El trabajo del CNI con las cartas cifradas pide un gran proyecto europeo de investigación

Centros de humanidades digitales deben abrir la criptografía de la Edad Moderna a los estudiosos

Jesús García Calero

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Expertos consultados por ABC coinciden en señalar que el impactante trabajo del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) con las cartas cifradas de Fernando el Católico y el Gran Capitán ha puesto en evidencia una laguna en el conocimiento de una documentación clave para la historia de la Edad Moderna. Los archivos españoles -y muchos en Europa- están llenos de cartas cifradas entre reyes, militares y diplomáticos cuya incorporación a la historiografía parece ahora más necesaria que nunca. ABC ha constatado que la existencia en la Biblioteca Nacional de España de una tabla similar a la que el CNI ha logrado descifrar ha despertado el interés de los especialistas del Centro, que podrían comprobar nuevos detalles comparando ambas.

Un océano de papel

La criptografía de la Edad Moderna emerge como una disciplina que la investigación histórica ha dejado de lado. Especialistas universitarios y de investigación consideran este desafío un atractivo sujeto para un proyecto de investigación multidisciplinar de alto nivel , que contaría con las nuevas herramientas de las llamadas «Humanidades digitales ». Cualquier institución que se precie o un grupo de recientes doctores bien dirigido podría tomarse en serio la posibilidad de abordar sistemáticamente la documentación encriptada de nuestros principales archivos con el fin de abrir las páginas aún ocultas de la historia al gran público.

Las dos cartas empleadas por el CNI en su trabajo , de las que ya existía una antigua transcripción, han revelado cuatro párrafos que nunca habían sido «traducidos», llenos de detalles relevantes, órdenes secretas y admoniciones que enriquecen lo que sabemos sobre la relación del Rey Católico con el Gran Capitán. Pensar en los cientos de cartas entre ambos de la Biblioteca Nacional, el Archivo de la Corona de Aragón, el de Simancas y fondos particulares como el de los duques de Maqueda da una idea del océano de papel que aún espera al futuro equipo investigador. Súmese la ingente cantidad producida por reyes, validos y prebostes de los siguientes dos o tres siglos para tener idea del trabajo pendiente.

La importancia de este fondo hasta ahora no estudiado de forma sistemática, como demuestra el alcance de la noticia sobre el CNI, completaría el conocimiento de la historia de España y E uropa de tal forma que, sin duda, sería uno de los favoritos para encontrar financiación de la UE con fondos de investigación bien dotados, como el Marie Curie.

Desarrollo tecnológico

Uno de los puntos fuertes del proyecto, según las citadas fuentes, sería un desarrollo tecnológico puntero, como los que ya se ocupan de los manuscritos en Es paña para otro tipo de búsquedas. Pero además, liderado por una institución o un equipo de Universidades de varios países europeos, tendría que conjuntar la tecnología con una narrativa poderosa, una divulgación de calidad y una investigación masiva en archivos de Europa y América.

¿Quién tomará la iniciativa? Sin duda el trabajo del CNI ha dado el pistoletazo de salida y su inmediata consecuencia ha sido que la noticia dio la vuelta al mundo. Ayer el servicio BBC World destacaba la noticia de que el servicio de inteligencia español había logrado descifrar un código que ha permanecido secreto durante 500 años.

Carta de Antonio Pérez a Juan de Vargas Mexía en abril de 1579 BNF

Y para muestra sobre las posibilidades que se abren, un ejemplo que confesaba ayer Geoffrey Parker a ABC : vio un documento en la Biblioteca Nacional de Francia, una carta fechada el 15 de abril de 1579, escrita por el secretario de Felipe II, Antonio Pérez, al embajador español en París, Juan de Vargas Mexía. En ella, Pérez habla de sus amores con la princesa de Éb oli pero nada más anunciar que tratará de «la grita y mentiras que han corrido por aquí estos días» el texto se desvanece en los signos cifrados que solo conocían Pérez y Vargas Mexía. Parker decía con impotencia: «Lo vi por primera vez hace 50 años, en 1967, y aún no he podido ni acercarme al conocimiento del contenido».

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