El movimiento #MeToo llega a la casa real de Suecia

Los abusos en la Academia Sueca afectaron a la princesa Victoria

La princesa heredera Victoria de Suecia sonríe durante el encuentro que mantuvo con el presidente letón, Raimonds Vejonis, en abril EFE | Vídeo: El escándalo de abusos sexuales y filtraciones que sacude a la academia sueca del Nobel de Literatura ATLAS
Rosalía Sánchez

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La periodista y escritora Sara Stridsbert ha anunciado este fin de semana su dimisión. De los 18 asientos de la Academia Sueca , que designa al ganador del prestigioso Nobel de Literatura, solo quedan ya 10 ocupados y la institución está sumida en la peor crisis de su historia, agravaba este sábado, cuando el diario sueco « Svenska Dagbladet » ha publicado que los abusos denunciados en la campaña #MeToo han llegado a tocar a la casa real de Suecia. Tres fuentes diferentes han confirmado a ese diario que fueron testigos de cómo Jean-Claude Arnault se sobrepasaba con la princesa Victoria de Suecia durante un encuentro en la Villa de la Academia Sueca en Djurgården, en Estocolmo. Relatan como ella, visiblemente disgustada, trataba de apartarse discretamente, para evitar el escándalo, después de que Jean-Claude Arnault le tocase el trasero.

Estos detalles, que salen ahora a la luz, eran ya conocidos en el momento de su dimisión por la secretaria permanente de la Academia, Sara Danius, después de que, en pleno auge del movimiento #MeToo, 18 mujeres denunciasen por acoso sexual al dramaturgo sueco-francés Jean-Claude Arnault , estrechamente vinculado a la institución por su matrimonio con la académica Katarina Frostenson. Ambos gestionan un club literario llamado Forum que la Academia había ayudado a financiar en el pasado y mantenían influentes relaciones con el mundo cultural sueco del más alto nivel.

Las alegaciones hechas públicas por las mujeres no fueron denunciadas ante la policía, pero la fiscalía abrió una investigación preliminar de oficio que fue cerrada después en 17 de los casos por falta de pruebas y por el tiempo transcurrido desde que se produjeron los supuestos hechos. El dramaturgo rechazó a través de su abogado todas las acusaciones y atribuyó el asunto a una campaña en su contra por parte del periódico que había publicado las denuncias, el diario sueco Dagens Nyheter. Este diario, según fuentes periodísticas de Estocolmo, se sentía agraviado por el trato preferente que la Academia otorgaba a otros medios de comunicación. La investigación interna que abrió la Academia y que después ha sido cerrada sin consecuencias, ha concluido que Arnault había filtrado el nombre del ganador del Nobel de Literatura en siete ocasiones, entre ellas el nombre de Bob Dylan, y nunca al diario citado.

La academia ha cortado ya todos sus lazos con Forum, pero hubo desacuerdo sobre las medidas a tomar contra Katarina Frostenson. Algunos de sus miembros defendían que la afectada por el escándalo no era ella, sino su marido. Otros consideraban que la pareja actuaba de común acuerdo y beneficio y estaban dispuestos a firmar la expulsión, un hecho que no se producía en esta institución desde su fundación en 1786. Las primeras dimisiones ante la ausencia de conescuencias fueron las de Klas Östergren, Kjell Espmark (el segundo académico más veterano) y Peter Englund (ex secretario permanente), que creían necesaria la renuncia de Frostenson. El exsecretario Horace Engdahl los calificó públicamente como “malos perdedores”. Posteriormente dimitió la secretaria permanente Sara Danius, encargada de anunciar el Nobel de Literatura, y finalmente la propia Katarina Frostenson, centro de la polémica. El escándalo “ya ha afectado gravemente al premio Nobel y eso es un gran problema”, reconoció. El director de la Academia, Anders Olsson, confirmó por su parte que Frostenson había dimitido “con la esperanza de que la Academia Sueca sobreviva como institución”. “Creo que todos entendimos la gravedad de la situación en la que nos encontramos. Nos vimos obligados a hacer un compromiso, dar un paso atrás. Quienes apoyaban a Frostenson retrocedieron y ella aceptó dejar su puesto”. “La crisis de confianza quisimos solucionarla también con la salida de Danius”, afirmó Olsson.

Pero las últimas revelaciones, por parte de otro medio de comunicación ajeno a la polémica anterior, devuelven a la institución al grave estado de crisis y amenazan seriamente su supervivencia. Los puestos son vitalicios y no pueden ser sustituidos, por lo que las sillas de los que se van marchando, sencillamente, quedan vacías. El protector de la Academia, el rey Carlos XVI Gustavo, había instado a los miembros a resolver sus conflictos y había anunciado que estudiaría, pasado el escándalo, la opción de completar los estatutos en relación al derecho a renunciar, de forma que puedan producirse nuevos nombramientos y la Academia recupere la normalidad.

“Esto es un problema para Suecia", ha justificado el primer ministro Stefan Lofven, “es importante que la gente confíe y respete a la Academia”. Pero el hecho de que la princesa Victoria se encuentre entre las mujeres afectadas por los abusos puede influir sobre esas intenciones de devolver la normalidad a una institución que, para los suecos, ya nunca será la misma. Jean-Claude Arnault, que presumía de ser “el miembro número 19 de la Academia”, y la negativa de buena parte de su comité a esclarecer los hechos y exigir responsabilidades, además de las pruebas de corrupción que han salido a la luz a raíz del escándalo, amenazan con terminar con una de las instituciones culturales más prestigiosas de Europa.

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