Scott Kelly: «Podría quedarme aquí arriba otro año»

El astronauta estadounidense regresa este martes a la Tierra después de casi un año en la Estación Espacial Internacional para acercar el sueño de conquistar Marte

CORRESPONSAL EN NUEVA YORK Actualizado: Guardar
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La NASA pretende poner el pie en Marte en la década de 2030. La mayor aventura jamás emprendida por el hombre estará plagada de retos científicos y tecnológicos, pero también humanos. ¿Cómo sobrevivirán nuestro cuerpo y nuestra mente a un viaje de cientos de millones de kilómetros en una nave diminuta en condiciones de microgravedad? La agencia espacial estadounidense prevé un viaje de tres años. La mitad de ese tiempo se destinará a cubrir el trayecto de ida y vuelta, y el resto, a la exploración del planeta rojo. Quienes son más conscientes de ese desafío en estos momentos son Scott Kelly y Mikhail Kornienko, el astronauta estadounidense y el cosmonauta ruso que han sufrido esos rigores en su propia piel: llevan casi un año flotando en la Estación Espacial Internacional (EEI). Su aventura acaba este martes, cuando está previsto que regresen a la Tierra en una nave Soyuz después de 340 días en el espacio.

«Podría quedarme aquí arriba otros cien días, o incluso otro año si fuera necesario», aseguró Kelly la semana pasada, aunque reconoció que tiene ganas «de volver a casa». Lo hizo en una rueda de prensa por teleconferencia, con su cuerpo suspendido en una de los módulos de la EEI, rodeado de cables, tubos y equipos electrónicos.

«Es un sitio mágico», respondió sobre cómo es la vida en la EEI. «Es un privilegio volar hasta aquí, y espero que mucha gente tenga la oportunidad de hacerlo en el futuro. Creo que será así, es solo cuestión de tiempo». Pero Kelly reconoció que vivir flotando en microgravedad es un «entorno duro», en el que «nunca llegas a sentirte del todo normal» y que no es ni mucho menos cómodo: «Por ejemplo, no tenemos agua corriente. Es como acampar en el monte durante un año».

Decenas de experimentos

Las incomodidades higiénicas serán lo de menos en un futuro viaje a Marte. Kelly y Kornienko se han sometido a decenas de experimentos y mediciones que ayudarán a entender cómo afectan las condiciones del espacio a aspectos clave de la salud como los huesos o la visión. Los científicos han comprobado que pasar mucho tiempo sin apenas gravedad provoca deterioro óseo e hipermetropía. También se está estudiando la adaptación del cuerpo de vuelta la gravidez, la reducción de los tejidos musculares, los efectos en el sistema cardiovascular, la exposición a altos niveles de radiación, el impacto de problemas de sueño en misiones de exploración de largo recorrido o los posibles trastornos en el sistema inmunológico de los astronautas.

Los experimentos comenzaron un año antes de poner a Kelly y Kornienko en órbita y se prolongarán un año después, para comparar los parámetros que se obtienen dentro y fuera de nuestra atmósfera. También se han estudiado los efectos psíquicos y psicológicos de pasar tanto tiempo aislados. Kelly reconoció que lo más duro de su misión ha sido la distancia física de su familia y amigos y apuntó que, en una hipotética misión a Marte, en una nave con dimensiones mucho menores a la EEI, será clave mantener el espacio privado de los astronautas. «Que esa área privada sea lo mejor posible contribuirá mucho al éxito de la misión», afirmó.

«Confío en que todo esto sea uno más de los peldaños que nos lleven a aterrizar en Marte en el futuro», dijo Kelly, que se ha convertido en el astronauta estadounidense que permanece más tiempo ininterrumpido en el espacio. El anterior récord lo tenía el hispanoestadounidense Michael López-Alegría, que pasó 215 días en la EEI entre 2006 y 2007. Pero todavía quedará muy lejos de las hazañas de los cosmonautas rusos. Cuatro de ellos pasaron más de un año en la antigua estación MIR en los años ochenta y noventa. El récord lo ostenta Valeri Polyakov, que estuvo 437 días en el espacio entre 1994 y 1995.

Defensor ambiental

Los 340 días de Kelly en el espacio han dado para mucho más que ejecutar experimentos. El astronauta ha sido muy activo en las redes sociales, donde ha compartido centenares de fotografías y vídeos de su vida en la EEI y de la vista de la Tierra desde el espacio. «Se ve muy, muy frágil», dijo sobre el planeta, y aseguró haberse convertido en un «defensor del medio ambiente» tras su experiencia a 400 kilómetros de la Tierra: «Hay partes del planeta que están cubiertas de contaminación todo el tiempo. Vi fenómenos meteorológicos imprevistos, tormentas mayores de las que hemos visto en el pasado. Es un efecto de la actividad humana, no es un fenómeno natural».

También ha habido momentos para la diversión, como e l día en que se enfundó un disfraz de gorila, con el que voló y dio volteretas por la estación. Aunque sin llegar a las cotas de su colega Chris Hadfield, que en 2013 grabó un videoclip desde la EEI -guitarra incluida- cantando la legendaria «Space Oddity» de David Bowie. El «bote de hojalata» desde el que Major Tom veía las estrellas «muy diferentes» es casi ya una casa para Scott Kelly. El 1 de marzo acabará su cuarta estancia en la EEI, para un total de 520 días si se suma a la actual otras tres misiones en el espacio -récord también para un astronauta estadounidense-. «Va a ser duro abandonar este lugar, no creo que ya vuelva», dijo con tristeza. «A veces siento como si hubiera vivido aquí toda mi vida».

El candidato perfecto

Scott Kelly era el candidato ideal para estudiar los efectos en el hombre de estancias prolongadas en el espacio. No solo porque es un astronauta experimentado, también porque tiene un gemelo, Mark, que se ha utilizado como control de los experimentos fisiológicos y psíquicos a los que Scott ha sido sometido.

Los efectos de la vida en el espacio en Scott han sido comparados con la evolución en el cuerpo de su hermano. En total han sido diez estudios sobre cambios fisiológicos en los músculos o en la actividad cerebral, efectos en el comportamiento o cambios digestivos, entre otros.

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