Manolo Valdés: «¿Quién se atreve hoy a hacer un proyecto público en España?»

Salvo una escapada los fines de semana a su casa en los Hamptons, Manolo Valdés pasa en Manhattan el largo y cálido verano haciendo lo que más le gusta: trabajar. A sus 74 años, ultima ilusionado su nuevo proyecto: una exposición en la Place Vendôme de París, donde se instalarán, del 8 de septiembre al 5 de octubre, seis esculturas monumentales. Son cabezas de mujer, realizadas en hierro, acero, aluminio y mármol. El artista habla, vía telefónica, con ABC. «Me habían ofrecido los Campos Elíseos, pero la Place Vendôme me gusta mucho: es un lugar muy reposado y tranquilo para ver las obras de cerca. Es para mí un sueño». La exposición, dice, completará la remodelación de la plaza.

Como hay un párking debajo, ha tenido que solucionar los problemas de peso de las esculturas colocando unas bases.

Esta hermosa plaza de París, que acaba de ser remodelada, es la más chic y elegante del mundo. Entre sus exclusivos «vecinos», el Hotel Ritz. Allí vivió Coco Chanel: se instaló durante años en una suite de la tercera planta. Cuentan que el tapón del frasco de su mítico perfume «Chanel Nº 5» –ese que Marilyn Monroe usaba como pijama– está inspirado en la geometría octogonal de la plaza. También pasó largas temporadas en el Ritz Ernest Hemingway, que dio nombre (no podía ser de otra manera) a un bar del establecimiento. Un bautismo que tuvo más que ver con haber liberado de manos de los nazis el hotel que con su afición por los daiquiris.

Cole Porter escribió allí la mítica «Begin the Beguine». Y Audrey Hepburn, con esa charme tan parisina, rodó «Ariane» con Gary Cooper y «Cómo robar un millón y...» con Peter O’Toole. Pero el hotel se hizo triste y mundialmente famoso por ser el último lugar donde se vio con vida a Diana de Gales, saliendo por la puerta giratoria junto a Dodi Al-Fayed, minutos antes de que su coche se estrellara en el Puente del Alma.

La Place Vendôme ha tenido insignes inquilinos, como Chopin, que vivió, y murió, en el número 12. Si esa paredes hablaran, a buen seguro saldría el nombre de George Sand. En 1998 otra gloria francesa, la siempre belle de jour Catherine Deneuve, protagonizó una película a la que daba título la célebre plaza, hoy tomada por boutiques y joyerías de lujo de las marcas más prestigiosas. A un paso de la Ópera Garnier, y muy cerca de donde María Antonieta perdió la cabeza (otra plaza histórica, la de la Concordia), la majestuosa Place Vendôme está presidida por la versión parisina de la Columna Trajana de Roma, solo que en este caso no es Trajano quien la corona, sino un victorioso Napoleón.