María Elvira Roca Barea

El olvido de la historia: de España-92 a España-17

Preguntarse qué celebraciones se harían ahora para conmemorar el mítico año de 1492 da pánico y es preferible no imaginarlo

La II Cumbre Iberoamericana celebrada en julio de 1992 en Sevilla ABC

MARÍA ELVIRA ROCA BAREA

La diferencia que media entre la España de 1492 y la de 1517 es grande, pero no tanta como la que se observa con desolación entre 1992 y 2017. En aquel 92 de la Expo el país tiró la casa por la ventana, encantado de celebrarse a sí mismo, con su gobierno socialista al frente, que puso todo de su parte para que no faltara ni un canapé. Miramos hacia atrás y parece mentira. Preguntarse qué celebraciones se harían ahora para conmemorar el mítico año de 1492 da pánico y es preferible no imaginarlo.

El 19 de septiembre de 1517 el emperador Carlos V desembarcó en el Cantábrico y tenemos por delante una cascada de efemérides carolinas que nadie parece muy dispuesto a celebrar. Tiene su lógica. Un emperador pide por lo menos fasto de Estado y el nuestro está tan triturado que harto hace con mantener alguna presencia , siquiera sea ectoplasmática. Por transferencia homeopática es curioso comprobar cómo los sucesivos inquilinos de la Moncloa han ido perdiendo solidez y en estos momentos se avanza ya, sin freno, hacia el adelgazamiento supremo y sin mortaja.

El silencio es sepulcral y así las cosas, quién tiene capacidad ni acierto para celebrar la llegada de un emperador que no era español pero fue español, un hombre que marcó un antes y un después en el Occidente. Eso era entonces España. Ahora ni los españoles que son españoles lo son, o lo son a tiempo parcial. Esta actitud medio pensionista ha alimentado pequeños monstruos que se han hecho fuertes en las periferias depredando la unidad que todos (ellos también) necesitamos para que no nos barran de la faz de Europa o nos conviertan en el protectorado de alguna potencia allende los Pirineos.

Qué alegría da recordar aquella Expo-92 con las avenidas a rebosar de gente a 40 grados. La caló de Sevilla. Y aquel príncipe tan joven y guapo que encabezaba orgulloso desfiles olímpicos en Barcelona portando la bandera de España. Últimamente lo hemos visto encabezando también una manifestación, pero rodeado de banderas golpistas . Ah, del Estado. ¿Nadie me responde?

María Elvira Roca Barea es historiadora, autora de «Imperofobia y leyenda negra»

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