Miguel Falomir: «Nunca pediré el "Guernica", está muy bien donde está»

«Sería difícil de justificar que no se reconstruyera el Salón de Reinos. Tenemos el edificio y tenemos los cuadros», dice el nuevo director del Museo del Prado

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Es el tercer valenciano que dirige el Prado, tras el pintor Antonio Gisbert y Felipe Garín. De pequeño, su obra preferida de este museo era «La rendición de Breda», de Velázquez. Le gustaban las películas de capa y espada. Hoy no se decanta por ninguna en especial. Hombre de altura (física e intelectual), cosecha del 66 (la mejor) y excelente comunicador, Miguel Falomir es uno de los grandes especialistas en pintura italiana del Renacimiento (ha comisariado grandes exposiciones de Tiziano, Tintoretto y Rafael). Se somete a uno de sus primeros retos en el cargo: contestar 33 preguntas en apenas 30 minutos. Prueba superada. Y no pasa palabra en ninguna de ellas. Habla alto y claro. Es el día 1 después de Zugaza.

-¿Es cierto que negó dos veces a Pérez-Llorca, cual san Pedro a Jesucristo, la dirección del Prado?

-Sí. Fui una de las personas a las que se lo ofreció. Dije que no en ese momento porque asumir la dirección del Prado es una decisión muy grande y pensé que, si la asumía, tendría que dejar la Historia del Arte y dedicarme a la gestión de la Historia del Arte. Soy demasiado joven para dar por finiquitada mi carrera como historiador del arte. Tengo 51 años. Le dije al presidente: «Podríais hacerme esta oferta dentro de 10 años». ¿Por qué cambié después? Porque hubo gente cuya opinión estimo que me hizo ver que estaba adoptando una posición muy maximalista, que una cosa no llevaba aparejada la otra. Me convencieron.

-¿Fueron Íñigo Méndez de Vigo y Miguel Zugaza?

-Zugaza no. Cuando me insinuó que podría ser un buen director, le dije que no. Con el ministro pude hablar y fue uno de los elementos importantes en mi decisión, pero no el único.

-¿Se siente respaldado por el presidente del Patronato?

-Sí, por supuesto. Si he sido elegido es porque el Patronato ha propuesto mi nombre de forma unánime.

-Dicen que también se habló con Gabriele Finaldi, con Leticia Ruiz...

-Me parece muy normal que se pensara en estos candidatos, que han estado o están vinculados al Prado.

-¿Sabe dónde se mete?

-Soy muy consciente de la enorme responsabilidad que supone dirigir el Prado. Pero no tengo miedo. Es cierto que Zugaza ha dejado el listón muy alto. Es un reto poder estar a su altura.

-¿Le sorprendió su dimisión?

-Sí. Entiendo las razones por las cuales lo ha dejado.

-¿Le ha dado algún consejo?

-Que sea yo mismo.

-¿Su gestión será continuista?

-Hay cosas en las que seré continuista y en otras seré rompedor. Hay que mantener la internacionalización del museo, su ambición intelectual, el compromiso con las nuevas tecnologías...

-¿Y con qué rompería?

-No estoy interesado en el «Guernica».

-¿Picasso y el «Guernica» están bien donde están?

-Sí, están bien donde están. Ni voy a pedir nunca el «Guernica», ni voy a entrar en competencia con ninguna institución cultural española. Ambos museos [Prado y Reina Sofía] son estatales y el «Guernica» pertenece a todos los españoles.

-¿Es partidario de reconstruir el Salón de Reinos?

-Es una buena ocasión para hacerlo. Tenemos el edificio, tenemos los cuadros y sería difícil de justificar que no se hiciera. Ese fue el argumento que se esgrimió para el traslado del Museo del Ejército a Toledo.

-Se dijo que incluyendo el «Guernica» se eliminaría esa historia de vencedores y vencidos.

