibe claramente la huella de maestros como Tiziano y Tintoretto. Se refleja en la expresión la angustia en la mujer por los problemas ante la Ley de Moisés, al tener que tomar una decisión, ya sea para permanecer fiel a su marido Urías, que se hallaba en la guerra, o para obedecer al rey. El pintor refleja en la obra algunos síntomas del cáncer de mama como las tumoraciones en la axila.

  9. «La encajera», de Vermeer

    «La encajera» es una de las pinturas más conocidas del pintor holandés Johannes Vermeer, junto a «La lechera» (Rijksmuseum de Amsterdam) y «La joven de la perla» (Mauritshuis de La Haya). Es un artista de culto, que realizó muy pocas obras. Realizada hacia 1669-1670, es posible que el primer propietario de «La encajera» fuera Pieter Claesz van Ruijven, de Delft. Apareció en la venta Dissius de 1696 en Ámsterdam. La pintura pasó posteriormente a diversos propietarios de los Países Bajos. A pesar de su fama, en 1869 el museo Boijmans de Róterdam fracasó en su intento de adquirir el cuadro. Por entonces formaba parte de la colección de Dirk Vis Blokhuyzen (1799-1869), quien al morir dejó su patrimonio de pinturas, dibujos y libros a la ciudad de Róterdam, a cambio de que entregaran una cantidad de dinero a sus herederos. Sin embargo, no se pudo obtener ese dinero y fue subastada la colección en París en 1870; fue adquirida por el coleccionista Eugène Féral, quien lo vendió con un beneficio de casi 2.000 francos dos meses más tarde al Louvre. Fue el primer Vermeer adquirido por una colección pública francesa.

  10. «El escriba sentado» (autor anónimo)

    «El escriba sentado» es una de las estatuas más representativas de la escultura del Imperio Antiguo de Egipto, y una de las más famosas y bien conservadas de toda la civilización egipcia. Fue esculpida entre los años 2480 y 2350 a. C. Los escribas, indispensables en el Estado fuertemente centralizado, eran representados frecuentemente. La estatua fue hallada en la necrópolis de Saqqara, situada en la ribera occidental del Nilo, frente la antigua ciudad de Menfis, que fue la capital del Imperio Antiguo de Egipto, y se estima que representa a un alto funcionario de la administración. Colocada en la capilla de culto de una tumba, la estatua participaba en las ceremonias y recibía las ofrendas para el difunto, su función tenía pues un carácter funerario. El artista le representó mientras escribía en posición sedente con las piernas cruzadas y encima de ellas reposa un papiro desplegado. Su cuerpo está esculpido en caliza, y sus ojos tallados en cristal de roca, cuarzo blanco y ébano.

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