Arranca en Sevilla el congreso de un Murillo «mucho más interesante y misterioso»

El historiador Benito Navarrete, director de la cita, desvela las claves del encuentro internacional que pondrá al día los estudios sobre el artista barroco

Retrato de Murillo perteneciente a la National Gallery de Londres

EVA DÍAZ PÉREZ

Hace tiempo que Benito Navarrete «vive» en el obrador de Murillo. Allí, entre pigmentos y resinas piensa y reflexiona acerca de la vida y la obra de un pintor reconocido y popular, pero sobre el que aún existen muchas lagunas. Es el comisario de la exposición «Murillo y su estela en Sevilla» que se puede ver en el Espacio Santa Clara y director del congreso que arranca hoy y que reunirá en Sevilla a los principales especialistas internacionales sobre el artista. Navarrete acaba de publicar el ensayo «Murillo y las metáforas de la imagen» (Cátedra), donde propone algunas tesis insólitas y sorprendentes sobre el pintor, del que este año se cumple el cuarto centenario de su nacimiento.

¿Qué cree que supondrá este encuentro científico sobre Murillo?

Creo que va a ser una ocasión trascendental, no sólo para los estudios de Murillo sino para la historiografía del arte español. Ésta es precisamente la opinión de muchos colegas que van a venir expresamente a Sevilla a escuchar a los ponentes desde diferentes universidades españolas y extranjeras. Supondrá un punto de inflexión en la forma de abordar la historia del arte precisamente por la interdisciplinariedad y la voluntad que ha habido al constituir las mesas, pues se ha invitado a especialistas que están trabajando a Murillo desde perspectivas y metodologías dispares pero enriquecedoras y complementarias. No se trata de reunir tan sólo a historiadores del arte que analicen al artista desde un único enfoque, sino desde todas las ópticas. Se ha intentado un equilibrio entre los investigadores y académicos consagrados y las jóvenes generaciones. Estoy convencido de que será un congreso recordado en el futuro.

¿Cuántas lagunas quedan sobre la obra del pintor?

Murillo es un artista del que queda mucho por estudiar y por aportar, para eso se necesita la voluntad de tener una mente abierta por parte del historiador y de no excluir ninguna metodología sino integrar los diferentes métodos para acercarse al hecho artístico del modo más completo. Precisamente, y lo digo en la introducción de mi libro de «Murillo y las metáforas de la imagen», es un artista por descubrir en la visualidad de sus imágenes. Esta es la razón por la que tanto la conferencia inaugural como la de clausura la van a ofrecer dos personas de prestigio internacional que han alumbrado esta nueva forma de ver. Javier Portús realizará un estado de la cuestión y una propuesta de futuro para los estudios de Murillo. Ya demostró con su exposición «Metapintura en el Museo del Prado» que la imagen puede ser interpretada y convertirse en testimonio o documento que informa más allá de lo que creemos ver. Hay toda una sociedad detrás que mira, siente y responde a la imagen desde una pauta concreta. Es en la respuesta donde hay una intencionalidad y es esa la que intentará desvelar Victor Stoichita, de la Universidad de Friburgo, con su conferencia de clausura: «Los velos de Murillo». Lo hará en un lugar único para desvelar el sentido y propósito del artista: la iglesia de San Jorge. También queda mucho por saber de los artistas que lo rodearon y de sus mecenas y clientes. Las razones por las que siempre se posiciona con los que más tenían que ofrecerle.

¿Y sobre su vida? Porque su biografía es la que está dando más sorpresas, como ha demostrado usted en su última obra.

Creo que la compilación de Pablo Hereza en su «Corpus documental de Murillo» publicado por el Ayuntamiento no sólo es una puesta al día de lo conocido sino que tiene aportaciones sustanciosas. Hereza sigue estudiando y encontrando documentos que perfilan su biografía. En las más de 700 páginas del catálogo razonado que prepara este autor hay muchas sorpresas. No tanto por obras nuevas como por redefinir y poner en su justo lugar tanto la procedencia como la dispersión de sus obras, por dónde van pasando y dónde terminan, algo en lo que creo que Ignacio Cano –cuando publique su tesis doctoral– tendrá mucho que decir, así como la relación de Murillo con los mercaderes flamencos y los gaditanos, un sustancioso trabajo de investigación que hizo el profesor Jonathan Brown y que se publicará también por el Ayuntamiento bajo el título «Los mundos de Murillo».

¿Hacía falta un encuentro internacional sobre el pintor para poner al día investigaciones dispersas?

Efectivamente, era muy necesario un encuentro de este carácter. El delegado de Cultura del Ayuntamiento, Antonio Muñoz, y la directora de Cultura, Isabel Ojeda, han demostrado una altura de miras muy grande por el presupuesto destinado a este evento científico. He ido a muchos congresos y reunir a 57 ponentes de todo el mundo sufragando los costos con presupuestos públicos es algo excepcional. Es una clara apuesta por la cultura por parte del gobierno de esta ciudad, y eso hay que subrayarlo. Mi agradecimiento se extiende a la Universidad de Sevilla y a su director de Cultura, Luis Méndez, que entendió que la institución era el lugar indicado para acoger una reunión de este nivel. Además, contamos con la garantía del Servicio de Publicaciones de la misma universidad, que publicará las actas una vez sean evaluadas las ponencias por el sistema de pares ciegos; todo un prestigio por la posición relevante que ocupa la Editorial Universidad de Sevilla en el Scholarly Publishers Indicator.

A nivel académico, ¿Murillo ha recuperado su altura después de épocas en las que se le analizaba de forma miope, según la sensibilidad artística de cada siglo?

Creo que sí ha recuperado su altura, pero en la pregunta que me plantea hay un conocimiento de las épocas oscuras que vivió su pintura. Este maltrato, que estudió muy bien María de los Santos García Felguera en «La fortuna de Murillo», pone de relieve que en buena medida la causa de esta caída en el aprecio fue el centenario del artista en 1882, efeméride que quiso ser instrumentalizada por la Iglesia, por los inmaculados de la congregación de jóvenes de la Inmaculada Concepción y los carlistas. Hoy, el centenario tiene un cariz completamente diferente. Todas las administraciones han ido juntas para poner a Murillo donde le corresponde.

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