Berlín rinde homenaje al Barroco español

La Gemäldegalerie exhibe, a partir del viernes 1 de julio, ciento treinta obras de maestros como Velázquez, Zurbarán, Ribera y Murillo

Corresponsal en Berlín Actualizado: Guardar
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«La mujer del anticuario ausente me invitó a entrar en la vivienda, donde guardaba la caja de los caudales», recuerda en su obra póstuma de memorias, «Mein Leben», el legendario director de los Museos de Berlín Wilhelm von Boden. Durante un viaje a España a finales de agosto de 1881, se encontraba en Sevilla hurgando en busca de tesoros artísticos y acababa de regatear unos reales por varias piezas cerámicas para el Museo de Artes Decorativas del Kaiser. Siguió a la mujer a través de un par de habitaciones de la trastienda dispuesto a efectuar el pago y «allí fue donde descubrí el busto», anota, junto al inmediato interés que aquella expresión de dolor despertó en su olfato de coleccionista.

«Le pregunté si estaba en venta y respondió que costaría 750 pesetas, un precio que acepté de inmediato, pero entonces me dijo que ella no podía cobrarme el dinero y que debía esperar a hablar con su marido», relata. «La mañana siguiente, en cuanto cumplí puntualmente con mi desayuno en el patio de la Fonda de Madrid, el único hotel presentable que había por entonces en España, me encontré con el anticuario. Me explicó que su mujer había ofrecido la obra sin saber que, horas antes, él había comprometido su venta a unos colegas de Madrid. Naturalmente, estaba dispuesto a cedérmelo, pero que el precio no serían ya las 750, sino 8.000 pesetas…»

No era la primera vez que Bode se hacía con obras del Barroco español, que tanto valoraba. En sus memorias habla de las dificultades que las relaciones entre los dos países presentaban para tratar entre los museos estatales y reconoce que orientaba sus pesquisas al comercio privado, en el que «las magníficas pinturas que han salido de España en las últimas décadas proceden en su mayoría, y a menudo fruto del crimen, de iglesias y monasterios y encuentran su camino al mercado a través de París». Las triquiñuelas del anticuario, por tanto, no tomaban al alemán desprevenido y recibieron una contundente respuesta. «Enojado por la estafa, rechacé la oferta y me marché. Pero más tarde el anticuario, a través del director del hotel, a quien un tempestuoso pasado había llevado a esa ocupación, me pidió que reflexionase seriamente sobre el busto. Si yo estaba dispuesto a pagar 1.000 pesetas, cerraría el trato y se quedaría con una comisión. Le advertí que dentro de dos semanas pasaría por la Embajada alemana y apenas diez días después, cuando regresé a Madrid desde Granada, me encontré con que el busto estaba ya allí esperándome», escribe.

Un busto conmovedor

Desde el punto de vista actual y teniendo en cuenta la posición de fuerza de cada uno de los negociadores, no queda muy claro quién estafó a quien, pero el hecho es que el conmovedor busto «Mater Dolorosa», esculpido por Pedro Roldán entre 1660 y 1675, pertenece desde entonces a la colección estatal de los Museos de Berlín y estará expuesto al público desde el viernes, en la Gemäldegalerie, en la ambiciosa exposición que lleva por título « La era Velázquez. El Siglo de Oro español», que cuenta con el apoyo de la embajada de España, y con la que la capital alemana rinde un sentido homenaje al Barroco español y pretende innovar en el concepto de su exposición. «Se mostrará por vez primera todo el espectro del arte español del Siglo de Oro a través de sus centros artísticos: Toledo, Valencia, Sevilla y Madrid. Reproducimos la incalculable variedad de la producción artística en este relevante capítulo de la Historia del Arte europeo y nos hemos esforzado en presentar en diálogo entre sí de pinturas, esculturas y obra gráfica, ampliando los conceptos de exposición precedentes, en los que se presentaban exclusivamente artistas individuales o estilos concretos», explica el sucesor de Bode al frente de los Museos Estatales de Berlín, Michael Eissenhauer.

La Gemäldegalerie posee una de las colecciones más importantes de arte español del siglo XVII en Alemania, entre ellas «El Bautismo de Cristo», de Murillo; el «Retrato de un hombre», de Ribera; «Don Alonso Verdugo de Albornoz», de Zurbarán o «Retrato de una dama», de Velázquez. Pero el museo ha pedido prestados, además, relevantes fondos. De las 130 obras que se exponen, más de dos tercios son préstamos. No se trata solamente de exhibir obras de sobrecogedora belleza, sino «contar lo que fue la España del momento», precisa la comisaria, María López-Fanjul, en referencia al «uso propagandístico» del arte para formar la imagen de Felipe IV, con poder supremo entonces sobre España, Portugal, Nápoles, Sicilia, Cerdeña, Milán, los Países Bajos, Borgoña y las colonias de ultramar, y para servir como «instrumento de la Contrarreforma», la respuesta de la iglesia romana a las tesis protestantes luteranas. La magnificencia de las obras servirá de acicate a la reflexión también, sin duda, sobre el desprecio con que la cultura de la Reforma ha valorado durante siglos este periodo del arte español, por una motivación puramente política.

Descenso a los infiernos

Entre las obras que se exponen figura el inquietante y a menudo desconocido «Descenso de Cristo a los infiernos» (1640), de Alonso Cano, compañero de estudios y amigo personal de Velázquez. El cuadro, premonitorio, muestra cómo Jesús bajó al mundo de los condenados para dar cuenta de su gloria y poder y ofrecer esperanza a las almas que esperan en el purgatorio. Cuatro años después de pintar el lienzo, que ahora es propiedad del LACMA de Los Ángeles y que en su día fue encargado por el poderoso conde-duque de Olivares, Cano fue apresado, torturado y juzgado bajo la acusación de haber asesinado a su esposa, una experiencia con la que cumplió su propio descenso a los infiernos y tras la que ya no volvió a ser el mismo.

Otros cuadros cuya presencia hay que destacar son una «Naturaleza Muerta», de Juan Sánchez Cotán, del Art Institute of Chicago, y «San Martín y el mendigo», del Greco, que llega desde la National Gallery of Art de Washington y que fue pintado para la capilla toledana de San José. Entre los básicos de Velázquez procedentes de El Prado, aparecen «Marte» y «El bufón Don Diego de Acedo», uno de los retratos de enanos y «hombres de placer» en los que dejó constancia de su genio en la expresividad. «Me alegra especialmente poder mostrar un grupo escultórico de gran formato sobre la Pasión de Cristo del escultor Gregorio Fernández, préstamo del Museo Nacional de Escultura de Valladolid. Desde hace más de cuatrocientos años se saca en solemne procesión por las calles de Valladolid en Semana Santa y ahora sale por primera vez del país para completar magníficamente nuestra exposición», añade Eissenhauer.

Desde el punto de vista de la España actual, la exposición nos recuerda que de nuestras peores crisis de confianza y momentos de pesimismo histórico surgen épocas de gran creatividad. Para los alemanes, la muestra tiene el carácter de descubrimiento del Barroco español, una ampliación del mapa estético de dimensiones continentales y un acontecimiento tan placentero como el anotado por Wilhelm Bode en sus memorias, tras aquel viaje a España: «Estos meses de otoño en España me han proporcionado un gran placer… y el mayor disfrute me lo ha dado la Galería del Prado, no solo por sus colecciones únicas de Velázquez y su no poca abundancia de Tiziano, Rubens, Van Dyck, sino también por la alta calidad y la más excelente aún conservación las pinturas».

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