El amor en los tiempos del Muro

ABC publicaba ayer la historia de Robert Bans, y las canciones que le dedicó a su novia Julia Brown de quien la separó el muro de Berlín. Esta no es la única gran historia de amor que separó el muro

Corresponsal en Berlín Actualizado: Guardar
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Cartas y canciones de Robert Bans y Julia Braun. Es una historia de amor truncada, una de tantas. Robert Bans escribía a su novia nada más constatar que el Muro le impediría verla jamás. Mostraba su alarma ante la situación política y de desabastecimiento. Nos lo cuenta Nacho Serrano, periodista de ABC que ha dado a conocer la historia y la música de Bans, que publicábamos ayer. «Querida Julia. Te escribo estas líneas después de conocer las últimas noticias acerca de la situación política en Berlín Este. La vida parece estar poniéndose más y más difícil por allí. ¿Cómo van los suministros de comida en la zona? Espero que puedas mantener los contactos que os dan alimentos a ti y a tu familia…».

En sus cartas el músico se preocupa y trata de animar a Julia como puede con anécdotas de su trabajo como periodista («ahora mismo sobre todo estoy cubriendo información internacional, por eso estoy tan al día»), pero le expresa su angustia por tenerla tan lejos, inalcanzable: «Mi mayor deseo es poder estar allí contigo para apoyarte». Pero así era el amor en los tiempos del Muro.

El amor de Ursula Bach

Mañana del domingo 13 de agosto de 1961, Ursula Bach escuchó por la radio que las autoridades de la República Democrática Alemana (RDA) estaban cerrando el Muro como «medida de protección antifascista». Apenas hizo caso. Tenía 18 años, no le interesaba la política y estaba localmente enamorada. Esa misma tarde había quedado con su novio para darle una maravillosa noticia, estaba embarazada, y ni siquiera era capaz de imaginar que Fried y ella no volverían a verse, ni esa tarde ni nunca más, hasta la caída del Muro en 1989. Su hijo creció sin padre en el Berlín Occidental y aquella historia de amor truncada quedó precintada por 45 kilómetros de hormigón y un cuerpo de policía fronteriza dispuesta a disparar a todo aquel que hiciese amago de cruzar el Muro.

La familia de Hans-Joachin Noack

Con 20 años recién cumplidos, peregrinaba a PotsdamerStrasse cada domingo para que su madre y su tía pudiesen saludarse y ponerse al día de los acontecimientos familiares, a través de la infame pared. «Yo conducía y llevaba a mi madre en coche hasta ese punto donde unas tarimas de madera permitían a la gente verse de uno a otro lado del Muro», recuerda hoy. Todo lo que querían era contarse si los primos iban aprobando los exámenes o los problemas de abastecimiento. Yo lo veía desde la perspectiva mundial. Cada paso de Jrushchov, Cuba, la carrera espacial… cada titular hacía temblar ese Muro. Creo que por eso quise ser periodista, aunque por entonces, en Berlín Oeste, todos los que decían ser periodistas eran en realidad espías».

La música de Lena Minke

Otra habitual durante años en aquellas tarimas de Potsdamerstrasse fue Lena Minke, una secretaria que en su tiempo libre cantaba en el Coro de la Catedral de Santa Eduvigis. A este coro pertenecía también Vincent, con quien la amistad había ido pasando a una relación más especial y con el que, sus colegas barítonos no albergaban ninguna duda, algún día llegaría a casarse. El cierre de la frontera, sin embargo, partió el coro por la mitad. Tras unos primeros años, en los que todavía quedaban esperanzas de que se tratase de una medida temporal, los cantantes que quedaron en el lado occidental terminaron fundando otra formación polifónica, el Carl Foster Chor, en el que durante décadas cantó Lena. En puntuales ocasiones, los dos coros consiguieron permiso de las autoridades orientales para actuaciones conjuntas y sus miembros recuerdan aquellos conciertos como encuentros memorables y tremendamente emotivos, pero insuficientes para una relación.

Vincent se casó y tuvo hijos. Lena no. Tras la caída del Muro, en 1989, fue cuestión de días que los dos coros comenzasen a trabajar en su particular reunificación. Estaban entusiasmados ante la idea de volver a cantar juntos permanentemente y en los primero ensayos las emociones estaban a flor de piel. Sin embargo esa historia de amor por la música tampoco terminó bien. Pronto surgieron las desavenencias. En opinión de los cantantes occidentales, los orientales se habían vuelto musicalmente poco ambiciosos y el nivel del coro estaba cayendo en picado. En opinión de los orientales, a los occidentales les importaba más el prestigio de sus conciertos que la experiencia humana de la música. Los dos coros volvieron a separarse y hoy en día siguen existiendo, aunque entre sus componentes no queden ya voces de las de entonces..

La fuga de Hannelore Kassal

Muy pocas familias o parejas lograron cruzar el Muro y rehacer sus relaciones. Una de ellas fue la formada por el español Manuel Rubio Benito y la alemana Hannelore Kassal. Manuel disfrutaba de uno de los muy ambicionados pases de paso expedito y se había enamorado de la dependienta de Berlín Este, que tenía un hijo de una relación anterior y que estaba esperando ya a la futura hija de ambos, Kerstin. El primer intento de fuga resultó fallido porque al llegar a las inmediaciones de la frontera encontraron más policía de lo habitual y se volvieron atrás. Una semana después, un domingo, repitieron la fingida excursión a Potsdam y se adentraron en el bosque. Hannelore, embarazada de tres meses, y su hijo Lutz, de diez años, se quitaron los zapatos y se metieron en el maletero de otro coche que, enviado por Manuel, les estaba esperando. Más de una hora después, un soborno en el puesto fronterizo evitó el registro, aunque ni siquiera en este caso fue un final feliz del todo.

Hannelore era hija de un miembro destacado del Partido Comunista y fue obligada a presentarse diariamente ante la policía y a responder a reiterados interrogatorios de las autoridades británicas, francesas y americanas. Vivían en un constante estado de tensión y terminaron separándose. Tras la caída del Muro, cuando se publicaron los archivos de la Stasi, supo con horror que había estado siendo espiada constantemente, incluso por miembros de su familia. En su expediente constaba, por ejemplo, que en una de sus primeras citas con Manuel, en un restaurante de Berlín Este, le escribió «ich liebe dich» (te quiero), en una servilleta de papel.

La vida de los otros

«Puede haber amor bajo la opresión, pero es muy difícil que arraigue si no hay sinceridad, si no hay intimidad», reflexiona Florian Henckerl von Donnersmarck, director de «La Vida de los Otros». La laureada película relata una historia de amor a través de los ojos del espía que registra en secreto los movimientos y las emociones de los amantes. «Si me decidí a hacer esa película fue por los recuerdos de mis visitas infantiles a Berlín Este, en las que percibía el miedo de mis padres cuando pasábamos la frontera con esas antenas increíbles de los niños para captar las emociones», escribe en sus notas sobre el film, en las que menciona también que «había una imagen que no se me iba de la cabeza desde que se me ocurrió en 1997, durante un taller de creatividad en la HFF de Potsdam-Babelsberg: el plano medio de un hombre con auriculares, sentado en una habitación sombría, oyendo, aunque no querría, una música de una belleza exquisita. Era el rostro del Muro percibiendo la vida a su alrededor».

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