El controvertido legado de Rommel en Egipto

El Ministerio de Antigüedades egipcio reinaugura el museo de general Rommel con la intención de atraer turistas, pero el legado del militar alemán siguen siendo las cientos de minas antipersona enterradas en el desierto egipcio

Una de las vitrinas del recién reinaugurado Museo de la Cueva Rommel, que honra «la trayectoria» del militar del Ejército nazi A.Alamillos

A.Alamillos

Durante la campaña de los Afrika Korps alemanes en el norte de África entre 1941 y 1943, las fuerzas del legendario «zorro del desierto» Erwin Rommel eligieron una de las cuevas naturales de la costa norte egipcia como cuartel de mando. Hoy día, esa cueva natural en la provincia egipcia de Marsa Matrouh es un museo que, tras casi siete años cerrado al público, ha sido reinaugurado esta semana por el Ministerio de Antigüedades egipcio.

El «Museo de la Cueva Rommel» acoge una colección de armas, misiles y equipo militar utilizado durante la II Guerra Mundial, así como trajes militares, mapas que muestran los planes de batalla, cajas de archivo de las fichas de los soldados que combatían en las Afrika Korps o copias de periódico publicado por las tropas nazis, y sin embargo, son las más de 17 millones de minas sembradas durante la campaña en el Norte de África de II Guerra Mundial a lo largo de kilómetros del desierto noroccidental egipcio, el peor legado de los mariscales Rommel al frente de las fuerzas del Eje y Bernard Montgomery por los Aliados en Egipto. Las millones de minas antitanque , pero también obuses o misiles que no llegaron a detonar hacen de Egipto uno de los países más minados del mundo, con más de 8.000 víctimas entre muertos y mutilados desde 1980, cuando se comenzó a llevar registro.

A día de hoy, las minas abandonadas durante la II Guerra Mundial en Egipto continúan dejando víctimas

Un pasillo que se asemeja a un túnel excavado en la roca desemboca en la sala principal del pequeño museo, cuyas vitrinas acogen, además de mapas militares y otros restos históricos de la época, recuerdos personales del «zorro del desierto» donados por su hijo Manfred como su abrigo y otras ropas, fotografías, un teléfono y compás personal que Rommel habría utilizado para dibujar los mapas con las perspectivas de la campaña y los movimientos de las tropas en batalla.

El museo, que no es el único celebrando la figura de Rommel en el país, fue cerrado en 2010, y no ha sido hasta siete años después y varios meses de obras de restauración que la gobernación de la provincia de Marsa Matrouh y el Ministerio de Antigüedades han decidido reabrirlo. «La apertura del Museo de la Cueva Rommel subraya el interés que el Ministerio de Antigüedades tiene en fomentar el turismo en el país gracias a la apertura de nuevas atracciones, así como aumentar la concienciación entre la población egipcia sobre su historia», apuntó el ministro de Antigüedades, Jaled El Anany.

Armamento utilizado en la II Guerra Mundial durante la batalla de El Alamein A.Alamillos

En esa misma cueva, reconvertida en museo y destino turístico en 1998 «como una forma de rendir homenaje a la carrera de Rommel » según señala Elham Salah, directora de la sección de Museos en el Ministerio, fue donde la comandancia de las tropas del Eje dirigidas por Rommel vieron fracasar su intento de avanzar en Egipto hacia El Cairo y el Canal de Suez, controlados por los británicos. Tras una exitosa campaña de victorias en Libia , los Afrika Korps y las fuerzas italianas avanzaron hacia Alejandría, sólo para encontrarse con los campos de minas dejados por el general Montgomery para entorpecer el avance de los blindados alemanes. Hasta en dos ocasiones Rommel se estrelló en El Alamein , a tan sólo 100 km de Alejandría. En la retirada de las tropas del Eje, fue esta vez Rommel quien sembró de minas su retaguardia contra el ejército británico que los perseguía.

Centenares de minas quedaron enterradas en los conocidos como «jardines del diablo» a lo largo de más de 287.000 hectáreas de terreno en la provincia de Marsa Matrouh, a apenas 180 kilómetros de El Alamein.

El Ejército egipcio ha limpiado de minas grandes áreas de terreno con ayuda de planes de desarrollo de la ONU, pero a día de hoy las minas siguen cobrándose víctimas. En 2010, el 22% de las minas antipersona o antitanque enterradas alrededor del mundo se concentraban en Egipto, según la Sociedad Árabe para las Zonas Afectadas por las Minas. A las algo más de 17 millones de minas abandonadas por las tropas británicas, italianas y alemanas en el desierto occidental egipcio (según el Gobierno norteafricano, la cifra alcanzaría los 19,7 millones) se añaden cerca de otros cuatro millones en la zona del Sinaí, estas dejadas durante las guerras con Israel.

La proliferación de estas minas abandonadas ha dificultado el desarrollo económico en Egipto , denuncian organizaciones como «Mine Sweepers». «Los proyectos de desarrollo en estas áreas están considerablemente limitados por la contaminación por minas», apuntan. Las minas terrestres fueron plantan en campos, en torno a pozos, fuentes de agua e instalaciones hidroeléctricas, lo que hace que muchas de las tierras que podrían ser utilizadas para proyectos agrícolas sean inutilizables o utilizables sólo con gran riesgo. No es el único problema: según ha afirmado el Gobierno egipcio, grupos terroristas afines a Al Qaida o a Daesh han estado aprovechando los explosivos de estas minas abandonadas.

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