Martin Scorsese, el cineasta que transformó el rock en carne de celuloide

Documentales y bandas sonoras confirman que para el realizador neyorquino «música y películas son lo mismo»

Scorsese, junto a los Rolling Stones durante la presentación del documental «Shine a Light» REUTERS
David Morán

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A pesar del ligero descalabro que fue «Vinyl», serie que ideó junto a Mick Jagger para la HBO y que fue cancelada tras una primera temporada que documentada el advenimiento del punk, si alguien ha conseguido sacar el máximo partido a los trasvases entre música y celuloide, ese ha sido Martin Scorsese. Cautivado por el uso de la música en «Las zapatillas rojas», de Michael Powell y Emeric Pressburger, el neoyorquino decidió pronto que sonido e imagen tenían que ser un todo; un único relato apasionado en el que la voz cantante la llevarían los discípulos de Buddy Holly, Chuck Berry, Leadbelly o Bo Diddley; voces que sonaban sin descanso en los jukebox del Lower East Side neoyorquino o a las que descubrió con paso es sus excursiones al Paramount Theater de Brooklyn.

«La música es para mí el arte más puro», ha dejado dicho un cineasta que nunca ha escondido que sin el rock, el punk y el blues, sus películas no hubiesen sido lo mismo. Quizá ni siquiera hubiesen existido. Un buen ejemplo es «Malas calles», largometraje que armó (literalmente) a partir del «Be My Baby» de las Ronettes y el «Jumpin’ Jack Flash» de los Rolling Stones, pero hay más. Muchos más. Ahí están, por ejemplo, los escalofríos de «Gimme Shelter» repitiéndose como un mantra eléctrico en «Goodfellas», «Casino» e «Infiltrados»; The Clash colándose en los fotogramas de «El rey de la comedia»; Jackson Browne susurrándole su «Late for The Sky»al Travis Bickle de «Taxi Driver»... «La música y las películas son uno y lo mismo», insiste siempre que se le pregunta por la huella de la música en su trabajo. Tanto es así que Bruce Springsteen ya ha dicho que el autor de «El color del dinero» sería «su primera elección» su decidiese llevar su vida al cine.

Menos suerte tuvo Scorsese con Lou Reed (su adaptación del disco «New York» quedó en nada)- o con el problemático biopic de Sinatra al que renunció el año pasado pero, no contento con transformar las bandas sonoras en portentosos elementos narrativos, ha desbordado el marco de la ficción para tantear el videoclip -suyo es el de «Bad», de Michael Jackson - y firmar algunos de los documentales más legendarios de la historia del rock. Ahí están, sin ir más lejos, «The Last Waltz» de The Band; el «Shine a Light» de los Stones; o «No Direction Home», memorable cinta que documenta la mutación eléctrica de Bob Dylan. Mención especial merecen sus aportaciones a la serie «The Blues», proyecto colectivo en el que también participaron Wim Wenders y Clint Eastwood, entre otros, y con las que Scorsese buscaba rendir homenaje a un género que, asegura, permite viajar a la esencia de la condición humana.

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