-Lo que no podemos es cambiar la Historia. Hay que explicarla, explicar la guerra. No podemos entrar en discursos buenistas. Museográficamente, es lo que mejor le va a esos espacios. Están concebidos expresamente para enfrentar esos grandes lienzos. Dudo que haya algo que quedara mejor. No sé cuál será el destino de las salas de arriba, pero la crujía histórica tiene que albergar fondos de la colección permanente del museo. Hay en el Prado 200 cuadros de gran valor que necesitan un espacio y el Salón de Reinos lo tiene.

-¿Esos 200 cuadros están en almacenes, en depósitos?

-En general, en almacenes.

-¿Retirará depósitos del Prado repartidos por distintas instituciones?

-No.

-¿El proyecto de Norman Foster era su favorito?

-Sí.

-¿Cuál ha sido el talón de Aquiles de Zugaza?

-Creo que si hay que buscar una parcela en la que haya sido menos brillante (creo que ha sido brillante en todo) es en lo educativo y social. Hay que perfilarlo mejor. Son áreas cada vez más importantes: educación, investigación, la conexión con la Universidad española... Y la parte social. Una de las cosas que más me interesa es ampliar el espectro social del visitante del museo.

-El visitante de los museos de pintura antigua ha envejecido. ¿Cómo se puede atraer al público más joven?

-Ese público demanda otra forma de contar las colecciones. La estructura del museo es un tanto decimonónica: está dividida por siglos, por escuelas nacionales... Hay que empezar a buscar proyectos transversales, que tengan en cuenta la participación de la mujer o minorías sociales que no se han sentido representadas. En este país viven más de un millón de inmigrantes latinoamericanos.

-Arte contemporáneo en el Prado... ¿sí o no?

-Creo que exponer arte contemporáneo en el Prado porque sí no tiene ningún sentido. Es una obligación siempre y cuando sean proyectos específicos alentados por el museo para artistas que han mostrado sensibilidad hacia nuestras colecciones y puedan servir para transmitir lo que es el Prado. Proyectos como el de Cai Guo-Qiang es una forma extraordinaria de que el arte contemporáneo entre en el Prado. No haré una exposición de Jasper Johns, no tiene sentido.

-Sus detractores, que ya los hay -siento decírselo-, reconocen que es un gran investigador pero con nula experiencia como gestor.

-Soy un gestor inédito. Pero tengo la suerte de contar con una de las mejores gestoras, Marina Chinchilla.

-¿Cómo anda de mano izquierda y diplomacia? Va a tener que lidiar con unos cuantos miuras: políticos, empresarios benefactores, comité de empresa, patronos, arquitectos-estrella, Patrimonio Nacional, comités holandeses y algún que otro colega con el colmillo retorcido...

-En principio todos ellos deberían ser aliados, no enemigos. El Patronato está para velar por la autonomía del Prado y por tanto de mi gestión. Los benefactores han sido de una fidelidad y lealtad extraordinarias. Ojalá tenga siempre que lidiar con arquitectos-estrella para ampliaciones que van a redundar en beneficio del museo. Que va a haber problemas, evidentemente que los habrá. Espero tener mano izquierda y, si no, todo se aprende en esta vida.

-Su antecesor ha hecho gala más de una vez de cierto maquiavelismo.

-España es la cuna del antimaquiavelismo.

-¿Por qué no se elige al director del Prado a través de un concurso?

-La abogacía del Estado dijo que, técnica y legalmente, no se puede.

-¿Se siente por ello menos legitimado?

-No.

-¿La colección debe seguir viajando al extranjero y cobrando por ello? Ya ha pasado por Asia, Australia, Estados Unidos...

-Me gustaría no hacerlo. Pero no podemos organizar grandes exposiciones, abrir los siete días de la semana... y no tener fondos. Eso tiene un precio, que hay que sacar de muchas partes: la aportación del Estado, de la sociedad civil (empresas, Amigos del Prado)... Pero hay que buscar otras alternativas.

-¿Reordenará la colección del museo? Hay algunas críticas.

-Si el Salón de Reinos se va a utilizar para exponer colección permanente, ello va a llevar aparejada la remodelación más importante de Villanueva en sus 200 años. Hay cosas que me gustan y otras menos.

-¿Cuáles le gustan menos?

