Irving Penn: fogonazos de arte en el Grand Palais

La capital francesa celebra el centenario del famoso fotógrafo con una gran retrospectiva que recorre sus setenta años de carrera

Irving Penn, en plena sesión de trabajo de Nueva Guinea THE IRVING PENN FOUNDATION

JUAN PEDRO QUIÑONERO

El Grand Palais consagra a Irving Penn (1917-2009) la primera gran retrospectiva internacional, el año del centenario de su nacimiento, alumbrando el legado majestuoso de uno de los grandes patriarcas de la fotografía del siglo XX. Con motivo de su muerte, Richard Avedon llegó a decir que Henri Cartier-Bresson era el Tolstoi de la fotografía contemporánea. Irving Penn merece un título semejante, si se quiere intentar comprender su puesto en la historia de la fotografía, «comparada» con la historia de la novela moderna.

Realizada en colaboración con el Metropolitan de Nueva York y la Irving Penn Foundation, comisariada por Jeff L. Rosenheim, Maria Morris Hambourg y Jérôme Neutres, la majestuosa retrospectiva del Grand Palais, abierta al público a partir del día 21, ofrece una panorámica histórica del legado de Penn.

Aspiraba a captar la luz pura y virginal de los artesanos, capaces de alumbrar nuevos mundos

A través de 235 copias originales, realizadas por el propio Penn, en su inmensa mayoría, acompañadas de una selección de dibujos y pinturas, poco conocidas, la muestra propone una revisión completa de una obra capital, desde las distintas perspectivas del trabajo del fotógrafo: la moda –su obra más conocida–, las naturalezas muertas, los retratos, los desnudos femeninos, los oficios más «triviales», colillas y restos de cosas abandonadas, la publicidad...

Comienzos

Nacido en New Jersey, en el seno de una familia de emigrantes judíos rusos, hermano de Arthur Penn , el gran cineasta, casado en segundas nupcias con una antigua bailarina y modelo célebre, Lisa Fonssagrives –su musa y modelo más célebre–, Penn comenzó estudiando dibujo, historia del arte, grafismo, pintura; y tuvo como primer mentor a otro personaje legendario, Alexey Brodovitch, emigrante ruso, así mismo, que llegó ocupar un puesto eminente en Harper’s Bazaar, desde cuyas páginas contribuyó a revelar a otros futuros grandes maestros, como Richard Avedon, Hiro (Yasuhiro Wakabayashi) y Garry Winogrand, entre otros.

Penn llegó a realizar trabajos famosos para Harper’s y para Vogue . Pero el glamur, la elegancia, la alta costura y la publicidad, solo son un capítulo, entre muchos otros, de un legado majestuoso. Penn no fue un fotógrafo callejero, como Winogrand, pero se interesó muy pronto por la fotografía de los restos, despojos, colillas, objetos perdidos en las calles de las ciudades grandes y pequeñas de EE. UU., América del sur y Europa. Y trató ese material con las técnicas, recursos y pulcritud del arte más grande.

La obra «Mouth», realizada para L’Oreal THE IRVING PENN FOUNDATION

El desnudo femenino tiene muchos grandes maestros. Se trata de un género cultivado con rigor por muchos patriarcas. Los desnudos de Penn realizados entre 1949 y 1950, desconocidos por el gran público durante varias décadas, destacan por su pureza visionaria: el cuerpo femenino es contemplado (en blanco y negro, iluminado con luz cenital sobre lienzos de blanco purísimo) desde una óptica «geométrica», que roza la abstracción, a la manera de la escultura de Henry Moore , Baltasar Lobo o el primer Chillida . El «origen del mundo» (Courbet), explorado a través de la geometría del cuerpo femenino.

Penn realizó retratos magistrales de Marlene Dietrich, Picasso, Marcel Duchamp, T. S. Eliot, Alfred Hitchcock, Salvador Dalí , Spencer Tracy, Igor Stravinsky, entre un interminable etcétera. Muchos se publicaron originalmente en Vogue. Se trata de obras mayores, inspiradas en «relecturas» y «diálogos» con obras de Goya, Daumier o Toulouse-Lautrec . En esas obras se confunden la historia del arte, la maestría técnica y la «artesanía» de genio, roturando campos inexplorados para la creación fotográfica.

