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Julia Jackson (1837) - Julia Margaret Cameron

Julia Margaret Cameron, la pionera de la imagen rota

La Fundación Mapfre expone la obra de la fotógrafa, que hizo de la foto ajada y desenfocada una seña de identidad en pleno siglo XIX

Madrid Actualizado: Guardar
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A Julia Margaret Cameron (Calcuta, 1815 – Ceilán, 1879) le regalaron su primera cámara de fotos con 48 años. Su hija y su yerno rompieron la hucha y adquirieron un producto poco habitual a mediados del XIX. Junto al aparato dejaron una nota: «Quizá te divierta, madre, intentar hacer fotografías durante la soledad en Freshwater». Parece un mensaje inocente, pero con él despertaron el talento dormido de una mujer que se convirtió en pionera. La Fundación Mapfre ha recuperado unas cien fotografías de esta autora, que hizo de la foto ajada y desenfocada una seña de identidad frente a sus críticos. Que los tuvo.

[Vídeo: Julia Margaret Cameron, una poeta fotográfica]

Julia Margaret Cameron tenía un concepto muy elevado de sí misma, y solo un año después de estrenar lo que parecía un juguete para su madurez dijo: «Aspiro a ennoblecer la fotografía, a darle el tenor y los usos propios de las Bellas Artes, combinando lo real con lo ideal, sin que la devoción por la poesía y la belleza sacrifique en nada la verdad».

Era la Nochevieja de 1864, y lo que parecía un propósito de Año Nuevo acabó siendo una premonición.

En 1865, solo dos años después de empezar a tomar fotografías, escribió una carta a Henry Cole, fundador del Victoria and Albert Museum de Londres, y le preguntó si podían incluir fotos suyas en la colección. Le dijeron que sí. Llevaba menos de 1.000 días apretando el índice y ya había vendido y donado casi toda su obra. Hay que decir que Henry Cole fue pionero en lo suyo, pues no era muy habitual que los museos gastasen tiempo y dinero en fotografías. Las imágenes eran vistas como material de apoyo a otros autores, nunca como obras de arte.

Muchos detractores

Margaret Cameron apuntaló su estilo apoyándose en el desenfoque y el deterioro. «¿Qué es el foco y quién tiene derecho a decir cuál es el adecuado?», dijo esa misma Nochevieja de 1864. Ese atrevimiento le procuró en seguida una legión de detractores. Aunque al mismo que tiempo que otros fotógrafos la señalaban con el dedo, la prensa recibía su estilo con alegría, diciendo que ya era hora de que alguien hiciese arte con la fotografía: «La señora Cameron», escribió el MacMillan's Magazine, «fue la primera persona que tuvo la inteligencia de ver que sus errores eran sus éxitos, y a partir de ahí hacer sus retratos sistemáticamente desenfocados».

Su obra está compuesta en su mayoría por retratos. Ella fue una pionera en el arte del desenfoque como pioneros debieron ser sus modelos, pues suelen mirar a cámara con una mezcla de estupor y nerviosismo, como si vinieran de cometer un crimen.

Una de sus series más conocida es la que dedica a las madonnas, retratos de la virgen y el niño Jesús para los que utilizó a su sirvienta y su nieto recién nacido: su criada Mary Hillier posó tantas veces que en el barrio la apodaron «María Madonna». Otro de sus trabajos emblema fueron las «Fantasías con efecto pictórico», que imaginó poco después. En ellas da a sus retratos un aspecto onírico, casi tétrico, que le valió otro puñado de reproches. Sus críticos la acusaron de malversar un medio que aspira a la verdad con imágenes de contenido dudoso.

¿Fue una artista o una ignorante atrevida? ¿De verdad tuvo tanto talento como para sacudir el mercado de la fotografía en apenas dos años? «Es un misterio», dijo ayer Marta Weiss, comisaria de la exposición. «Sabemos que Cameron había revelado fotografías de otros antes de usar su cámara y que este no era un regalo muy habitual a mediados del XIX. Pero es que no había practicado ningún arte visual antes. Había escrito poemas, pero nada más».

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