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Detalle de uno de los apartados de la exposición «David Bowie Is» - PEP DALMAU

David Bowie agiganta su leyenda en Barcelona

El Museo del Diseño inaugura «David Bowie Is», imponente exposición que reconstruye la personalidad creativa del artista británico

BARCELONA Actualizado: Guardar
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Casi al final de «David Bowie Is», la apabullante exposición que reivindica al músico británico como pieza de museo y laberíntico creador con un pie en casi todas las disciplinas imaginables, el extracto de un noticiario televisivo de 1973 captura los minutos previos a un concierto de la gira de presentación de «Ziggy Stardust» y señala a Bowie como plusmarquista de la excentricidad y bicho raro de manual.

La banda bebe champán, Bowie se maquilla con extrema dedicación y la voz en off se pregunta quién diablos es ese tipo escuálido y pintarrajeado por el que suspiran desde adolescentes gritones a respetables miembros del club de pensionistas de Newcastle. «Hace seis meses era un completo desconocido para el público general; ahora, este hombre de 26 años gana hasta medio millón de libras al año», señala el locutor, visiblemente consternado ante la idea de que exista un artista que pueda permitirse pagar a alguien para que le pinte y arregle las uñas.

La muestra exhibe algunas de las piezas de vestuario más icónicas de Bowie
La muestra exhibe algunas de las piezas de vestuario más icónicas de Bowie- exhibe PEP DALMAU

El vídeo, uno de los más de trescientos objetos que pueden verse a partir de hoy en el Museo del Diseño de Barcelona en la única parada española de la muestra que estrenó el Victoria & Albert de Londres en 2013, podría pasar por anecdótico, pero sintetiza a la perfección esa mezcla de provocación, sentido estético desbordante y rompedora noción del espectáculo que convirtieron a un escuchimizado chaval de Brixton en icono cultural sin parangón. «No fue simplemente una estrella del pop de fama mundial; también fue un pionero de nuevos estilos musicales, un artista de vanguardia y una referencia en campos como el diseño. Su muerte en 2016 fue un shock, pero su importancia e influencia continúa a través de su legado cultural y musical», destaca Victoria Broackes, comisaría junto a Geoffrey Marsh de una exposición que podrá visitarse hasta el 25 de septiembre.

Ellos fueron los elegidos para adentrarse en el gigantesco archivo neoyorquino en el que Bowie almacenaba hasta 65.000 objetos y, a partir de ahí, reconstruir la arrebatadora personalidad creativa del autor de «Hunky Dory» ensamblando fotografías, letras manuscritas, diseños de escenarios, piezas de vestuario, instrumentos musicales y material audiovisual. Una selección de la que Bowie se mantuvo completamente al margen -lo único que se negó a ceder fue el saxofón que le regaló su padre cuando tocaba en su primera banda, The Konrads- y que reconstruye minuciosamente el camino que siguió el joven David Robert Jones desde que publicó su primer single en 1964 («Liza Jane», grabado junto a The King Bees) hasta que fundió a negro con «Blackstar», álbum que publicó sólo dos días antes de su muerte, el 10 de enero de 2016.

El gran innovador

«No es una exposición cronológica, es una exploración del proceso creativo de Bowie como gran innovador», subraya Broackes sobre un bombardeo de estímulosque no hace más que subrayar el carácter poliédrico y escurridizo del artista británico. «David Bowie es muchas cosas a la vez para muchas personas diferentes», añade en referencia al título de una exposición que explora a conciencia las relaciones de Bowie con el arte, el diseño, el teatro y, cómo no, la música. De su etapa berlinesa, por ejemplo, no sólo se explica cómo se sacó de la chistera el funk líquido y le tomó el pulso a la electrónica teutona, sino que se exhiben a modo de souvenir las llaves de su apartamento en la ciudad alemana y el sintetizador que se utilizó durante las grabaciones de «Heroes» y «Lodger». De ahí nacen derivadas para explorar su influencia en Iggy Pop y se muestran algunos de los atormentados óleos que pintó mientras batallaba con su adicción a las drogas a finales de los setenta.

«David Bowie Is» repasa la treyectoria del artista a partir de 300 objetos
«David Bowie Is» repasa la treyectoria del artista a partir de 300 objetos- PEP DALMAU

Este juego de ramificaciones es uno de los motores de una muestra que lo mismo desempolva el extraordinario vestuario que Kansai Yamamotodiseñó para la gira de «Aladdin Sane» que exhibe el icónico traje azul de Freddie Burretti que Bowie luce en el videoclip de «Life On Mars?» junto a la letra manuscrita de la canción. Los trasvases son constantes gracias, en parte, a esa audioguía que dispara canciones y explicaciones cuando uno se acerca a una determinada vitrina, y gracias también a la habilidad con la que el británico supo anudar varias disciplinas artísticas. Así, de un disco como «Diamond Dogs», resultadofinal de su fallido intento por convertir el «1984» de Orwell en un musical, se pueden ver desde los contactos de la sesión fotográfica para la portada a los bocetos de guión de la adaptación que no pudo ser y maquetas con el diseño del escenario de la gira.

Otro de los puntos fuertes de la exposición es el inabarcable armario ropero de Bowie, cofre del tesoro que permite contemplar de cerca piezas tan cotizadas como el mono de la portada de «The Rise And Fall Of Ziggy Stardust & The Spiders Of Mars», el traje de arlequín que se enfundó en el videoclip de «Ashes To Ashes» o el abrigo con la Union Jack que diseñó junto a Alexander McQueen para la portada de «Earthling», ejemplos todos ellos de una creatividad que desbordaba la partitura para impregnar cuanto tocaba.

Vista de uno de los diseños de Kansai Yamamoto para «Aladdin Sane»
Vista de uno de los diseños de Kansai Yamamoto para «Aladdin Sane»- PEP DALMAU

Al final, y justo después de que el Bowie catalizador de la edad de oro del videoclip conviva con el Bowie actor y protagonista de películas como «The Man Who Fell To Earth», «Basquiat», «Laberinto» o «El prestigio», una última sala se encarga de noquear al visitante con una traca final de imágenes, música y diseños de producción e infinidad de maniquis luciendo vistosos diseños. Una última y apabullante pirueta con la que queda claro que David Bowie sigue marcando tendencia y obligando a redefinir constantemente los parámetros en los que se relaciona la cultura popular, la música y la experiencia expositiva.

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