El retrato que Irving Penn hizo a Dalí THE IRVING PENN FOUNDATION

La formación histórica y clásica del joven Penn está presente en todas sus creaciones. La maestría técnica, en su caso, tenía el instinto y la vocación de la indagación permanente. Cartier-Bresson se «encasilló» voluntariamente en el uso de una casi única herramienta de trabajo, las cámaras y ópticas Leica. Penn, por el contrario, usó una gama muy variada de cámaras y ópticas. Incluso llegó a fabricar sus propias cámaras, concebidas con fines personales y exclusivos. De los grandes formatos, en estudio, utilizados para alcanzar las más altas cumbres de la fotografía de moda, inmortalizando a su esposa, a las cámaras mucho más ligeras, utilizadas en América del Sur y África, en estudios «portátiles», pertrechados con equipos muy personales, Penn fue un técnico único en su género, con otra peculiaridad: realizar él sus copias en papel. Cartier-Bresson , entre muchos otros, daba «consignas» a los técnicos que realizaban copias en papel de sus negativos. Penn realizaba sus propias copias, con un magisterio incomparable, quizá.

Los grandes retratos (Marlene Dietrich) y las grandes fotografías de moda (Lisa Fonssagrives) son modelos canónicos del magisterio técnico y artístico, utilizando recursos igualmente excepcionales, en estudio. Muy al contrario de los maestros de la fotografía callejera (Cartier-Bresson, Winogrand, Doisneau, Joel Meyerowitz), consagrados a la busca y captura del «instante decisivo», con cámaras «ligeras» (Leica) Penn llegó a tratar las naturalezas muertas más triviales, las colillas más humildes, con los recursos del estudio, convertido en estudio ambulante cuando así lo exigían sus viajes.

Herencia del Barroco

Avedon siguió una vía de trabajo semejante en sus series sobre la América profunda. Penn llegó a rozar, si no cultivar, la fotografía etnográfica , en América del Sur y África. Muchos de sus retratos de niños y obreros que realizaban las tareas más humildes son obras maestras que recuerdan la herencia del Barroco español y europeo.

Como Avedon, Penn no desdeñó ninguna de las disciplinas menos «nobles» del arte fotográfico, como la imagen publicitaria. «Funny Face», la película de Stanley Donen, con Fred Astaire y Audrey Hepburn, rinde homenaje a Avedon, con una imagen lírica y glamur del oficio de fotógrafo de moda y publicidad de la alta costura. Se trata de una «mentira» sentimental. Cuando Penn realiza un retrato de Miles Davis para la «cubierta» a un álbum célebre («Tutu»), esa «publicidad discográfica» deslumbra vertiginosamente por la belleza clásica del «producto».

«Girl With Tobacco On Tongue» THE IRVING PENN FOUNDATION

La dimensión «glamur» y «alta costura» de la obra de Penn quizá han eclipsado parcialmente el resto de su obra, menos conocida por el gran público. La majestuosa retrospectiva del Grand Palais quizá sea una sugestiva invitación al recuerdo y la revisión. En su caso, una chica fumando, enjoyada, tocada con un sombrero de alta costura, puede ser un icono publicitario, cómo dudarlo: pero comienza por ser una composición geométrica, artística, cuyas fuentes originales se encuentran en el arte del retrato clásico. Es el caso de los retratos de Lauren Hutton realizados por Avedon en el Pacífico hacia 1968.

Siguiendo a su primer maestro, André Lothe , Cartier-Bresson pensaba que la fotografía comenzaba por la geometría, el arte de la composición. En el caso de Irving Penn , se trata de la matriz original de toda su obra. Cartier-Bresson aspiraba a captar, inmortalizar, el instante decisivo. Penn aspiraba a captar la luz pura y virginal de los artesanos de genio, capaces de alumbrar nuevos mundos, por venir.

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