-La división por escuelas es demasiado rígida. Deberíamos alentar más la curiosidad, la imaginación, aunque sea en menoscabo de esa ordenación académica más rígida. Confío en que a finales de este año podamos abrir las salas de pintura flamenca barroca. Hay dos conjuntos que están claramente infrarrepresentados en el museo: la pintura española del XVII y la italiana y francesa del Barroco. Hay obras muy importantes que no se han podido exponer. Deben ser las grandes beneficiadas.

-Tiziano es el gran damnificado de su nombramiento. ¿Tendrá que esperar su catálogo razonado?

-Intentaré en los próximos dos años acabarlo y hacer una exposición de retratos de Lorenzo Lotto en la que venía trabajando.

-2016 se cerró con más de 3 millones de visitantes gracias al Bosco. Pero pinacotecas como la National Gallery de Londres duplican esa cifra...

-Es un número espléndido, consecuencia de nuestras actividades y porque Madrid se está consolidando como destino turístico internacional. No creo que la National Gallery en estos momentos sea mejor museo que el Prado, ni sus colecciones mejores que las nuestras, ni sus actividades más interesantes. Pero yo no querría 5 millones de visitantes para el Prado. No caben.

-¿Es más de megaexposiciones o de tirar de fondo de armario con muestras sobre la colección del Prado?

-Habrá ocasiones en las que esté justificado hacer una gran exposición, pero creo que, si hay un museo en el mundo que pueda permitirse esa mirada hacia su colección, es el Prado. Mi intención es potenciar ese tipo de exposiciones con narraciones más transversales. Seguir estas divisiones un poco artificiosas por siglos no es bueno.

-¿El Centro de Estudios es la niña de sus ojos?

-La misión del Prado, parafraseando a nuestros vecinos [la RAE], es limpiar, fijar y dar esplendor a su colección.

-Para ello va a contar con Andrés Úbeda como director adjunto. ¿Por qué lo ha elegido?

-Es una persona de mi entera confianza. Conoce magníficamente el Prado (lleva 20 años) y tiene un trato magnífico con el resto de los trabajadores. Y no lo voy a ocultar: es la persona que más sabe del antiguo Palacio del Buen Retiro. Y, puesto que uno de los grandes retos es el Salón de Reinos, contar con su ayuda es importante.

-¿Es optimista respecto a los presupuestos de 2017, si es que llegan?

-Mi obligación es serlo. Lo mismo que entendimos en su momento que había que hacer un sacrificio, nos gustaría participar de esta recuperación.

-La autofinanciación del Prado supera ya el 70%.

-Este año roza el 74%, que es el mismo porcentaje que el del Metropolitan, en unas condiciones legales bastante más adversas.

-Se estrena como director del Prado con la exposición de tesoros de la Hispanic Society of America.

-Creo que va a sorprender mucho a la gente. Es magnífica por sí misma y muy interesante por lo que cuenta de nosotros mismos, de España como país. Esta institución es una gran desconocida en España y, por desgracia, lo es sobre todo en Nueva York. Esta muestra tiene una doble función. Por un lado, darla a conocer en España y, por otro, llamar la atención del público americano sobre las joyas que tienen allí.

-¿Tiene algún as en la manga para atraer a nuevos mecenas?

-Lo bueno es que los haya. Una donación lleva a otra. Primero llegó Várez-Fisa, luego Plácido Arango y otras más. La que más satisfacción me ha producido es una reciente de una maestra. [Carmen Sánchez García legó en su testamento a la pinacoteca 800.000 euros y una casa en Toledo]

-Hace 25 años se decía que el Prado era el museo enfermo de Europa. Hoy goza de excelente salud, pero ¿cuál es su asignatura pendiente?

-El español está muy orgulloso del Prado. Pero debería haber una relación más afectiva entre el Prado y los españoles.

-A rey muerto, rey puesto. Ha acabado el reinado de Miguel I el modernizador. También conocido como el empecinado (por su afán por lograr el «Guernica»). ¿Cómo le gustaría que pasase a la Historia el reinado de Miguel II (o sea, usted)?

-Pues no lo sé. Me gustaría fortalecer la institución, que el museo adquiera una seriedad institucional.

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