Los artistas que vienen

Dicen los libros de historia que a mediados del siglo I a. C. vivió en Roma un hombre calvo y de rostro adusto llamado Cayo Cilnio Mecenas. También cuenta la historia que este hombre de nariz generosa fue la mano derecha del primer emperador romano y que repudió a su mujer unas veinte veces. Sin embargo, más que por su extraña conducta, Mecenas pasó a la eternidad por ser un hombre enamorado de la poesía y de las artes en general.

Casi 2.000 años después, la cultura no cuenta con tanto apoyo de la cosa pública y a los mecenas tradicionales (Iglesia y Estado) se les ha unido el mecenazgo privado. Cuidar del arte es hoy una de las motivaciones de las grandes empresas y con ese espíritu nació el «Rolex Arts Weekend», que es como la fiesta de fin de curso del plan de patrocino a artistas puesto en marcha por Rolex hace casi quince años.

La empresa suiza se propuso en 2002 juntar a siete talentos emergentes con otras siete estrellas consagradas y la mezcla ha dado poderosos resultados.

En su séptima edición, este programa de Mecenazgo ha tenido entre sus mentores al cineasta Alejandro González Iñárritu, al escritor Michael Ondaatje o al premio Pritzker Peter Zumthor. Los beneficiarios de sus consejos han sido un grupo de autores que ahora podrán dar un impulso a sus carreras profesionales. Son los artistas que vienen.

Lluvia de estrellas

«Cuando me ofrecieron ser mentor estaba aterrado porque no me considero capaz ni de enseñar a mis hijos cómo deben comer —aseguraba González Iñárritu—. Por eso pensé que lo mejor era compartir, abrirle la puerta a mi proceso y enseñarle la ropa sucia que nunca se enseña». El director mexicano ha apadrinado durante un año al cineasta israelí Tom Shoval, que aunque tiene cara de no haber roto nunca un plato pudo seguir de cerca el trabajo de postproducción de «Birdman» (premiada con cuatro Oscars en febrero de este año) y permaneció seis semanas en el rodaje de «The Revenant», la próxima cinta del mexicano.

«Pensé que me limitaría a observar a Alejandro, pero fue todo lo contrario», señaló Shoval a los organizadores. «Me metió en la película de lleno, me situaba junto al monitor, me hacía ver las tomas de cada día y contestaba a todas mis preguntas».

Suerte parecida ha corrido Miroslav Penkov, un escritor búlgaro cuya segunda lengua es el inglés. Penkov ha trabajado en el último año junto a Michael Ondaatje, que además de aportarle valiosos conocimientos ha resultado clave en el lanzamiento de su primera novela. «La corrección que me hizo marcó un gran diferencia: fue un pequeño ajuste pero con una enorme repercusión», dijo Penkov. «Creo que los efectos más prolongados y profundos de esta mentoría no saldrán a la luz hasta el tercer, cuarto o quinto libro».

Experiencia vital

El proceso de selección de mentores y discípulos es bastante sencillo. Cada dos años un consejo formado por artistas y profesionales de las artes propone una lista de mentores potenciales. Una vez que estos aceptan participar se forman siete comités (uno por cada disciplina) que elaboran una primera lista con posibles discípulos. Su nombre permanece en el anonimato y los mentores eligen en función a los trabajos que han realizado.

Por contrato, los mentores tienen que pasar al menos 30 días hábiles con sus «protegidos». Seis semanas por las que perciben 75.000 francos suizos. Por otra parte los discípulos reciben un primer pago de 25.000 francos con el que financiar sus viajes y otros 25.000 con los que deberán crear una obra o espectáculo nuevo relacionado con su disciplina.

Más allá del dinero, el historial de este programa de mecenazgo indica que es toda una experiencia vital para los elegidos. Entre los mentores ya pasaron desde Brian Eno a Martin Scorsese o Vargas Llosa y muchos de los discípulos son hoy artistas de renombre. En esta edición se ha colado entre los mentores el arquitecto Peter Zumthor, premio Pritzker en el año 2009. La destinataria de sus consejos ha sido Gloria Cabral, arquitecta procedente de Paraguay.

«Conocía sus obras desde la Universidad, pero conocerle a él fue algo lindísimo y vamos a seguir haciendo cosas juntos», señalaba. Ella tuvo la suerte de entrar de lleno en sus proyectos y nada más llegar, Zumthor le encargó la construcción de una capilla en Seúl. «Quisimos pasar un buen rato», resumía el arquitecto. «Ella además aprendió inglés y ahora lo habla perfectamente. Quiero seguir trabajando con ella porque es muy talentosa».