«Silla eléctrica pequeña de color rojo», de Andy Warhol
«Silla eléctrica pequeña de color rojo», de Andy Warhol - ABC

Confirman que el Warhol aparecido en un trastero de Detroit es auténtico

La obra, «Silla eléctrica pequeña de color rojo», se encontraba enrollada en un tubo en un almacén donde se guardaban decorados

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Alice Cooper, nacido hace 69 años en Detroit como Vicent Damon Furnier, triunfó en los setenta convirtiendo el heavy metal en un gran espectáculo de teatro histriónico, entre terrorífico y bufo. Hoy continúa en activo, pero lejos ya de sus problemáticos abusos con el alcohol de sus años dorados. El joven Cooper llevaba una vida de estrella de rock tan intensa y dispersa que ha descubierto que durante cuarenta años tuvo olvidada en un trastero una serigrafía de Andy Warhol que puede valer una fortuna. En noviembre de 2015 se pagaron en una subasta 11,6 millones por una obra en verde de la misma serie, titulada «Muerte y desastre».

Warhol y Alice Cooper se hicieron amigos en 1972 en Nueva York, donde ambos observaban fascinados el mundo de los famosos consagrados.

El cantante salía entonces con Cindy Lang, que había sido modelo de portada en la revista de Warhol, Interview. Según ha contado el diario británico The Guardian, el artista acudió a un concierto de Cooper y le sorprendió que simulaba ser electrocutado en una silla eléctrica idéntica a la de unas serigrafías suyas compuestas a mediados de los sesenta. Warhol había creado sus cuadros manipulando una foto de prensa de 1953 de la silla eléctrica de la cárcel Sing Sing en la que fueron ajusticiados los espías Julius y Ethel Rosenberg por pasar secretos atómicos estadounidenses a los rusos.

El manager de Cooper, Shep Gordon, recuerda que por entonces la novia del músico le pidió 2.500 dólares para comprar una obra de Warhol. En aquella época, el pintoresco cantante grababa dos discos cada año y estaba de gira de manera casi permanente, unos shows muy llamativos, con su rostro pintado y mucha hemoglobina de pega. Cooper no prestó atención al tema. Al final la obra, «Silla eléctrica pequeña de color rojo», acabó enrollada en un tubo en un almacén donde guardaba decorados y curiosidades que empleaba en sus barrocos espectáculos.

Hace cuatro años, el manager de Cooper comió en Los Ángeles con la marchante de arte Ruth Bloom, quien le comentó lo que se acababa de pagar por una silla eléctrica de Warhol. Shep Gordon se acordó entonces de la historia de los setenta y se la contó. La marchante le recomendó que buscase la obra, que al final apareció en un tubo dentro de un almacén, donde lo había dejado la madre del músico.

El manager le dijo a Cooper que a la vista de lo que podía valer la serigrafía debería colgarla en su mansión de Los Ángeles, pero el músico le contestó que no quería nada tan caro en casa y la devolvió al trastero. El problema de la obra es que no está ni firmada ni autentificada y desde 2011 la fundación Andy Warhol se niega a validar su posible autoría. Al final el equipo del músico ha recurrido a la opinión de un especialista, autor de un catálogo razonado de la obra warholiana, quien asegura que la serigrafía «es suya al ciento por ciento».

La historia acaba con final feliz: el mánager dice que a Cooper «se le cayó la mandíbula» cuando le dijeron lo que puede valer la pieza y ahora sí va a colgarla en su casa. El músico es todo un personaje, obseso del golf, cristiano renacido y con fama de ser uno de los personajes más agradables y amenos del circo del rock.

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