Bernardo de Gálvez, el genuino héroe americano y español de nuestra historia

Don Felipe inauguró ayer en la Casa de América la muestra que rinde homenaje al militar ilustrado español que fue decisivo en el nacimiento de Estados Unidos

MADRID Actualizado: Guardar
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«Valor: conocido. Aplicación: mucha. Capacidad: regular. Conducta: buena. Estado: soltero». Este retrato somero de Bernardo de Gálvez a los 28 años figura en su hoja de servicios de 1771. Y desde ahí a su muerte, a los 40 años, no paró de asombrar con sus logros políticos y militares, que permitieron, entre otras cosas, el nacimiento de una nación como Estados Unidos. Decisivo en la batalla, generoso frente al adversario (del que valoraba sus cualidades, como hizo con los apaches), valeroso y prudente en el liderazgo (comandó la primera fuerza multicultural de la historia), y sagaz en la política, es una figura irrepetible de nuestra historia que merece mayor reconocimiento en la España de hoy. Por ello la Casa de América abre al público, en colaboración con el Instituto de Historia y Cultura Militar del Ejército, esta exposición «Bernardo de Gálvez y la presencia de España en México y los Estados Unidos», que ha sido posible gracias al patrocinio de Iberdrola.

El comisario de la exposición, el teniente coronel José Manuel Guerrero Acosta, ha logrado reunir más de cien piezas que retratan de manera fidedigna la época y la épica de Gálvez. Cuadros y documentos, mapas y manuscritos, maquetas y hasta la reconstrucción de una trinchera de la batalla de Pensacola permiten a los visitantes un verdadero viaje en el tiempo, presidido por el lienzo del pintor de batallas, Augusto Ferrer-Dalmau, realizado para esta ocasión y que lleva por título «Por España y por el Rey, Gálvez en América», del que ya informó ABC.

Despues de contemplar la maravillosa escultura de Gálvez, obra de Salvador Amaya, en la entrada de la muestra, el público se adentra en las salas que presiden el retrato de George Washington de la Real Academia de San Fernando, único retrato del estadista en Europa, y otro de Carlos III, así como elementos de las artes y el vestuario del XVIII.

Pero es en las salas de la planta superior donde se relata de forma espectacular la vida y las aventuras de este héroe tan genuinamente español como americano. No en vano EE.UU. le concedió la ciudadanía honorífica y un retrato suyo está en el Capitolio.

La primera sala recorre su biografía. Y qué vida de novela, desde su Macharaviaya natal, pasando por la Academia Militar de Ávila y el desembarco de Argel, hasta la lucha contra los apaches en los inmensos páramos desérticos y su llegada a la Luisiana y su matrimonio con la joven indiana francesa Felicitas de Saint-Maxent. Hasta su nombramiento de virrey de la Nueva España y su temprana muerte, a los 40 años por disentería.

Llama la atención la indumentaria de los soldados españoles de frontera, que recorrían el desierto de Sonora y los territorios que hoy son Nuevo México, Arizona y California. Se protegían con pequeñas adargas (similares a los escudos de los indios) y con cueras de las flechas de los indios.

En el momento que estalla la guerra, en 1779, Gálvez toma todas las plazas inglesas en el Misisipí, que se convierte en la vía de entrada de la ayuda española. Una ayuda que fue casi secreta porque la Corona no quería ofender en demasía al inglés y además temía que la noticia de su apoyo a las colonias contra la metrópoli se extendiese a sus propios dominios. Hay documentos que cuantifican envíos: uniformes para todo el ejército de Washington, que nunca superó los 12.000 hombres, pertrechos, armas y dinero contante, los viejos reales de a 8 que dieron paso al dólar. Toda esa ayuda facilito la victoria de las Trece Colonias, sin duda. De ahí el reconocimiento que Gálvez hqa tenido en EE.UU.

En la parte bélica, destacan Mapas como el trazado en Pensacola nada más capturar la ciudad y documentos como el bando en el que Gálvez protege las propiedades y establece las condiciones del sitio.

Para llegar a la última sala se atraviesa la trinchera reconstruida en medio de un fragor de cañones y disparos. Al otro lado, una bandera capturada por Gálvez al inglés en Pensacola –tal vez la que aparece abandonada, un poco más allá, en el cuadro de Ferrer-Dalmau– y un homenaje a la Armada Española, cuyo papel es fundamental en esta historia.

Maquetas de las batallas, marinas espectaculares, maniquíes, banderas y audiovisuales, cierran este viaje por uno de los momentos más importantes de la historia de España. Guerrero Acosta cuenta que esta exposición «transmite valores importantes, como el compromiso, la abnegación». También patriotismo, al recordar la mejor historia que nos queda por contar, la de aquella España que se esforzaba unida, proyectada al exterior. ¿Cuándo estudiarán esta historia en la escuela los jóvenes españoles?

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