Instalación del Mural de Pollock en el museo
Instalación del Mural de Pollock en el museo - MUSEO PICASSO DE MÁLAGA

La furia desbocada de Pollock

El Museo Picasso de Málaga exhibe un icono de la pintura abstracta norteamericana y una de las obras más emblemáticas de la Historia del Arte

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Una mujer excéntrica, hedonista, esposa, amante y mecenas de lo más granado del arte del siglo XX fue, sin pretenderlo, la «culpable» de esta aventura fascinante. Peggy Guggenheim se convirtió en la abanderada del arte norteamericano de vanguardia y, aunque al comienzo se mostró bastante reacia, siguiendo las recomendaciones de James Johnsson Sweeney, Howard Putzel, Mondrian, Duchamp y Matta, entre otros, convirtió al joven Jackson Pollock en su protegido. En julio de 1943 le encargó un mural de grandes dimensiones para decorar el vestíbulo de su apartamento en Manhattan. Nadie imaginaba que ese encargo cambiaría para siempre la Historia del Arte. Emulando a las grandes estrellas del rock, el icónico «Mural», tras ser restaurado durante 18 mesesen el Getty Conservation Institute de Los Ángeles, emprendió un tour por Europa, que le ha llevado ya a Venecia y Berlín y ahora recala por primera vez en España.

Concretamente, en Málaga. Se cerrará la gira en Londres, donde la Royal Academy prepara un festín de pintura abstracta norteamericana por todo lo alto.

Instalación del Mural de Pollock con una grúa
Instalación del Mural de Pollock con una grúa - THE POLLOCK-KRASNER FOUNDATION, VEGAP

Tanto las influencias que hay dentro de esta emblemática pintura, cuyo propietario es el Museo de la Universidad de Iowa, al que Peggy Guggenheim lo donó en 1948, como las huellas que dejó en el arte contemporáneo están presentes en la exposición con otras 40 obras que quedan eclipsadas por la fuerza y el magnetismo del mural. Ninguna de Picasso. Frente a él cuelga un cuadro de su esposa, que, tras la trágica muerte de Pollock, un fatídico 11 de agosto de hace 60 años, a bordo de un coche mientras conducía ebrio, tardó mucho tiempo en volver a coger un pincel. Acompañan, además, a los siete Pollock obras de amigos y colegas como Motherwell y Gottlieb, de los españoles Antonio Saura y Juan Uslé; de Warhol, presente con un cuadro que pintó en respuesta a un artículo que leyó en la prensa: «¿Es Pollock el artista más importante de Estados Unidos?», rezaba el titular. En efecto, lo era. En una carta que envía a su hermano, y que también está en la muestra, Pollock le cuenta que el mural «parece muy grande, pero tan emocionante como todo el infierno».

El Mural supuso un punto de inflexión en la carrera de Pollock: gracias a esta obra se descubrió a sí mismo

Supuso esta obra un punto de inflexión para el artista: se encontró, se descubrió a sí mismo. Expresa a la perfección dos ideas que siempre le obsesionaron:la energía y el movimiento. El arte moderno norteamericano ya nunca fue el mismo. Cuentan que, desde su encargo en julio de 1943, el padre del dripping estuvo meses paralizado, bloqueado, frente al lienzo en blanco, sin que ninguna musa acudiese al rescate. Peggy Guggenheim le apremiaba: debía estar listo para una fiesta que iba a dar Jean Connolly en su apartamento de la calle 61 Este. Pero un día Pollock tuvo una visión del Oeste americano: una estampida de caballos, vacas, búfalos, antílopes... en el Gran Cañón. «Todos corrían por aquella maldita superficie». El resultado, un frenesí multicolor de formas retorcidas.

Steven Naifeh y Gregory White Smith, biógrafos de Pollock, cuentan en su libro que lo pintó en 15 horas, justo a tiempo para la inauguración. Y que, al instalarlo, era demasiado grande y hubo que recortarlo. Dos de los mitos sobre este icono que han sido desmontados gracias a su restauración. Debió tardar dos o tres meses en hacerlo y nunca se cortó. Lo que al parecer no es una leyenda es que Pollock se presentó ebrio en la inauguración y, ni corto ni perezoso, orinó en la chimenea del lujoso salón. La furia y el genio, siempre desbocados.

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